De acuerdo con los ojos que se mire, acabamos de conmemorar, o celebrar, el Día Internacional de la Mujer.
Esta fue una oportunidad en la que, a nivel mundial, se recordó y rindió homenaje a las trabajadoras que murieron en 1909 en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, en Nueva York, durante una huelga en la que luchaban por el aumento de sus salarios y el mejoramiento de sus condiciones de vida.
También fue una ocasión para festejar los grandes logros alcanzados por las mujeres, especialmente durante las últimas décadas, y hablar de la importancia de igualdad, equidad y prevención de las violencias basadas en género.
Sin importar si conmemoramos o celebramos este día, porque ambas cosas son importantes, hay algo fundamental para tener en cuenta y que muchos ignoran, o pretenden hacerlo: la mujer es una de las piedras angulares del Desarrollo Sostenible y del futuro de la humanidad.
Ellas desempeñan un papel protagónico en la gestión, conservación y aprovechamiento del capital social y natural en sus familias y comunidades. Son la base fundamental de la educación en los hogares y son los ejes centrales del desarrollo económico, social y medioambiental sostenible que tanto se reclama hoy en el mundo.
En una época en la cual nos enfrentamos a conflictos, extremismos y una acelerada degradación ambiental, los ODS se enfocan en la sostenibilidad, la paz y el progreso, siendo muy claros en que no será posible su cumplimiento sin la igualdad de género.
Son las mujeres las llamadas a cambiar nuestra sociedad y no podemos seguir ignorando las enormes contribuciones que, en este sentido, pueden hacer.
Según la ONU, “Como consumidoras y educadoras, desempeñan un papel fundamental en la gestión, conservación, explotación y aprovechamiento de los recursos naturales. Son las principales productoras agrícolas, constituyéndose en imprescindibles para la seguridad alimentaria de los países. Además, son las primeras en sentir los efectos del cambio climático al recorrer distancias, cada vez más largas, buscando lo que necesitan para alimentar a sus familias”.
También, muchos estudios demuestran que cuando llegan al liderazgo, público o privado, aportan habilidades y perspectivas, con diferencias estructurales y culturales. De esta forma permiten encontrar nuevas soluciones eficaces. Así, ayudan a transformar las dinámicas sociales y la realidad, aportando al crecimiento económico y social de las comunidades, las organizaciones, y los países en general.
Por otra parte, en un mundo cada vez más divido y con innumerables conflictos sociales en todos sus continentes, la comunidad internacional ha reconocido que la participación de las mujeres es esencial para lograr una paz duradera. Han demostrado ser agentes de cambio porque siempre tienden a considerar el bienestar de sus familias y comunidades al momento de tomar una decisión. Ellas tienen un enfoque diferente para la resolución de problemas, a menudo enfatizando la colaboración y la empatía
Los anteriores son tan solo unos pequeñísimos ejemplos de la importancia de la mujer cuando hablamos de alcanzar los ODS. Su fortaleza, inteligencia, talento para gestionar los recursos, así como su capacidad de cuidado de los demás y del medio que las rodea, las convierten en el motor del desarrollo humano sostenible.
Las mujeres juegan un papel crucial en la formación de las generaciones futuras a través de su impacto en la familia y la comunidad. Son las responsables de moldear la próxima generación, por lo que sus acciones y decisiones tienen efectos de gran alcance en la sociedad.
Tenemos que entender que reconocer el valor de la mujer no se reduce a una obligación moral, como muchos pretenden hacerlo, ni a conmemoraciones o celebraciones, ni a titulares de prensa. Esto es una necesidad imperante que requiere múltiples esfuerzos para asegurar que la igualdad de género no sea una tendencia, sino una obligación para el desarrollo integral de los países.
Es hora de ponernos a trabajar mucho más, desde los diferentes estamentos sociales, económicos y medioambientales (públicos y privados), por la mujer. Más allá de felicitarlas, tenemos que darles el lugar que se merecen cuando hablamos de crear un mundo mejor, e impulsar su crecimiento para desarrollarnos asertivamente como sociedad, pues ellas son la piedra angular de nuestro futuro común.