Cada 6 de febrero se conmemora el «Día Internacional de Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina», en Colombia sigue estando presente esta problemática de la mutilación genital femenina (MGF) en algunas comunidades indígenas.
Ante esta situación, se han implementado estrategias de diálogo intercultural por parte de organizaciones para sensibilizar y reflexionar sobre esta práctica desde un enfoque étnico. Las Kienes conversamos con Fallon Yamilet Hernández Palacio, una internacionalista de la Universidad del Rosario, profesora, investigadora social, artista, activista y creadora de VulvArte Escuela y VulvArte Fundación. Durante 11 años ha trabajado con mujeres diversas, principalmente con mujeres indígenas, enfocando su trabajo en la educación sexual y menstrual popular.
Hernández mencionó en entrevista las afectaciones a las que se ven sometidas las mujeres, el trabajo exhaustivo de VulvArte Fundación y el llamado al Gobierno Nacional a acompañar más este tipo de iniciativas tan necesarias para garantizar los derechos sexuales de las mujeres en Colombia.
¿Qué es y cómo nace VulvArte?
Ante esta situación, hablamos con Vulvarte, una fundación que se enfoca en eliminación de la mutilación genital femenina por motivos étnicos y médicos.
Se busca hacer un proceso donde ellas mismas, hagan un diagnóstico acerca de las vivencias que atraviesan sus cuerpos y desde allí, es que deben también hacer una iniciativa de transformación
Desde VulvArte se busca promover el conocimiento de la vulva y la conciencia sexual, así como darle un nuevo significado a través de expresiones artísticas como la danza, el teatro y manifestaciones visuales.
¿Qué es la mutilación genital femenina (MGF)?
La mutilación genital femenina (MGF), también conocida como ablación genital femenina, es un término que engloba diversos procedimientos que implican la alteración o la eliminación parcial o total de los genitales externos femeninos por motivos no médicos. Estos procedimientos se llevan a cabo por diversas razones culturales, sociales y religiosas en diferentes partes del mundo, siendo consideradas una violación de los derechos humanos y una forma extrema de discriminación de género.
En el caso de Colombia, la mutilación genital femenina es una práctica principalmente étnica que implica la alteración o eliminación parcial o total de los órganos genitales femeninos. Esto conlleva graves consecuencias físicas, emocionales y sociales para las mujeres y niñas que la experimentan.
En el país, está presente la mutilación genital femenina tipo 1, que según Naciones Unidas se basa en cortar total o parcialmente el clítoris.
¿Cómo se ven afectadas las mujeres con la MGF?
Existen creencias erróneas que dictan que la vulva debe ser alterada para mantenerla "limpia y seca", pero estas prácticas constituyen una mutilación que inflige graves daños físicos y psicológicos a las mujeres. Estas lesiones pueden incluir hemorragias y tienen el objetivo de someter y restringir la soberanía y autonomía femenina al limitar su placer sexual. Además, esta mutilación puede afectar la menstruación y causar dolor durante el parto o al tener relaciones sexuales.
Sumado a ello, Fallon mencionó otra problemática relacionada con la vulva, como es el caso de la labioplastía y otros procedimientos estéticos, que no solo reflejan una problemática en torno a los cánones de belleza infundidos por la televisión y los medios de comunicación, sino que también plantean interrogantes sobre la autonomía corporal y la presión social ejercida sobre las mujeres para que se conformen a estándares irreales.
La problemática de las cirugías "estéticas" en la vulva
En primer lugar, la presión social y los estándares de belleza irreales promovidos por los medios de comunicación y la cultura popular contribuyen a la percepción distorsionada del cuerpo femenino, fomentando la idea de que la vulva debe ajustarse a ciertos ideales estéticos para ser considerada atractiva. Esto perpetúa una visión reduccionista y superficial de la sexualidad y la identidad femenina, relegando la diversidad natural del cuerpo humano a un segundo plano en favor de la homogeneización y la mercantilización de la belleza.
Además, la realización de cirugías plásticas en la vulva plantea preocupaciones éticas y médicas significativas. La medicalización excesiva de la anatomía femenina con fines estéticos refuerza la idea de que la autoestima y la felicidad de las mujeres están intrínsecamente ligadas a su apariencia física, descuidando otros aspectos fundamentales de su bienestar emocional y psicológico. Además, estos procedimientos conllevan riesgos inherentes, tanto físicos como psicológicos, que no siempre son plenamente comprendidos o discutidos adecuadamente con las pacientes.
Sin mencionar que, la normalización de la cirugía plástica genital puede perpetuar nociones patriarcales sobre el control y la propiedad del cuerpo femenino y como nos contó Fallon Hernández, puede terminar en que en la realización de un proceso “estético” le mutilen el clítoris a una mujer sin su consentimiento.
Fallon le contó a Las Kienes que conoció el caso de una mujer que fue a que le pusieran bótox en los labios externos y le cortaron los labios internos sin su consentimiento.
En ese sentido, queda claro que la MGF merece atención, pero también debe abordarse desde un punto de vista que privilegie la protección de la vida y la libertad de las mujeres, más allá de la erradicación y el juicio cultural.