Los cabos sueltos en el caso del papá de Juanfer Quintero

Mié, 01/01/2020 - 11:14
La familia de Jaime Enrique Quintero Cano, padre del jugador de la Selección Colombia y volante del River Plate de Argentina, Juan Fernando Quintero, anunció que pedirá que se reab
La familia de Jaime Enrique Quintero Cano, padre del jugador de la Selección Colombia y volante del River Plate de Argentina, Juan Fernando Quintero, anunció que pedirá que se reabra el caso de la desaparición de Quintero Cano, ocurrida en marzo de 1995 mientras prestaba servicio militar, hace 24 años. Silvia Quintero, hermana de Jaime Enrique, anunció que los abogados de la Corporación Jurídica Libertad, que ha asesorado a la familia, “están analizando detenidamente el paso a seguir y mirando toda la argumentación jurídica para poder reabrir el caso”, con el que estaría relacionado el nuevo comandante del Ejército colombiano, el general Eduardo Enrique Zapateiro Altamiranda, pues para la época él era el encargado de la compañía de instrucciones y estaba al frente de la Brigada XVII del Ejército, en el municipio de Carepa, en el Urabá antioqueño. Adriana Arboleda, directora de la Corporación, indicó que por este caso había una demanda administrativa que se perdió en primera instancia en el Tribunal Administrativo y en segunda instancia ante el Consejo de Estado.  Sin embargo, hay varios elementos a tener en cuenta. Primero, que es una demanda de reparación directa contra el Ministerio de Defensa por una falla en el servicio. Es decir, no es una investigación penal contra el general Zapateiro, por ello él no puede decir que ya fue absuelto.
“Realmente no ha habido una investigación penal para establecer su responsabilidad individual”, dijo Arboleda.
Segundo, el caso fue resuelto por un juez de descongestión. Esto significa que, ante la cantidad de casos represados, se nombraron jueces con poca experiencia para atenderlos. Según Arboleda, “hay que tener en cuenta que esta justicia es rogada, es decir, que no investiga sino que solo valora a partir de las pruebas y hechos presentados por la parte demandante y los demandados”. La abogada indica que el Ejército “hizo todo lo posible para señalar que la víctima tenía problemas mentales y era drogadicta”. Y tercero, “la verdad es que la desaparición forzada de Jaime Enrique nunca ha sido investigada y a él el Ejército nunca lo ha buscado”, por lo que considera que el caso permanece en impunidad. Este lunes se posesionó como comandante del Ejército Eduardo Zapateiro. Y ese mismo día, el ‘10’ del River, Juan Fernando, rompió su silencio y en una serie de mensajes vía Twitter le pidió una reunión al alto militar para “saber qué pasó” con su padre.
“Tengo el derecho como hijo, a saber qué pasó con mi padre y eso él (es) lo que quiero saber, porqué he sufrido y he visto mi familia sufrir problemas sociológicos y mentales y la ausencia de mi papá siempre, está el vacío y lo siento a diario ... solo quiero saber qué pasó…”, dijo el joven futbolista.
Ante este mensaje, el general Zapateiro respondió durante su ceremonia de reconocimiento de tropas, realizada en la Escuela Militar José María Córdova. El alto mando militar afirmó que las puertas de su comando en el Ejército están abiertas para él y su familia.

