Daniela, la hija del profesor Maturana, quiere ser concejal

Vie, 13/03/2015 - 04:33
Podría ser reina de belleza, o basketbolista (es alta, espigada, atlética). Alguna vez pensó ser diseñadora de ropa y de joyas. Pero ahora está decidida a alcanzar una curul en el concejo de Mede
Podría ser reina de belleza, o basketbolista (es alta, espigada, atlética). Alguna vez pensó ser diseñadora de ropa y de joyas. Pero ahora está decidida a alcanzar una curul en el concejo de Medellín. Daniela Maturana Agudelo (28 años, felizmente soltera, dice), la única hija del técnico de fútbol Francisco Maturana (los demás son hombres), ha sido inquieta y apasionada por el deporte, el emprendimiento, el turismo y la cultura. Antes de los 20 quería ser diseñadora de modas. -Mi gran sueño era estudiar en el Instituto Marangoni, e incluso me las daba de diseñadora y hacía mis propias camisas con la máquina de coser que me prestaba mi tía; también utilizaba la máquina para hacer estuches de tela de jean con decoraciones para los celulares. No solo intenté ser diseñadora sino joyera, con varias compañeras del colegio tuve un negocio de accesorios. Nunca he dejado el gusto a un lado. Para no desistir de mi idea de diseñar mientras estudiaba ciencias políticas hice un diplomado en la Colegiatura Colombiana de Diseño en patronaje; ya hoy en día solo me enfoco en el gusto por la moda, en ver las tendencias y disfrutarla. Daniela Maturana Agudelo ¿Qué más se ha propuesto? Si hay algo que he hecho en la vida es intentar, me gusta probar todo y creo que participé en casi todos los deportes posibles: tenis, patinaje, gimnasia olímpica, ballet, tap, danza contemporánea, voleibol y futbol, también intenté con la guitarra y el piano. Ahora no practico ningún deporte profesional pero le dedico unas horas a la semana al gimnasio. En la variedad está el placer y basta con intentar para saber lo que verdaderamente lo apasiona a uno. Destacan en Medellín que usted es simpática, amiguera, viajera internacional… Soy una mujer extremadamente sociable, me burlo de mi al decirme “27 dresses”, haciendo alusión a un película donde la protagonista es invitada a 27 matrimonios como dama de honor antes de encontrar el amor de su vida y ser la protagonista de su propio matrimonio. Haciendo los cálculos creo que he sido invitada a más de 27 y he estado en la mayoría, para mí nada más gratificante que compartir con las personas que quiero los momentos especiales de su vida. Siempre estoy lista para baby showers, cumpleaños y despedidas de soltera, organizándolos o participando en ellos (algún día podría montar un empresa de organización de eventos sociales). Respecto de los viajes, es otra de mis pasiones. Viajo por Antioquia, por Colombia, por el mundo. Para mí viajar es la mejor escuela, pues a uno se le abre un panorama gigante de lo que hay más allá de la lindas montañas paisas; viajando uno aprende sobre otras tradiciones, culturas, gustos, aprende a entender y respetar la diferencia, al otro en su imagen y semejanza. Cuando viajo disfruto tomar fotos, tomarme selfies, comer, hacer deportes de aventura, entre otros. ¿Cómo le ha ido con el color de la piel? Apenas ahora grande empecé a acoger (con los brazos reabiertos) el hecho de ser una mujer afro, a disfrutar mis crespos y mi color de piel. Puede que suene raro pero en mi infancia sufrí de bullying, por eso creo tanto en el respeto y la no discriminación por sexo, raza, religión o por preferencias sexuales. En mi experiencia personal fue duro crecer en una sociedad como la española (viví en Valladolid y en Madrid cuando mi papá dirigió allá) y la colombiana, siendo casi la única niña de color en los colegios que estudié (alta calidad). Hoy recuerdo que le pedía a mi mamá llevarme a un país donde vivieran más negritos. Miro este pasado y lo acepto, eso me hace mucho más fuerte de lo que soy, me motiva no solo a trabajar para buscar representar a las mujeres en un mundo donde casi todos son hombres sino en un mundo (en Colombia) donde casi todos son blancos. Soy, entonces, una mujer, joven y afro, con la aspiración de llegar a la corporación pública más importante de la ciudad de Medellín: el Concejo. ¿Su padre comparte la idea? Tomé la decisión muy de la mano con mi papá, con mis amigos y todos mis allegados, de la mano de Federico Gutiérrez. ¿Y por qué meterse en ese embrollo, Daniela? Desde el colegio empecé a inquietarme mucho por lo público, cuando trabajé en el programa de paz y reconciliación con los desmovilizados del bloque Cacique Nutibara de las autodefensas. Me comencé a apasionar por todo este cuento de Colombia, su historia, el conflicto armado, y decidí estudiar ciencias políticas, en la Universidad EAFIT. Después realicé una especialización en comunicación política. Los políticos suelen utilizar a los famosos o sus hijos para conseguir votos… Lo mío es vocación y voluntario. Estudié ciencias políticas, tengo conocimientos acerca de lo público, y quiero cristalizar algunas ideas. Debo llevar a la acción algunos ideales en beneficio de la gente. Hablando de politica, ¿cuál es la polémica en torno al acuerdo 300 que se aprobó en el concejo de Medellín? Fui una de las detractoras. Se le concedieron facultades al Alcalde, por cuatro meses, para hacer una reestructuración de la administración municipal y de los entes descentralizados. Estas facultades ya se le habían otorgado al alcalde en el 2012, y el resultado fue la creación de seis vicealcaldías, más de 500 puestos, y un incremento anual del presupuesto. En mi caso, se le están cediendo facultades al Alcalde que son del concejo, que debe estudiar, debatir, y decir hacia dónde debe ir la administración municipal. Estamos a 10 meses de las elecciones. La suspicacia que puede generar en la sociedad es horrible. Sin embargo, las mayorías ganaron. Yo creo que es el momento de reflexionar sobre a quiénes elegir en los próximos comicios. Platón decía que "el precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores". Hay que movilizarnos. Si la gente no se cuestiona, no decide estudiar, no decide votar, pierden la ciudad y el país. ¿Obviamente hincha del Nacional? Si mi papá hubiera sido técnico de otro equipo y hubiera ganado la Copa Libertadores yo no sería hincha de Atlético Nacional. Pero la realidad es otra, lo fue e hizo historia haciendo al verde el primer equipo en Colombia en quedar campeón de este torneo. De este equipo salió la base de una selección llena de ídolos, que nos hizo vibrar y volver a un mundial. Crecí verde, en mi casa solo oía recuerdos de lo bonito que se veía el Campín todo vestido de verde, y que aunque muchos no lo crean no eran solo los paisas quienes alentaban al equipo de la montaña, era todo un país, así empezamos marcando historia. Por eso no veo raro que haya tantos hinchas verdolgas en otras regiones. En mi casa también veía fotos enmarcadas de mi papá cuando formó parte del Tolima como jugador. Y otras dos dos fotografías del equipo titular del que hizo parte mi papá cuando fue campeón como defensa líbero con Atlético Nacional en 1973 y 1976. Con esas imágenes y recuerdos fui creciendo hasta que empecé a enamorarme no solo del fútbol sino del deporte. Para mí no había plan más divertido que ir al estadio y así pude gritar goles de Aristigol, Leon Darío Muñoz, Juan Pablo Ángel, Neider Morantes, Mackenzie, Totono, Carmelo Valencia, Macnelly, Galván Rey, Dorlan, ente otros. Orgullosa me siento de haber nacido verde y de seguir alentado al equipo de mis amores.
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