Cuando se habla de adicción hay que oír a las familias del adicto.
Se muestran tensas, estresadas, inquebrantables preocupaciones y estigmatizadas. Aparecen sentimientos de fracaso y desesperanza. El adicto se lleva por delante la unidad familiar, es inestable y solo encuentra consuelo en el apuro de la ingesta de la droga. Su cerebro busca desesperadamente algo que lo aleje de la obsesión toxica y no lo encuentra: recae y sigue el circulo de la adicción deteriorando más aun su personalidad y sus relaciones con el entorno.
Es un enfermo cerebral.
El latín precisa el termino, addictus, a una enfermedad crónica recurrente del cerebro. Hay una incapacidad para controlar el consumo, deseo imperioso de tenerla cerca, a la mano y, una respuesta emocional anormal. Las relaciones interpersonales no existen y solo la disponibilidad del toxico es quien las organiza inicialmente. No existe una relación sana con el entorno y el adicto se vuelve un agresor contra el medio. Se clasifica como una enfermedad del cerebro: las sustancias psicoactivas y los tóxicos producen alteraciones estructurales en ciertas áreas del cerebro y alteran su funcionamiento. El circuito de recompensa vulnerable y lábil cambia la estructura y fisiología de la corteza prefrontal. Esta es el asiento de las decisiones reposadas, del juicio y de la disciplina del comportamiento.
Diferente de los comportamientos consumistas la adicción es una dependencia con graves secuelas físicas y mentales. El adicto no controla su adicción: vive en función de ella y esta es el eje y condicionante de su vida. Hay varios parámetros que lo definen: ingesta con frecuencia y recurrente, fuerte deseo de consumir, abandono de las responsabilidades y obligaciones sociales. La definición es clara: es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro. El consumo, la conducta recurrente y la incapacidad de controlarlo. Que difícil su tratamiento: el 80% de los adictos caen nuevamente antes completar los dos años de tratamiento.
Las personas adictas llevan consigo una serie de enfermedades asociadas: dolencias cardiacas y pulmonares, cáncer, salud mental como depresión y ansiedad, las infecciones lo colonizan muy rápido y señalamos VIH y Hepatitis C.
Describir los síntomas es muy fácil: estado de ánimo triste, irritabilidad, deterioro de la calidad de vida, ansiedad, insomnio y en algunos enfermos sentimientos de culpabilidad. Las causas del desorden adictivos son múltiples y empiezan desde la infancia, los castigos innecesarios, la ausencia de dialogo y no crecer paralelo con el niño para que en la adolescencia -la fase de mayor peligro-no entre en contacto con estas sustancias. Es un ser solitario.
Hay factores que se deben tener en cuenta para la prevención: los familiares, ambiente adverso en la escuela que llevan a baja motivación, parientes ligados al consumo de drogas y en general todo aquello que lleve a baja frustración y tolerancia. Es un trabaja diario lo que se debe hacer y la motivación: no rendirse.
Complejo el tratamiento de un adicto y especialmente en el mediano plazo. Muchas veces detectamos que ha vuelto a la adicción y las manifestaciones lo permiten anticipar. Regresa el pensamiento obsesivo, perdida de contacto con lazos sanos, depresión y ansiedad. No existe una droga o antídoto para dejar las adicciones, una terapia conjunta donde la familia debe estar involucrada con estos ingredientes: amor, apoyo y disciplina. Llenar el hogar de hábitos y conductas saludables y enfrentar el problema con serenidad y calma. Hace mucho daño dramatizar la enfermedad y se alejan las posibilidades de recuperación
Tenga presente que esto es un problema de salud pública a nivel mundial, el cerebro adicto se desarrolla porque se altera su fisiología y se activa el sistema cerebral del placer. Conforme el uso de la droga se hace frecuente los diversos sistemas cerebrales llevan al paciente a una adaptación neuronal. No se puede olvidar las funciones de la corteza prefrontal con su sistema medial y orbito frontal tan involucrados en la modulación del placer.
El cerebro adicto es un cerebro disfuncional.
Diptongo: 531.000 personas con abuso o dependencia, el 21%. (UNODC y Secretaria Distrital de Salud). ¡Comportamiento pernicioso.