Carlos Salas
Carlos Salas

Se reparten la torta

Lo que revela Óscar Andrade, en el podcast de Contracultura, ocurrió apenas pasado un año del plebiscito con el que Pinochet dejó el poder al haber ganado el NO. Era el año 1989 cuando la izquierda se alistaba para comenzar a gobernar en Chile, coincidiendo con la caída del muro de Berlín, pero no del comunismo que seguimos padeciendo. Hay que aclarar la posición de este cantautor de música protesta quien, junto a muchos otros, jugaron un papel protagónico en la resistencia al régimen militar y que, por no doblegarse al nuevo régimen fue marginado por aquellos que se instalaron cómodamente disfrutando de las mieles del poder, los mismos con los que en el pasado divulgaron los horrores de los militares no solo en Chile sino en todo el mundo viajando y cantando en plazas y en salas de concierto. Unas contadas excepciones, entre las que se encuentra Andrade, mantuvieron una posición crítica lo que les costó ser repudiados y expulsados de la escena cultural chilena.

Lo que revela, como testigo directo del cambio radical de la dictadura a la democracia, es que, luego del plebiscito, pero acordado previamente, se repartieron la torta los de la izquierda con los de la derecha. Nos cuenta Andrade que en una conversación privada con el director del diario La Época, sucursal del diario El País de España, le preguntaron si creía que la democracia había llegado por la presión popular, las marchas y las protestas, estaba muy equivocado, “llegó por un acuerdo entre cuatro paredes en donde se le ofreció a las cúpulas de la izquierda y la derecha quedarse con los privilegios y las riquezas de la cúpula militar con la condición de que esas riquezas no llegaran a la gente y mucho menos al medio cultural y artístico”. Con esta declaración se cae todo el castillo de naipes de la izquierda y sus movimientos revolucionarios. No es el pueblo el que tumba gobiernos sino los acuerdos a puerta cerrada entre los mandamases de la derecha y la izquierda.

Andrade lo vino a confirmar cuando fue invitado, junto a otros artistas, a la casa del que por entonces aspiraba al Congreso y que en el 2000 se convertiría en presidente de Chile, Ricardo Lagos quien después de pronunciar un discurso les preguntó: “¿Quién se opone a mi programa?”, aprovechando la oportunidad, le dijo de frente al político lo que había escuchado del director de La Época. Lagos cerró los labios dos veces, que es la manera masónica de frenar la lengua, guardando silencio. Lagos no es de izquierda ni de derecha, es masón.

En esta larga entrevista Andrade habla de Corea del Norte, en donde pudo constatar, en su viaje en los años noventa, que la diferencia era de once entre los acomodados a la tiranía y el pueblo en general. Once kilos de peso que notoriamente se siguen percibiendo tanto en la misma Corea del Norte como en Venezuela, Cuba y Nicaragua. También menciona las agendas globalistas que son las que han llevado al poder recientemente a payasos como Boric, Castillo y Petro y sostenido atroces regímenes como los de Cuba y Nicaragua.

Debo confesar que mi inquietud sobre lo que realmente ocurrió en Colombia durante las elecciones pasadas que, considero, no será revelado en décadas, me ha llevado a una atención constante para detectar cualquier indicio aclaratorio. Cuando veo a la izquierda radical ligada al terrorismo y las mafias narcotraficantes, actuando abiertamente en la defensa de bandidos como Maduro y Ortega, conversando con Uribe, Blinken, Lafaurie y otros de su especie, no puedo dejar de sospechar en que acá está pasando algo así como lo que ocurrió en Chile.

Es evidente que las riquezas naturales y las materias primas con las que Dios favoreció nuestra extraordinaria geografía, junto a su posición geoestratégica y otras ventajas, coloquen a Colombia en la agenda internacional para la conservación de los recursos que requerirán las potencias mundiales en un futuro próximo, representadas por gobiernos, organismos internacionales, corporaciones e individuos con fantásticas fortunas que están dibujando el mapa en un cronograma fríamente calculado en el que no faltan pandemias, guerras y otros juegos siniestros que les garanticen que serán felices teniendo todo cuando nos ofrecen ser felices sin tener nada,

Que Colombia no explote el petróleo ni el gas es importante para ellos no por el 0,3 % de gases de efecto invernadero que produce, sino porque quedan a buen recaudo y bajo tierra millones de barriles de petróleo y millones de metros cúbicos de gas para ser explotados cuando nos impongan la agenda 2030, 2040, 2050, 2060 desde el Foro Económico Mundial o desde cualquier otra nueva organización paragubernamental que maquinen en sus perversas mentes. Mientras algunos de esos poderosos sigan viviendo años y años, trabajando, trabajando y trabajando para beneficio propio y desgracia de todos, nos harán imposible emprender el camino al progreso que garantice salir de la pobreza impidiéndonos construir un entorno mejor para nuestros descendientes.

Los lacayos que imponen en las presidencias de nuestros países poco se diferencian de los que instalan en USA o en Europa.

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Carlos Salas
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