A través de Twitter, una doctora de Pereira llamada Paola Trujillo divulgó una historia relacionada con su trabajo que ha logrado conmover a más de uno. En su relato, cuenta que una paciente suya acude a consulta de forma constante por un dolor agudo de gastritis causado por el hambre acumulada durante varios días.
“Hoy atendí una paciente por urgencias con gastritis crónica, que consultó por dolor agudo por hambre, por no tener qué comer. Es una paciente en la quinta década de la vida, conocida en el hospital porque tiene gastritis y cada tanto consulta por el mismo dolor”, asegura la galena.
La mujer en cuestión se llama Ana María López Castaño, una pereirana cabeza de familia que trabaja como aseadora en casas familiares y que, según cuenta Trujillo, lleva varios días sin poder comer o trabajar ya que “por el virus (las personas) ya no confían en dejar entrar a alguien a la casa”.
El descubrimiento lo habría hecho la doctora tras una simple pregunta: “¿Cuándo fue la última vez que comió?”. Interrogante al que, según cuenta, López respondió cabizbaja asegurando que llevaba días sin mayor alimento que una esporádica aguapanela con pan.
Trujillo, que trabaja en un centro médico especializado en atender a los “pacientes de los sectores más deprimidos (léase sin oportunidades) de Pereira”, asegura que es muy raro que los especialistas que atendieron previamente a la mujer y que incluso le realizaron una endoscopia para estudiar las causas de su dolor, no se dieran cuenta que el origen de dicho malestar no era más que hambre.
Incluso señala que una nutricionista a la que visitó llegó a sugerirle comprar Ensure, un complemento nutricional que ayuda a las personas a obtener distintos nutrientes minerales, proteínas y grasas que difícilmente obtienen de los alimentos o bebidas, bien sea por su edad, una lesión o enfermedad. Un producto muy popular, con beneficios comprobados, pero también con un precio bastante elevado en el mercado.
Ahora bien, Ana María López contó a Kienyke.com que la historia contada por la doctora Trujillo es absolutamente cierta. “Ella me consulta y siempre que yo puedo voy con el dolor de la gastritis, llorando con mucho dolor. Ella me preguntó que si yo aguantaba mucho y le dije que sí, que ya no me abrían puertas para trabajar ni nada”, relata.
Según dice con voz entrecortada, desde el inicio de la pandemia no ha podido “llevar platica ni nada” a su casa, donde vive junto a su hija de veinte años y su hijo, “un niño de hospital mental”. Hogar que además estaría a punto de perder por la incapacidad para pagar las cuotas al banco, esperando que aparezca un ángel que le tienda la mano con algo de trabajo.
La historia de López no es más sino una muestra de las incontables afectaciones económicas que en Colombia han llegado de la mano con el covid, una crisis sanitaria que ha sido especialmente cruel con los desempleados y los trabajadores informales. No hay que olvidar, por ejemplo, que según el Dane en el país la pobreza monetaria nacional subió del 35,7% en 2019 al 42,5% en 2020.
Una realidad desconcertante, a la que se le suma una pobreza extrema del 15,1% y el hecho de que a pesar de que el desempleo ha disminuido considerablemente desde 2020, los fantasmas del covid aún persisten en el día a día de los colombianos, marginando labores que dependen del contacto directo con las personas.
Aún así, en el caso de Ana, asegura que nada de esto la detiene: “Estoy dispuesta a trabajar y quiero salir adelante”.
Datos de contacto
Si usted como lector se conmovió con la historia de Ana López, recuerde que por medio del teléfono 3205714873 puede hablar directamente con ella para ofrecerle un trabajo.