No siempre de un mal padre resulta un mal hijo, es decir un hijo que se porta mal con su padre. Los hay quienes consideran a su mal padre como un ejemplo a seguir convirtiéndose en ejemplares hijos de un padre poco recomendable. Es de esperarse que un mal hijo cuente con un mal padre, aunque no siempre, los hay malos hijos de buenos padres, las ovejas negras por ejemplo. Por otro lado, de un padre malo no se puede esperar que termine siendo un buen padre, aunque pueda considerarse así cuando su hijo termina siendo igual o peor que su progenitor, de lo que resultaría un hijo malo pero un buen hijo que satisface las expectativas de un padre malo.
El caso al que haré referencia, ya ustedes lo habrán adivinado, es el del que se han ocupado los medios del mundo, el del padre malo y mal padre, Gustavo y de su hijo malo pero buen hijo Nicolás.
No dudo que este hijo malo sea el orgullo de un padre malo que ahora lo niega para afuera como mal padre que lo es, sin duda, bajo la excusa de que no se pudo ocupar de educarlo -ni me atrevo a imaginar qué tipo de enseñanzas habría podido transmitirle-, porque no le dejaba tiempo el andar custodiando las horrorosas cárceles del pueblo, cuidando armas robadas o haciendo mandados para narcoterroristas de la peor calaña. Por suerte para Nicolás fue abandonado, pero eso de que lo que se hereda no se quita resulta muy aplicable en su caso.
¿De un hombre malo se podría esperar un buen padre? Tal vez, si pone su mayor esfuerzo en que su vástago lo sea en mayor medida y le sea fiel. Recuerdo a don Vito con sus tres joyitas de hijos decidiendo dejar a la familia bajo el cuidado del más sanguinario de ellos que se había comportado como un buen hijo. No sabría asegurar que Nicolás fuese para don Gustavo el Michael que lo fue para don Vito, pero algunos indicios parecerían corroborarlo como el hecho de concederle el manejo de la campaña presidencial en la zona del país más asolada por la corrupción cuando se trata de politiquería y elecciones. Muy orgulloso debió de sentirse el 7 de agosto el ungido al haber logrado su viejo y siniestro objetivo con la ayuda de dineros mal habidos gracias a la colaboración de fieles alfiles entre los que se contaba Nicolás y más orgulloso aún reconociendo las habilidades del muchacho para beneficiarse de pasadita. Bien merecido tenía el vivir en lujosa mansión siguiendo el ejemplo del padre.
Un hijo malo pero un buen hijo resultó Nicolás de un padre malo y mal padre que resultó siendo la fórmula para contar con un hijo malo en esta poco ejemplar familia.
Trastocar todo el sistema de un país tenía que comenzar por casa. Así ha quedado demostrado en esta nueva ocasión para que seamos el hazmerreír del mundo. ¿Quién se podrá tomar en serio a un presidente de un pobre país que se transfigura en el salvador del mundo de la sexta extinción, que paga para no matar y por obra milagrosa transforma a la coca en abono ecológico que salvará al mundo del hambre, por tan solo mencionar unos ejemplos entre tantas manifestaciones de delirios mesiánicos? Nadie, pero nadie, se lo toma en serio aparte de otro chiflado como un tal Soros que lo premia, luego de ésta charada, con una donación de dieciséis millones de dólares para financiar sus locuras habiendo sido tan buen hijo putativo y tan malo como su padre malo.