De acuerdo con una investigación de Greenpeace, la situación de calidad del aire en algunas de las principales ciudades de Colombia ha mostrado variaciones importantes a la baja durante las últimas semanas en comparación con iguales fechas de 2019. Esto evidencia de qué manera las actividades cotidianas antes de las medidas de cuarentena por la pandemia influyen en la mala calidad del aire que respiran de manera habitual millones de colombianos.
“Nos basamos de manera principal en revisar la presencia de dióxido de azufre (SO2) en las ciudades de Cali, Bogotá y Medellín. Las imágenes satelitales que hemos obtenido comprueban que las emisiones de este gas han bajado de manera considerable en estas tres ciudades”, explicó Tatiana Céspedes, coordinadora de campañas de Greenpeace Colombia.
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Desde la ONG explicaron que el SO2 es un gas incoloro, irritante, con un olor penetrante que se genera en los procesos de combustión de diésel, y cuya densidad es el doble que la del aire. “Pero lo principal es que su presencia genera dificultad para respirar, inflamación de las vías respiratorias, irritación de ojos, daños en la garganta, edema pulmonar, insuficiencia cardíaca y colapso circulatorio,situaciones especialmente graves en el contexto de expansión del coronavirus”, explicó Tatiana Céspedes.
En este contexto, y de acuerdo con un reciente estudio de la Universidad de Harvard, pequeñas variaciones al alza de material contaminante en el aire puede generar aumentos de un 15% en las muertes por COVID-19, ya que el aumento de la contaminación está directamente asociada con agravamiento de enfermedades respiratorias, como bronquitis y el asma.
En otras imágenes dadas a conocer por Greenpeace se observan bruscas caídas en la presencia de dióxido de nitrógeno (NO2), el cual tiene directa relación con las emisiones generadas por los automóviles en los procesos de combustión.
“No solo eso, ya que el NO2 es uno de los causantes de la lluvia ácida, que está asociada, entre otras cosas, con la dilatación de los tejidos en la garganta y las vías respiratorias superiores, reduciendo la oxigenación de los tejidos del cuerpo, produciendo acumulación de líquido en los pulmones y hasta la muerte”, dijo Tatiana Céspedes.
De acuerdo con Greenpeace, las imágenes respecto de la variación de la contaminación en Colombia es una consecuencia de la pandemia que no puede alegrar, pero sí servir como elemento para dejar en evidencia que el modelo de desarrollo y especialmente la movilidad que han seguido hasta ahora las urbes del país deben repensarse hacia uno sostenible.
“La nueva normalidad debe considerar un cambio drástico y un potenciamiento de formas eficientes y sustentables de movilidad. Las ciudades, de la manera en que han funcionado hasta ahora, no resisten más. Y la contaminación, que durante décadas ha castigado la salud de millones de colombianos y que ahora es un elemento agravante de los efectos del coronavirus, debe ser uno de los objetivos a cambiar durante la nueva normalidad que venga después de la pandemia. Es urgente repensar nuestras ciudades para que sean más resilientes, seguras y sostenibles, por lo que la estructura de las urbes debería modificarse de forma que pongan a las personas en el centro y sean capaces de adaptarse más rápidamente a futuras crisis”, concluyó Tatiana Céspedes.