Versiones encontradas

En un comunicado, el Ejército Nacional señaló que el comandante no tuvo responsabilidad en este caso e hizo eco de dos decisiones del Tribunal Administrativo de Antioquia y la Procuraduría Delegada para la Defensa de los Derechos Humanos, que concluyeron que por la desaparición de Quintero “no existe prueba de responsabilidad" contra Zapateiro ni contra ningún integrante del Ejército. La institución dijo que lamenta profundamente el hecho sufrido por la familia Quintero Cano, que deja en evidencia “el actuar de grupos ilegales en esa zona y que condujo a la desaparición del señor Quintero”. Al respecto, Silvia Quintero asegura que efectivamente para la época la región del Urabá había sido declarada zona roja por masacres y enfrentamientos, pero sostiene que el Ejército "no debería trasladar la responsabilidad a los grupos armados", a quienes "ellos mismos debieron haber combatido", pues su hermano no había jurado bandera y "solo permaneció ocho días en la Compañía de Instrucción, precisamente a cargo del capitán Zapateiro".
"Mi hermano desapareció fue en la brigada XVII", recalca.
Aún así, las versiones no coinciden. Silvia Quintero, quien también hace parte de la Mesa Departamental sobre Desaparición Forzada relató en detalle lo que ocurrió aquel mes del año 95. Según Quintero, él (Zapateiro) “siempre dice que no tuvo nada que ver, que solamente ordenaron su traslado a Medellín, unos cambios, pero hoy sigue desaparecido mi hermano y nunca pudieron comprobar que él hubiese firmado una salida sano y salvo de la Brigada XVII; es decir, él desapareció allí, donde fue visto por última vez”. Silvia relata que su hermano se presentó en la IV Brigada (en Medellín) para prestar el servicio militar, salió apto, pasó todos los exámenes y después "nos dice que se tenía que presentar el 1 de marzo; fue la última vez que nosotros lo vimos".
“Él nos llamó al día siguiente en la madrugada, que le había tocado en Urabá, en el batallón Voltígeros; en ese tiempo había unos enfrentamientos entre la guerrilla (las Farc) y el Ejército. Entonces, dijo que los trasladaban en avión y los llevaron hasta allá. Nosotros estábamos esperando que él nos llamara, porque siempre se comunicaba con nosotros, donde estuviera… Como él también fue jugador de fútbol, siempre donde le tocara nos llamaba”, narró.
Sin embargo, Jaime nunca los llamó ni supieron de su llegada. En vista de eso, su familia decidió enviarle una carta con un vecino que en aquel tiempo residía en el sector y que estaba en el batallón Vélez, contiguo al Voltígeros, en la misma Brigada (en el municipio de Carepa).
“Él nos llamó muy preocupado y nos dijo: ‘No lo he encontrado, pero no sé qué es lo que pasa, porque yo fui donde el capitán Zapateiro Altamiranda y le pregunté si tenía en la lista el nombre de su hermano, y él me dice que no, que no lo conoce. Después, los soldados me llaman aparte y me dicen: Mire, él si lo conoce, ellos tuvieron un altercado. Él maltrató a ese joven y el joven se levantó contra él (el general) y se defendió’. Y dijeron que lo iban a devolver porque tenía muchos problemas de indisciplina. Entonces, el vecino se devuelve y le pregunta que los soldados le dicen eso, entonces él dice: 'Ah sí, ya lo recuerdo. A ese joven yo mismo lo llevé hasta el aeropuerto y lo despaché para Medellín”, relata Silvia.
Ella afirma que su vecino los llamó y les contó lo que había ocurrido, por lo que inmediatamente fueron hasta la IV Brigada, donde encontraron a un hombre llamado Edison de Armas Aviles, quien les dijo: “Él no puede haberlo llevado, porque él me lo entregó a mí, con 30 mil pesos, y me dijo: ‘Móntelo en un bus (de la compañía Sotraurabá) y llévelo junto con este otro muchacho (sin dar nombres). Entonces necesitamos encontrar también al otro muchacho, porque dicen que el otro muchacho se devolvió y no quiso salir del batallón. No sé... hay una persona que fue devuelta con él y no la hemos podido encontrar. Dicen que él es el que sabe hasta donde llegaron, no sé si lo sacaron de la Brigada XVII, no se qué pasó”. En todo caso, según relata la mujer, Edison de Armas dijo que allí “iban a meter a la cárcel a más de uno” y que él sentía que lo habían utilizado. Aún así, y aunque señaló que la situación era muy complicada, le dijo a la familia de Quintero que fueran y denunciaran, y “que si algo (pasaba)”, él iba y declaraba.
“Y sí, a él lo llamaron de la Defensoría del Pueblo. Le tomó la declaración a puño y letra un señor de apellido Mazo en Medellín, y él relató lo que sabía. Después fuimos a la IV Brigada, hablamos con el coronel Carlos Alejandro Rueda y nos dijo que nos apoyaría en la búsqueda, que estaba preocupado por la situación, pero luego no nos permitían entrar. Después, el capitán Elber Caro Niño nos hacía salir de la brigada, decía que ya no preguntáramos más. Le prohibió a Edison atendernos. El ambiente se puso muy pesado”.
Hoy por hoy, Edison Aviles también está desaparecido y, de acuerdo con Silvia, se dieron cuenta de ello porque un funcionario de la Procuraduría en Medellín, Javier Hurtado, les dijo que él había abandonado el Ejército después de cometer varios ilícitos. “Pero nunca conocimos más”. Hay versiones que indican que Jaime Enrique fue bajado del bus en un punto del Urabá por hombres del comandante paramilitar Carlos Castaño.
“Si él no tiene nada que ver, ¿por qué no lo buscó?"
Silvia Quintero afirmó que tanto ella como los demás miembros de su familia quedaron “consternados” e “indignados” con el nombramiento del general Zapateiro en la comandancia del Ejército. Sin embargo, ve algo positivo en ello.
“La salida del otro (Nicasio Martínez) fue por algo. Pero en realidad en este caso nos beneficia que el otro haya salido y que este haya entrado, porque así se activa el caso de mi hermano”, indicó.
Quintero se cuestiona que “si él no tiene nada que ver con la desaparición” de su hermano, “al menos, para limpiar su nombre, debió haber emprendido la búsqueda junto con nosotros”. Según la mujer, el caso de su hermano fue archivado por falta de pruebas, pero la desaparición forzada es un delito de lesa humanidad que no prescribe: "Entonces, por permanecer en el tiempo y hasta que no sepamos qué pasó con nuestro hermano, hasta que el Ejército Nacional no diga qué hizo con él, pues estará siempre vigente". La familia de Jaime Enrique hace un llamado a todos los militares que estaban en la Brigada XVII, porque el caso “llegó a boca y oídos de todos allí”, a que “se pongan la mano en el corazón” y les digan qué pasó, “para que alivien este dolor y sanen sus almas de un sentido de culpa, porque cuando uno sabe qué pasó y lo guarda, también es culpable”, concluye Silvia.
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