Contra la desinformación: La Reforma Laboral genera crecimiento para todos

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Hay un hecho innegable en el mundo de hoy: un grupo cada vez más grande de países y comunidades supranacionales está cambiando su forma de entender la productividad laboral y el crecimiento económico.

Esta no es una opinión personal, es un hecho evidente: días atrás, Mario Draghi, legendario expresidente del Banco Central Europeo, presentó un informe que le encargó la Comisión Europea sobre la situación de la Unión Europea y las medidas que él consideraba para su relanzamiento. Draghi presentó un plan para impulsar la productividad y su política industrial que apunta hacia un nuevo modelo de desarrollo volcado a la inversión pública productiva, la innovación tecnológica y al fortalecimiento de la demanda interna. “O la Unión Europea se esfuerza en hacer las reformas propuestas, o se enfrenta a una lenta agonía y a la irrelevancia internacional”, sentenció Draghi en la presentación del informe.

La situación no es diferente en Estados Unidos. El gobierno de Biden se ha caracterizado por romper con el dogma económico a través de políticas como la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley de Chips, las cuales implican la mayor inversión pública en infraestructura en ese país desde el New Deal, nuevas protecciones a su producción industrial y garantías para sindicatos y trabajadores.

Similar ocurre en España y México donde los gobiernos progresistas han apostado por el crecimiento económico haciendo una inflexión en sus modelos laborales y productivos a través de reformas laborales garantistas que privilegian la estabilidad laboral, limitan la subcontratación abusiva, promueven la negociación colectiva y aumentan los ingresos de los trabajadores. ¿Con qué resultados? Han tenido cifras récord en generación de empleo, formalización y aumento de contribuciones a los sistemas de seguridad social.

Esta es la vía que el Gobierno Nacional le ha propuesto al país a través de la Reforma Laboral que estos días discutimos en la Cámara de Representantes. Es evidente que nuestro modelo laboral y productivo fracasó: los más de 20 años que hemos tenido bajo el mantra de “trabajar, trabajar y trabajar” han tenido como consecuencia que seamos uno de los países que trabaja más horas, pero produce menos en el mundo, una informalidad estructural y una precarización del trabajo normalizada. Necesitamos hacerlo diferente.

Uno de los principales argumentos que han expuesto quienes se oponen a este cambio es que la Reforma Laboral resulta muy cara. En el Congreso y en muchos medios de comunicación se especula con que aumentaría los costos laborales en un 16,3%. Incluso Germán Vargas Lleras, en una columna reciente, mencionó que la Reforma implicaba un aumento del 30% de los costos del aparato productivo.

Ante estas cifras, junto a mi Unidad de Trabajo Legislativo, nos dimos a la tarea de revisar las fuentes. Respecto a la afirmación estrafalaria de Vargas Lleras no pudimos encontrar ninguna. La cifra del 16,3%, en cambio, tiene su génesis en una intervención que hizo Luis Fernando Mejía, Director Ejecutivo de Fedesarrollo, en un evento de la ANIF en mayo del año anterior. Mejía mencionó un caso hipotético de un micro establecimiento con unas condiciones muy particulares para los cuales la Reforma implicaría un aumento del 16,3% en sus costos laborales.

Al retomar sus declaraciones, numerosos medios de comunicación y políticos de oposición no vieron problema en afirmar que esa cifra se refería al conjunto de la economía, cuando en realidad se trata de un caso muy específico que no es representativo del conjunto de las empresas del país, y ni siquiera es representativo de las microempresas formales del país.

Ante este contexto de desinformación y de ligereza en el uso de los datos hemos realizado nuestros propios análisis con los que hemos identificado que la Reforma Laboral incrementa los costos laborales en apenas un 4%, y si consideramos los costos totales de producción de la economía formal, el aumento es solo del 1,1%. Para construir la estimación de costos laborales, tomamos el escenario medio del estudio del GAMLA, del Banco de la República, pero los actualizamos teniendo en cuenta la actual ponencia de la Reforma que se discute en la Cámara. Para estimar los datos sobre costos de producción, usamos la información sobre producción de la matriz de oferta-utilización del Sistema de Cuentas Nacionales.

Identificamos además, con los datos de Cuentas Nacionales, que a nivel agregado los empresarios colombianos solo tendrán que destinar un 0,8% adicional de sus ingresos para cubrir los costos derivados de la reforma.

Este aumento mínimo sobre los ingresos que deben destinar las empresas para cubrir la Reforma no reduce la producción, no reduce la actividad empresarial, ni mucho menos genera desempleo. Asumir, como hacen algunos, que un leve aumento en los costos laborales provoca automáticamente desempleo e informalidad es una visión simplista y parcializada. Esta correlación sólo se cumple cuando el aumento de costos es extraordinario y la producción está estancada, lo cual no es el caso con esta Reforma.

Al contrario, lo que determina el nivel de empleo de una economía es la demanda efectiva, es decir, el nivel de bienes y servicios que son adquiridos en una economía. Por tanto, el salario, que es la base de la demanda de bienes y servicios, es fundamental para dinamizar el nivel de producción y empleo de una economía. Es por eso que el incremento en el poder adquisitivo de cientos de miles de trabajadores, gracias a medidas que propone la Reforma como la recuperación de la jornada nocturna, el recargo del día de descanso y la formalización, impulsará la demanda agregada, lo cual se traducirá en mayor crecimiento económico y dinamizará la creación de empleos durante sus primeros años de aplicación.

De hecho, varios estudios han demostrado que Colombia presenta un régimen de demanda guiado por salarios. Esto quiere decir que la elevación de los salarios (como hace la Reforma) produce un efecto neto positivo sobre el valor agregado de la economía. Es decir, la Reforma Laboral no genera desempleo, sino mayor crecimiento económico y mayor dinamismo en el empleo.

Lejos de lo que se afirma con vehemencia por parte de quienes se oponen a la Reforma Laboral, el cambio que esta le plantea al país no es costoso ni perjudicial, sino una inyección de dinamismo para aumentar nuestra productividad y nuestro crecimiento económico. Estamos a tiempo de enfrentar esta lenta agonía y esta irrelevancia internacional en la que nos sumió el viejo mantra de “trabajar, trabajar y trabajar” con precariedad y sin aumentar la productividad.

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