Cada vez que veo por las redes a los que se autodenominan jefes de la oposición exhibiendo sus sonrisas levantando el brazo con el dedo pulgar desplegado en signo de aprobación: Todo bien, todo bien… o festejando un cumpleaños a destiempo, me pregunto de qué se ríen. Pareciera que se encuentran en un país diferente al nuestro, el de los colombianos de a pie, el que quedó en manos de sus peores enemigos, ocupados en mantenernos en constante zozobra desde hace tres semanas con anuncios de reformas y más reformas para confeccionarlo a la medida del emperadorcito y sus compinches, como si ya con lo que hizo Santos y mantuvo Duque no les hubiera complacido y el traje les quedase corto.
Tanto anunciaron que venía el lobo, hasta que el lobo llegó para quedarse, mientras conseguían los votos que juiciosamente depositamos en las pasadas elecciones, de los que muchos nos fueron robados sin chistar por los que fungen de jefes de la oposición quedando con sus acolchados asientos en el Congreso y poco les importaba ser mayoría porque eligieron, ya hace cuatro años y pico y entre los suyos, a quien sería presidente y él muy orondo los dejó a un lado. Duque se dedicó a gerenciar olvidando realizar las transformaciones políticas indispensables luego del desastre dejado por su antecesor, el siniestro personaje que se ha transformado en el enemigo público número uno, ahora en la Fundación Rockefeller, la que no se olvida de premiar a sus fieles servidores.
Para Jesús Triviño “light” como adjetivo significa de poco peso, liviano, poco severo, escaso de importancia, suave, tenue, que ejerce poca fuerza o impacto, tarea fácil de realizar. A partir de esta definición puedo decir que lo que nos queda es una oposición “ligth”, esa que hace marchas “light” que se ocupa de barrer las calles como lo hicimos, en repetidas ocasiones, en contra de los acuerdos de La Habana. Triste fue ver como tanta disciplina y tanta escoba no se manifestó cuando se burlaron del triunfo del NO en el plebiscito porque a esa oposición que no es “light” solo ahora si no que lo ha sido siempre, le dio por negociarlo para que quedara ante los ojos del mundo que el maldito acuerdo fue consensuado.
A esa oposición “light” le encanta el blablabla y las poses, con abrazos incluidos, para las fotografías que se verán por las distintas redes. Esa oposición cuenta con ellas cuando los medios no les dedica lo que cree merecer, claro que con notorias excepciones como una portada de una revista con la que decidieron ¿quiénes? designar jefe de la oposición a una elegante dama que sale, cómo no, sonriendo.
Se dice, con bastante ironía, que si no puedes con tu enemigo unetele. Justamente eso se puso en práctica recientemente con la elección del Contralor de bolsillo designado por el gobierno actual que, inexplicablemente para el común de los mortales, recibió los votos de la oposición “light”. Ya tendrán otras oportunidades para esgrimir argumentos con los cuales justificarán sus actos que tienen tanto de cínicos como de traicioneros.
Y es que estos saben que es poco redituable ejercer la oposición cuando presenciaron cómo Duque, desde su curul en el Senado, logró hacerse a la presidencia sin desgastarse haciéndole oposición a Santos. Lo importante es mantener la pose aparentando firmeza ante el público mientras le sigue el juego al gobierno de turno. Ellos, los de la oposición “light”, esperan que algún día se les haga el milagrito y sean designados por el gran jefe. Las pasadas elecciones parecerían que se salieron del libreto pero hay quienes alegan que no fue así. Cualquier cosa se puede especular cuando nos tienen acostumbrado a disfrazar a la mentira de verdad. A Zuluaga no le dieron el apoyo y eso fue la condena para el país. En lugar de esta macondiana situación en la que caímos, estaríamos rebosantes de optimismo pensando en un país de progreso y justicia. No se debe llorar sobre la leche derramada, aconsejan, pero no lo puedo evitar.