Desde la Cumbre de Río en 1992, llamada la Cumbre de la Tierra, en la que se hizo un llamado a ordenar nuestro planeta para enfrentar la pérdida gradual de especies y la amenaza de su extinción, los gobiernos del mundo han tomado mayor conciencia sobre la necesidad de hacer cambios urgentes para evitar lo que en esos días se señaló como una catástrofe anunciada.
Hoy, tres décadas más tarde y luego de realizar cumbres como la de Kioto (1997), Varsovia (2013), y Paris (2015), entre otras conferencias; la amenaza que afrontan los ecosistemas se ha vuelto más crítica. El cambio climático y los fenómenos naturales se han tornado más devastadores y amenazan la supervivencia de centenares de ecosistemas estratégicos.
A lo largo de la historia, el planeta Tierra ha sufrido cambios que van desde glaciaciones, deshielo de los glaciares, la desertización de grandes áreas de tierra y calentamiento global. De acuerdo con estudios de científicos, geógrafos y ambientalistas, estos procesos de deterioro se están acelerando en todos los ecosistemas, muchos de los cuales han perdido ya su capacidad de autorregulación.
Hoy, cuando todo el mundo habla de las emisiones de CO2 y sus efectos nocivos en el clima, poco se dice sobre los impactos en la producción de alimentos y los efectos de los miles de millones de toneladas de comida que se pierden. Este desperdicio provoca un efecto contaminante que incluye la producción de otros gases como el metano, que puede ser igual o más contaminante que el CO2.
Más allá de la iniciativa que radiqué para impulsar la donación de alimentos, hoy a punto de convertirse en ley, soy consciente de que no sólo se trata de evitar que se pierdan millones de toneladas de alimentos que podrían ayudar a superar la crisis alimentaria y el hambre que sufren millones de colombianos; sino también de reducir el efecto contaminante del desperdicio de alimentos que termina en vertederos y fuentes de agua.
Ahora que estamos a las puertas de realizar la COP16 en la ciudad de Cali, donde se abordarán los principales desafíos en biodiversidad, es bueno que nos sintonicemos y miremos sin apasionamientos cada uno de los efectos que los seres humanos generamos y que afectan nuestro planeta.
Los invito a tomar conciencia sobre el tema de los alimentos, su optimización al consumirlos y su disposición final. El desgaste que se produce en los diferentes ecosistemas debido a las toneladas de desperdicios nos está pasando factura a la naturaleza. Aquí el dilema es: o preservamos la naturaleza, o nuestro fin estará cada día más cerca.