Una vida con propósito es una vida enfocada hacia objetivos congruentes para alcanzar la acción del éxito. Si tenemos tiene una respuesta clara sobre lo que nos hace sentir bien y en armonía, de seguro estamos mucho más cerca de conocer el verdadero éxito personal al entrelazar los sueños y las aspiraciones con la realidad cotidiana, que es lo que nos hace realmente felices.
De modo que el éxito artificial y simulado es condicionado por el marketing basado en indicadores externos a nuestra esencia, tales como la influencia sobre los demás, la obsesión por el poder político y social, el estatus, la vanidad, el egocentrismo, el culto a la belleza física y la soberbia, entre otros.
Paradójicamente, así invirtamos gran parte de la energía vital en alcanzar estas metas, la insatisfacción de saber muy en el fondo del alma que dichas expectativas no son los verdaderos valores humanos que nutren la existencia, nos produce un gran vacío que acentúa la confusión de una vida sin sentido.
Uno de los resultados de la idea occidental basada en la competencia obsesiva hacia el éxito es el de “la envidia”; un sentimiento altamente tóxico ante la frustración de ver mi incapacidad reflejada en el éxito material del otro (esto no es de extrañar, pues sin duda los iguales se atraen y los sentimientos son mutuos).
El éxito auténtico se detecta cuando en el transcurrir de los días y especialmente en las noches, conseguimos conciliar el sueño y descansar la mente, las emociones y el cuerpo. Entonces, despertamos invadidos de una sensación de bienestar y sosiego interior, sintiéndonos seguros de que estamos viviendo conforme a nuestras reales expectativas.
El éxito no es un golpe de suerte, es un proceso consciente al momento de mejorar continuamente la calidad de vida y, por ende, ayudar a mejorar la calidad de vida de los demás.
La paz del alma es el verdadero éxito personal
El arte de vivir en paz es el resultado de haber atravesado diferentes pruebas adversas, dolorosas, desafiantes y reveladoras a lo largo de la vida, que impulsan al encuentro de la auténtica esencia.
Conocerse a uno mismo es un proceso largo y de transformación constante, pues hemos aprendido a utilizar varios disfraces sociales, que nos separan del carácter humano y trascendido con el que fuimos creados.
La mentira habita en la Tierra mucho antes que las palabras. Las especies se camuflaban para sobrevivir en lugares salvajes y agrestes. Hay realidades ocultas en las profundidades del inconsciente, en esa caja de Pandora llamada mente, tales como heridas de infancia, traumas, abusos emocionales y sexuales, ira, resentimiento, rechazo y muchas otras emociones encubiertas.
Sin prisa, pero con la firme y humilde convicción de seguir la guía de un Poder Superior y desde el lenguaje del corazón, podemos tener la oportunidad de sanar, perdonar, aceptar y liberar todo este peso existencial, reconociéndonos como seres vulnerables pero aceptados y unidos al amor incondicional del Creador.
El poder de la sencillez nos ayuda a entender la realidad con calma, y a enfocarnos en conseguir que nuestras metas y objetivos estén basados en la buena intención, pues los frutos reales no son siempre económicos.
Es importante nuestro capital emocional y en la medida que brindemos amor y compasión, esa misma energía será automáticamente dirigida hacia nuestro propio interior, con el fin de volvernos dueños de nuestros actos y decidir un mejor destino.
Esa capacidad interior, se fortalece a través de la meditación, la oración y la reflexión. Pero, no es evadiendo la vida como lograremos esta meta universal, sino por el contrario, viviendo la vida con sus confrontaciones, problemas y desafíos. Tenemos una inusitada capacidad espiritual para superar cualquier dolor o situación por terrible que sea.