Tenemos que volver a relacionarnos con la naturaleza, a maravillarnos de su belleza, y a contemplar su singularidad. Nuestro planeta es inmensamente rico y nos brinda experiencias únicas, que no pueden ser reemplazadas por la pantalla de un computador.
Debemos reclamar y ayudar a generar una narrativa paralela a la del desarrollo tecnológico, en la que se reconozca y ejemplifique el papel del mundo natural en el bienestar emocional de las personas.
Es indispensable que como seres humanos entendamos que la tierra es una creación divina que nos permite meditar en silencio sobre el verdadero milagro de la vida. Si individualmente no experimentamos los beneficios de relacionarnos con la naturaleza, muy probablemente terminaremos, si es que ya no lo somos, como esclavos de la tecnología.
Indiscutiblemente durante esta época, en la que reinan la inteligencia artificial, las redes sociales y el metaverso, tenemos que revalorar nuestras prioridades como especie, acercándonos a nuestra esencia como seres vivos que se interrelacionan en un majestuoso mundo, que en gran parte aún desconocemos.
Muchas personas pasan semanas y hasta meses sin oler una flor, tocar la tierra, o detenerse a escuchar las aves. Como humanidad estamos a punto de perder, o más bien de renunciar, a lo que alguien definió como “Los favores vitales que la naturaleza le hace al hombre”.
Es en ella en donde el ser humano puede activar con mayor intensidad sus cinco sentidos. Paz, placer, tranquilidad, armonía y salud física y mental, son solo una pequeña muestra de las sensaciones y maravillosos efectos que despierta en nosotros.
No podemos hacer que las nuevas generaciones crezcan desconociendo que, como la fauna y la flora, somos parte de la naturaleza. Por eso reitero que debemos convidar a propios y extraños a redescubrir la elemental conexión que existe entre el medio ambiente natural y el bienestar de las personas.
Necesitamos relacionarnos emocionalmente con ella y, no menos importante, nuestro cuerpo la reclama. Percibamos sus aromas, veamos sus colores, palpemos sus texturas y escuchemos sus sonidos. Con seguridad esto nos hará respetarla más y sentirnos mejor.
En diferentes investigaciones, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Instituto para la Política Ambiental Europea (IPAE) y la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), aseguran que estar en contacto con la naturaleza nos relaja, nos da una inyección de energía, puede ayudar a protegernos de diferentes enfermedades y nos permite apreciar más nuestra existencia.
Colombia tiene la maravillosa cualidad de ser el segundo país más biodiverso del mundo, lo que sin duda es su principal patrimonio. A lo largo de su territorio existen maravillosas riquezas naturales que todos los países reconocen y, por qué no decirlo, envidian.
En este sentido las Flores de Colombia son un patrimonio nacional que le han demostrado, y le siguen demostrando, al mundo el poder de la naturaleza.
Somos la segunda nación en exportaciones de flores, y lo refiero no por el inmenso aporte económico y social que esto representa, sino porque han logrado evidenciar en los más de 100 países a los que llegan, que ellas son la mejor muestra de los beneficios que la naturaleza nos brinda.
Son muchos los estudios que demuestran que las flores nos ayudan a crear vínculos de armonía con nuestros seres queridos y nos generan emociones positivas.
Muestra de ello es la investigación realizada por la Universidad del Norte de la Florida, “El impacto de las flores en el estrés”, que respalda otros estudios conductuales adelantados por investigadores de universidades como Harvard y Texas, los cuales concluyen que regalar flores o agregarlas a los ambientes interiores fortalece los sentimientos, fomenta la creatividad y mejoran el estado de ánimo de quienes los habitan.
Son millones de personas las que alrededor del mundo se reencuentran con la naturaleza a través de las Flores de Colombia. Al admirarlas, percibir sus aromas y descubrir sus infinitas gamas cromáticas, ciudadanos de todo el mundo admiran la inmensidad de la creación.
Lo invito a que la próxima vez que usted vea una flor, se dé la oportunidad de reaprender sobre la naturaleza. Por un momento concéntrese en ese poder emocional que las flores tienen y le regalan para que, con seguridad viva una experiencia única que le hará sentir mucho mejor.
Recuerde que una flor es la majestuosidad de la naturaleza y que ella lo inspirará para crear relaciones más humanas con sus seres queridos. Una flor nos acerca a lo natural aún en medio de los escenarios más urbanos.
