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Joven ibaguereño, ganador del modelo congreso estudiantil de Colombia 2020, ganador del concurso de oratoria y argumentación politica "Jorge Eliecer Gaitán" 2022, estudiante de derecho y un protector de la educación.

Juan Pablo Manjarres

Conociendo la educación en Colombia: El Icfes

En la columna anterior hablamos de la convivencia escolar, esta vez, es el turno del tormento para muchos jóvenes; así es, el ICFES, esa prueba que es el "coco" de todo estudiante, pero entendamos bien… ¿Qué es el ICFES y qué tanto influye en nuestras vidas?

Antes de existir el ICFES, en 1966, existía el Servicio Nacional de Pruebas, el cual era el encargado de realizar el examen de estado, sin embargo, no se ejecutó sino hasta 1968. En septiembre se realizó la primera prueba estandarizada, la cual evaluaba: Aptitud matemática, verbal, razonamiento abstracto, relaciones espaciales, ciencias sociales y filosofía, química, física, biología e inglés.

Ahora, viendo que se pudo realizar una prueba estandarizada, el presidente Carlos Lleras Restrepo, junto a su ministro de educación, Octavio Arizmendi, firmaron el decreto 3156 con el cual se crea el Instituto Colombiano Para el Fomento de la Educación Superior (ICFES) que ¡Ojo! Es una entidad, no es una prueba.

El ICFES después de su creación, tuvo algunas reformas, la primera dada en 1980 con el ministro ibaguereño Guillermo Angulo Gómez, quien a través del decreto 2343 reglamentó el examen de estado como un requisito obligatorio para ingresar a la educación superior. Después de esta reforma, llegó la del 84, la del 90, la del 2000, con la cual se cambia el enfoque de contenido por el enfoque de competencia. De ahí, en el año 2009, mediante el gobierno de Álvaro Uribe y su ministra Cecilia María Vélez, convirtieron el ICFES en un organismo autónomo, pero adscrito al Ministerio de Educación, fijando dos pruebas de evaluación, las cuales son: “Pruebas saber 11” para la educación media y "Pruebas saber pro” para los estudiantes de educación superior. Es importante destacar que, en el 2016, se crea la estructura de las “Pruebas Saber TyT” para los estudiantes de carreras técnicas y tecnológicas.

Ya que hicimos todo un recorrido por la historia del ICFES, llegó la hora de hacer el análisis y hay que partir con el hecho de que la metodología en papel ha cambiado, pero en la praxis, sigue siendo la misma: Sentar a pelados nerviosos a presentar un examen con el fin de evaluar qué tanto saben acerca de matemáticas, sociales, castellano e inglés. Lo cual, no está mal, pero ratifica la postura de que en Colombia el sistema educativo no ha cambiado y que el proceso evaluativo se lleva aplicando de igual manera durante 55 años, centrándose en las habilidades duras y apartando las habilidades blandas.

El Ministerio de Educación debe ponerse los pantalones y ser coherente entre el discurso y las acciones. Esto lo digo por dos factores: El primero -el más reconocido- el discurso de la renovación y de la transformación, el cual solo sirve en época electoral, pero cuando están en el puesto se olvidan de dicho cambio. Y el segundo, es que sí o sí, hay que apostarle a la bifurcación de las pruebas, creando una división entre las aplicadas en la zona rural y la zona urbana, y antes que cualquiera se “despeluque” por esto, hay que poner los pies en la tierra y ser conscientes que lamentablemente, la zona rural es aquella que presenta mayores obstáculos durante la formación educativa y esto se debe a violencia, explotación laboral, sexual y mal manejo administrativo por parte de las entidades territoriales certificadas. A lo que conlleva a cuestionarnos, si ya sabemos que existen todos estos limitantes educativos ¿Cómo esperamos evaluar con el mismo método? O peor aún, cómo esperamos que un “chino” de once esté concentrado cuando lleva días sin comer o si come no estudia, porque para comer debe trabajar y si trabaja no puede ir al colegio.

Lo más preocupante no es que ya todos sepamos de esa diferencia académica, sino que el Ministerio de Educación, aun conociéndola, no tenga estrategias contundentes. Esto lo sostengo porque, desde el mes de mayo, radiqué una solicitud de información preguntando cuáles acciones desde el ICFES se han elevado para la realización diferencial de las pruebas en la zona rural en comparación con la zona urbana y la respuesta en resumidas cuentas fue… ¡Nada! Contestaron con la definición del ICFES, lo cual se considera una evasión total a la pregunta y solo demuestra no tener acciones efectivas.

Finalmente, y no siendo menos importante, hay que recordarles a los pelados que, si bien es cierto, el ICFES es importante, no es algo para dejar de dormir y tampoco matarse la cabeza, el mundo laboral es tan versátil y cambiante que no siempre uno ejerce lo que estudia, y tampoco trabaja en lo que le gusta. Sería utópico e irresponsable decir que un 500 en el ICFES le asegura felicidad, o un 150 lo vuelve un estúpido.

Las pruebas tan solo evalúan un 10% de las destrezas posibles que tiene una persona, omitiendo habilidades como la oratoria, la argumentación, la persuasión y las habilidades físicas. Y aquí paremos un momento, porque es curioso que estas no son consideradas en un país que tiene su propia legislación enfocada a la educación deportiva.

También un mensaje para los papás, que su hijo no se saque 300, 400 o 500 en el ICFES no significa que sea un inútil, es un simple número que es resultado del estrés, del cansancio y otros factores, pero en lugar de reprochar a su hijo por tener un mal puntaje, motívelo a hacer lo que le gusta siempre y cuando esto sea productivo para la vida de él y le otorgue beneficios y una vida estable, porque la idea no es tener una generación de buenos para nada, pero eso va más allá de un examen.

Para finalizar esta columna, la reflexión de siempre, ojo con estas elecciones territoriales, si escuchamos a un candidato hablar sobre educación, no nos dejemos meter los dedos a la boca y exijámosle propuestas reales y efectivas, ya no más promesas al aire y menos con lo educativo.

Dios les bendiga y que tengan una bonita semana

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Juan Pablo Manjarres
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