Filosofía Estoica: vivir con sencillez

Mié, 12/06/2024 - 10:51
Tengamos en cuenta que, vivir según valores como el respeto mutuo, la confianza y el autocontrol es más valioso que la riqueza o el éxito externo.
Créditos:
Katerina Pavlyuc

¿Para qué sirve la ropa? Musonio Rufo aconseja vestirse para proteger el cuerpo, no para impresionar a los demás. Buscar lo necesario, no lo extravagante. Lo mismo ocurre con nuestra casa y el mobiliario. Deben ser funcionales y hacer poco más que mantener fuera el calor y el frío, y resguardarnos del sol y el viento.

Séneca también dice que da igual que la casa esté construida con paja o con mármol importado: “sabed que el hombre lo protege igualmente la paja que el oro”. Los estoicos están a favor de un estilo de vida sencillo, que se limite a satisfacer nuestras necesidades. Y debemos tener siempre presente que las cosas materiales son indiferentes. Lo importante es cómo lo manejamos.

Por un lado, no debemos apegarnos a lo que no se puede quitar. Como nos recuerda Marco Aurelio: “recibir sin orgullo, desprenderse sin apego”. No debemos acumular. La mayoría son inútiles y superfluas. Vemos las cosas como si fueras gratuitas porque nos salen batatas o nos las regalan, pero nos cuestan mucho.

Séneca señala que toda acumulación tiene un coste oculto. Más no siempre mejor. Lo gratis no siempre es gratis. Y cuando hayamos experimentado el lujo, anhelaremos aún más. Conseguir cosas no nos hará felices, y querremos más y más para saciar nuestra sed. Sin embargo, como observa Epicteto, “la libertad no se consigue con la saciedad de lo deseado, sino con la supresión del deseo”.

La verdadera riqueza reside en querer menos. Dice Séneca: “Ninguna persona tiene el poder de tener todo lo que quiere, pero está en su poder no querer lo que no tiene, y poner alegremente en buen uso lo que tiene”. Nuestro objetivo debe ser “estrechar nuestros patrimonios para estar menos expuestos a las injurias de la fortuna”.

Tengamos en cuenta que, vivir según valores como el respeto mutuo, la confianza y el autocontrol es más valioso que la riqueza o el éxito externo. Nunca debemos comprometer nuestro carácter para hacernos ricos. Ser una buena persona es el mayor bien que existe. Y es todo lo que se necesita para vivir una vida feliz y plena.

¿Pero qué pasa si eres rico como lo fueron Séneca y Marco Aurelio? En primer lugar, la riqueza debe llegar por medio honorables y gastarse con honor, dice Séneca, y añade: “Pues el hombre sabio no se considera indigno de los regalos de las manos de la fortuna: no ama la riqueza, pero prefiere tenerla; no la deja entrar a su corazón, sólo a su hogar; y aquella riqueza que es suya no la rechaza sino que se le queda, deseando que brinde mayor espacio para que practique la virtud”.

La riqueza suele ser un extra que nos llega si actuamos bien y expresamos nuestro yo más elevado. Y, si la obtenemos, debemos aceptarla sin orgullo, pero también, sin aferrarnos a ella. Es bueno tenerla y puedes disfrutarla, pero debes estar preparado para perderla. Tenerla o no tenerla no debería suponer ninguna diferencia. Séneca dice además: “Así las riquezas lo conmueven y alegran como al navegante un viento propicio y favorable, o un día bueno y un
lugar soleado en el frío del invierno”.

La idea es poder disfrutar de algo y al mismo tiempo ser indiferente a ello. Así que acepta ese viento favorable cuando lo tienes, pero sé indiferente o incluso feliz si no lo tienes. En última instancia, la realidad es buena tal y como es: tanto los ciento favorables como las tormentas.

“La filosofía estoica pide una vida sencilla; no una penitencia”, como dice el autor William Irvine. No pide renunciar a la riqueza. Pide, sin embargo, usarla con cuidado y tener en cuenta que sólo es un préstamo de la fortuna y que nos puede ser arrebatada en cualquier momento.

“Filosofía Estoica: vivir con sencillez” en la voz del Logoterapeuta y Coach de Vida Armando Martí© (una adaptación del libro El Pequeño Libro del Estoicismo de Jonas Salzgeber), para la sección Konciencia de KienyKe.com. Escúchalo, disfrútalo y compártelo:

Olvídate de la fama

Estamos mejor si somos indiferentes a la fama y el estatus social. Después de todo, no está bajo nuestro control. ¿Qué piensan los demás de nosotros? No depende de nosotros. No debemos confundir el éxito exterior con lo verdaderamente valioso: la paciencia, la confianza, el autocontrol, la compasión, la perseverancia, el valor y la razón.

Al buscar estatus social, damos a otras personas poder sobre nosotros. Tenemos que actuar de forma calculada para que nos admiren, y debemos abstenernos de hacer cosas en su contra. Buscar la fama nos esclaviza. Centrémonos más bien en lo que controlamos: nuestro comportamiento voluntario. Lo importante es ser lo mejor que podemos ser. Expresar nuestro yo más elevado en cada momento. No debemos buscar el agradecimiento o el reconocimiento por hacer lo correcto. Hacer lo correcto es una recompensa en sí misma.

“Cuando lo has hecho bien y otro se ha beneficiado de ello, ¿por qué, como tonto, buscas una tercera cosa: crédito por la buena acción o un favor a cambio?”, se pregunta Marco Aurelio. En lugar de vincular nuestro bienestar a lo que piensen los demás, deberíamos vincularlo a nuestras propias acciones. Esto es lo único que controlamos.

Lo que importa es tu carácter y tu comportamiento. Así harás lo que es correcto y no lo que agrada a los demás. A menudo, son cosas muy diferentes. Obtén la satisfacción de ser lo mejor posible. Olvídate de perseguir la fama y los aplausos, céntrate en tu comportamiento virtuoso; actuar con razón, valor justicia y autodisciplina.

La fama puede llegar como un plus por ser una buena persona. Pero no lo hagas por la fama: es incierta, efímera y superflua. Como observa Marco Aurelio: “Reflexiona también sobre la vida por otros vivida hace tiempo, sobre la que vivirán con posterioridad a ti y sobre la que actualmente viven en los pueblos extranjeros; y cuántos hombres ni siquiera conocen tu nombre y cuántos lo olvidarán rapidísimamente y cuántos, que tal vez ahora te elogian, muy pronto te vituperarán; y cómo el recuerdo ni la fama, ni, en suma, ninguna otra cosa merece ser mencionada”.

Prácticamente, las cosas cambian a medida que las miras, y luego se olvidan. Seamos indiferentes a lo que los demás piensan de nosotros. Despreciemos tanto su aprobación como su desaprobación. Y centrémonos en lo que está en nuestro poder: nuestras acciones bien intencionadas. Hacer lo correcto es una recompensa en sí misma. Busquemos la satisfacción en eso.

Creado Por
Armando Martí
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