En la historia de España se conoce como “Semana trágica” al conjunto de sucesos habidos a mediados de 1909 en Barcelona y otras ciudades de Cataluña, con decenas de muertos y de edificaciones religiosas saqueadas e incendiadas por masas de izquierda opuestas al gobierno. Pero no hablaré de esa semana, ni de las semanas trágicas de febrero de 1913 en México, de enero de 1919 en Argentina y de abril de 1920 en Guatemala.
Hablo de Semana, la revista colombiana en la que se acaban de registrar unos hechos que resultaron “trágicos” (de ahí lo de Semana trágica) para la poderosa Comunidad Mamerta Colombiana, Comac, formada por mujeres y hombres burgueses que actúan en medios privados, redes (anti)sociales, portales online, empresas capitalistas, etc., instancias desde las cuales, con tabacos habaneros y ron con camarones, le hacen el juego a la izquierda. Los hechos en la revista revisten un alcance tal, que los socios de la Comac colapsaron de angustia vital, inseguridad rectilínea, incertidumbre agónica, dolor inconsolable, confusión en las mentes y desesperanza tóxica.
Fueron varios y en distinto orden. Sin embargo, el más trágico, el que más ira y dolor causó en los miembros de la Comunidad, fue la renuncia tanto del núcleo superior de periodistas de la publicación, como de los columnistas “progresistas” María Jimena Duzán, Antonio Caballero, Alfonso Cuéllar, Oscar Alarcón y el ilustrador Vladdo, todos ellos (estos y aquellos) “leyendas del periodismo nacional”, en sentir de la periodista Cecilia Orozco, que incluye a sus colegas Daniel Coronell y Daniel Samper O., que se habían retirado meses antes.
Nunca en Colombia habíamos tenido una Semana tan ‘trágica’
¿Por qué renunciaron? En primera instancia, por la compra que del ciento por ciento de la revista hizo el banquero Gabriel Gilinski, quien ya poseía la mitad, y por la entrega del control editorial del grupo Semana a la periodista Vicky Dávila. Pero había otras razones de los damnificados: que la publicación ya no se inspiraba en la “progresista” británica The Economist, sino en la cadena “conservadora” Fox News, estadounidense, y que se dejara influenciar “de la gerente Sandra Suárez, exministra de Uribe, además de Vicky Dávila, el presentador de televisión Luis Carlos Vélez, o la columnista Salud Hernández. Todas ellas de visión conservadora”, sostiene el diario El País, de Madrid (15nov2020).
En medio de la enorme confusión mental generada por la “hecatombe”, llamada así por el columnista Juan José Hoyos (El Colombiano, 15nov2020), vinieron otras justificaciones. Por ejemplo, el citado Vladdo le dijo a El País que “no podía seguir bajo la dirección de una persona [Vicky Dávila] que pone por encima su protagonismo en perjuicio de los hechos y el análisis”. (Aquí, entre nos: ¿no fue eso lo que usted hizo durante años en la revista?). Por su parte, para Alfonso Cuéllar, la Semana que murió “no era un botafuego”. (Aquí, entre nos: ¿se le olvidan los años de irrefrenable botafuego antiuribista de periodistas y columnistas?). El ex editor Rodrigo Pardo se suma y añade que “fueron tiempos de ejercicio independiente del periodismo”. (Aquí, entre nos: ¿ejercicio independiente del periodismo por atacar semana tras semana al expresidente Uribe y al uribismo, en general, y presentar, en las elecciones de 2018, a Gustavo Petro como “el candidato del pueblo” y a Iván Duque como “el candidato de Uribe”, según nos consta a los suscriptores?).
Las anteriores son solo muestras de las reacciones de los renunciados (miembros, también, de la Comac). Hay más. Por ejemplo, la también citada Cecilia Orozco dice que Vicky Dávila y Salud Hernández se limitan a secundar “como por oficio, los alegatos de los abogados” de Uribe, y que los nuevos columnistas son “la antítesis de los analistas que escriben pensando en el bien común”. (Aquí, entre nos: ¿se le olvidan los tiempos en que Semana secundaba como por oficio los alegatos de los abogados contra Uribe, y permitía que los analistas solo pensaran en el mal del exmandatario y el uribismo?).
Más: la poeta Piedad Bonnett, socia de la Comac, sostiene en El Espectador (15nov2020) que el sueño de Gilinski era “hacer que Semana funcionara … al servicio de la derecha más emponzoñada y obsoleta. ¿Y quién podía hacer bien esa tarea, según ese grupo? Una periodista [Vicky Dávila] que se ha caracterizado por … su uribismo apasionado … que arrastra con su tono pendenciero a un público ansioso de emociones”. (Aquí, entre nos: ¿no recuerda, poeta, la infinidad de ediciones de la revista en las que se destilaba el antiuribismo más emponzoñado y obsoleto, expresado por periodistas y columnistas apasionados, en un tono pendenciero, a un público ansioso de emociones?).
¡Compadezco a los socios de la Comac por la Semana trágica! ¡Que el Cristo de Buga, a pesar de los compromisos que mantiene, les dé la fortaleza moral necesaria para recuperar fuerzas y poder emprenderlas de nuevo contra el presidente Duque, el expresidente Uribe y el uribismo, responsables únicos de los males de esta patria de petros y petras!
San Mamert (buscar en Google), obispo de Viena, en el año 470 organizaba rogativas públicas para poner fin a una serie de calamidades naturales. ¿Qué tal si la Comac erige a San Mamert como su patrono y le pide en rogativa que Semana vuelva a ser la que fue?
INFLEXIÓN. Les sugiero que en esa ocasión, todos –y todas, claro– interpreten febrilmente la vieja ranchera que dice “Que me toquen otra vez La que se fue”…
Por: Ignacio Arizmendi Posada.
21/11/20