El amor es el secreto que anima todas las cosas del universo. Es una fuerza casi imposible de definir desde la razón, pero sin lugar a duda, se puede experimentar desde el corazón. Por amor nos sentimos atraídos hacia otra persona y, sentimos el impulso ancestral de unirnos a ella para formar la pareja y ser felices.
Esta magnética fuerza natural se manifiesta además de los sentimientos afectivos en las más variadas emociones que también Despiertan la Química del cuerpo y encienden las más increíbles pasiones.
Sexo sagrado y amor incondicional
El deleite sexual es esencial para lograr una armónica relación con el otro, pues el sexo es un regalo de Dios. Algunas personas prefieren reprimir sus impulsos y desde su disfuncionalidad criticar o condenar lo concerniente a la sexualidad humana, pero en realidad el único “pecado” que se puede cometer en la pareja es el de “no ser felices”.
El disfraz más triste que podemos usar es el de fingir amor y realizar el sexo sin afecto, respeto y consideración por nuestra pareja.
Esta máscara anula la confianza y genera heridas y resentimientos muy profundos, en la pareja, pues para algunas personas una de las relaciones más difíciles de lograr es ser amigos de ellos mismos. Si dejamos que el amor y la comprensión habite en nosotros, el resentimiento y el odio no podrán ser nuestros huéspedes.
Si reprimimos nuestros instintos, no llegaremos al amor y tampoco experimentaremos a Dios. El amor sano nace de la voluntad de estar junto a la pareja, con el único fin de gozar la plenitud que se siente al dar y recibir afecto, apoyo y seguridad al otro.
Sexo y amor, son la eterna pregunta con respuestas similares desde todos los ángulos religiosos, románticos o científicos, pues es la misma cara de una sola moneda: en esencia es unificación y no división. Al intentar separarlas, aparece una disonancia. Interior que termina. Por abrir las puertas a muchas de las patologías mentales.
La voluntad de amar sin condiciones
La paz interior se produce cuando regresamos a la inocencia y gozamos nuestra naturaleza más profunda, es decir, la capacidad de elegir a quién nos entregamos y con quién compartimos nuestra intimidad, sin condiciones ni imposiciones. Esa entrega libre y ese ¡Sí quiero! Son espontáneos y es uno de los misterios más insondables del ser humano.
Más allá del simple “deseo sexual” masculino o la conquista del orgasmo femenino, existe otra maravillosa dimensión del amor llamada “el éxtasis” y para llegar a ese nivel de conciencia expansiva, es necesario experimentar el sexo y no quedarse atascados en tabúes ideas, prejuicios y temores.
De la sombra a la luz
Recordemos que el amor auténtico no está basado en la perfección. Por eso, puede resistir las peores desilusiones y los errores constinuos que como humanos comentamos ¿quién soy yo para juzgar al otro?
Amar no es condicionar. La “domesticación” en el amor de pareja distorsiona su esencia vital. La energía sagrada que mantiene el vínculo se agota cuando por temor, fingen lo que no son y empiezan a creerse sus propias mentiras.
Para salir de la cárcel emocional, debemos entender que la energía sexual y los sentimientos del corazón deben aprender a conocerse, a ser amigos, a sentirse cómodos y confiados dentro de cada cuerpo para producir la alquimia sagrada que los identifica con su propia divinidad, a fin de amar, sanar y crecer desde una nueva libertad donde no existen las divisiones pues todos somos Uno.