Los antivalores presentes, con la celebración grotesca dedicada a Teo Gutiérrez, en un alarde cantinero, de baja calaña, cuando lo ideal era compartir con el pueblo desbordado, castigado y a distancia. Como no resaltar, era lo indicado, la influyente veteranía con goles de Adrián Ramos y el atrevimiento de Vergara, tan importante en los triunfos. Título sin vuelta olímpica, en el que América hizo los deberes en el primero de dos juegos, con ahorro en goles magistrales, que lo salvaron del descalabro, para ganar apretado y por mínimos.
Crucifijo como mano divina para el técnico, que nunca fue estratega, incapaz de desenredar el partido a través de radicales soluciones tácticas. La holgura la transformó en tensión porque prefirió resistir a proponer, para resolver. El milagro, que denostó en Santa Fe cuando este lo esperaba, le llegó a tiempo para salvar su billetera. Hoy le piden perdón, como a Cristo, muchos de sus detractores. Es la inversión de los principios. Tulio Gómez, con su chequera y sus decisiones, fue el verdadero conductor del triunfo.
Aburrido cierre. Intenso en el trámite, mientras le duró la gasolina a Santa Fe que arrolló en el primer tiempo con su innegociable voracidad apoyada en su temperamento: músculo y corazón es lo suyo. Sin fútbol, claudicó en el complemento para transformar la reacción en espejismo.
América presentó “futbolistas invisibles”, poco influyentes en el trámite, algunos equivocados como aprendices. Al fin y al cabo, con gran futuro, apenas hacen sus primeras armas.
Final de pandemia. Aburrida por pasajes, con la rutina del balón de punta y para arriba, rechazos repetidos y escaso manejo para combinar con la pelota, así locutores y comentaristas exaltaran el juego hasta niveles fantasiosos. Que fácil se miente desde los medios.
Para Santa Fe, que jugó contra pronóstico, perder fue ganar, porque está en copa libertadores, aprobó el año con sus 50 puntos y se redimió de sus crisis deportivas y financieras que amenazan su supervivencia. Encomiable es la militancia sin grietas de sus hinchas, para aguantar con estoicismo el golpe.
Ganó américa, dato estadístico histórico, para la fiesta que aún perdura. Pero no queda en la memoria, por la escasez de calidad en el cierre.
Teo celebra porque la fiesta fue suya. Se la dedicaron los campeones, dominados por la venganza.