Nuestra conciencia se puede definir como la capacidad que tenemos para reconocernos a nosotros mismos junto con nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y acciones.
Lo contrario sucede con las personas inconscientes que son incapaces de entender lo que acontece a su alrededor y en su interior. Por eso, es de vital importancia anteponer nuestro despertar espiritual por encima de cualquier cosa en la vida.
El primer paso sería el autocuidado, el cual es una de las llaves que pueden abrir la puerta hacia el bienestar personal para gozar de la alegría de vivir de instante en instante sin la preocupación del futuro, pues en realidad, el presente no tiene futuro y el pasado está impregnado de culpa innecesaria y vergüenza inmerecida.
Vivir en el aquí y en el ahora es el verdadero desafío que sólo pueden aprender aquellas personas que ejercitan el arte de la paciencia, el desapego y la confianza en sí mismos, junto con la sensatez y sobriedad mental para tomar la decisión más conveniente de acuerdo con las circunstancias del momento.
Si enfocamos la mayoría de la energía de nuestro cerebro en que las cosas nos van a salir mal, esta actitud negativa y pesimista hará que fracasemos en todos nuestros proyectos.
Una actitud positiva acompañada de reflexión, ejercicio físico, relajación y recreación, nos ayudarán a concentrarnos en soluciones efectivas y no en la generación de más problemas por resolver.
Todo en la vida es un proceso. Nada es fácil y mucho menos “mágico”. La disciplina diaria para no dejarnos controlar por emociones tóxicas nos ayuda a desarrollar nuestra fortaleza interior, con el fin de afrontar como guerreros espirituales cualquier problema por difícil que sea en nuestra vida diaria.
Recordemos que la mente esclavizada por el ego enfermo, el temor, la indecisión y el resentimiento, no podrá conectarse a la armonía y al sosiego que proviene del centro del alma.
Ese sencillo acto es la base de la nueva “conciencia colectiva”, en donde todos somos uno. Las emociones y pensamientos positivos son superiores a los pensamientos y emociones negativas, debido a que con los primeros alcanzamos plenitud, bienestar y felicidad, mientras que con los otros nos sumergimos en la desesperación, la ansiedad y la angustia.
Toma conciencia de que eres un ser demasiado valioso como para seguir haciéndote daño. ¿Qué esperas para cambiar esos tristes hábitos destructivos y no volver a dejar escapar ninguna oportunidad de hacerte el bien y hacerle bien a los demás?
Por eso, yo soy un ser, esencialmente, con un alma que define mi identidad espiritual. La naturaleza del alma es la bondad, la paz y el amor, y esto me convierte en una persona digna de respeto y con la dignidad suficiente para construir una vida plena desde la orilla de la solidaridad.
Al encontrar mi verdadera esencia puedo entonces descubrir la esencia de los demás, valorarlos y respetarlos de la misma forma en que aprendí a hacerlo conmigo mismo. Mi naturaleza genuina es la bondad y mi fuerza es el amor, ¿Quién soy yo más allá de todas las cosas que he podido aprender? Sin duda, me doy cuenta de que este caudal de pensamientos y sentimientos que sanan mi existencia provienen de mi propia consciencia plena.