Los sistemas de producción agrícola en todos los países se enfrentan a desafíos sin precedentes como consecuencia de la creciente demanda de alimentos, la pobreza, los efectos adversos del cambio climático y la sobre explotación de los recursos naturales.
Ante esta situación, la visión de la FAO en favor de una agricultura sostenible se sustenta en que “Los ecosistemas se deben gestionar de tal forma que respondan a las necesidades humanas del presente y del futuro, de acuerdo con la Agenda 2030”.
En todos los ODS, y específicamente en el número 17: “Alianzas para lograr los objetivos”, se reconoce como fundamental la necesidad de un nivel sin precedentes de cooperación entre las personas, el empresariado, los gobiernos y las organizaciones del tercer sector para alcanzar el desarrollo sostenible.
No cabe duda de que la agricultura, y en especial la denominada agricultura sostenible, reúne múltiples conocimientos en diferentes campos como la ciencia, la tecnología y la innovación, por mencionar solo algunos.
Por tanto, los diferentes actores involucrados en su cadena de valor, como por ejemplo las autoridades, los cultivadores, los investigadores, los proveedores, los fabricantes de insumos y los transportadores, entre otros; deben educarse, capacitarse e implementar prácticas conjuntas que transfieran conocimientos y mejoren los procesos de producción y distribución, de una manera responsable con la sociedad y nuestro planeta.
Becky Roberts, hasta hace poco directora floral, de la International Fresh Produce Association, (IFPA), una de las principales asociaciones comerciales de todos los segmentos de la cadena de suministro mundial de productos frescos y flores de Estados Unidos, aseguró que “A medida que todos navegan por la sostenibilidad, se ha vuelto más importante colaborar, comunicarse y responder a las necesidades de los socios comerciales. Se necesita que todos trabajen juntos para comprender los problemas, descubrir nuevas soluciones y desarrollar grandes eficiencias”.
Roberts no es la única representante del sector agrícola internacional que aboga por un trabajo mancomunado. Son muchos los líderes gubernamentales, gremiales y empresariales, nacionales y extranjeros, que hablan de la importancia de las alianzas estratégicas para acelerar el cumplimiento de la agenda 2030.
Hace tan solo tres meses, durante la reunión del Comité Ejecutivo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), ministros y altos funcionarios del sector de 34 naciones, destacaron el papel clave de la cooperación internacional para apuntalar la acción colectiva y promover una alianza, técnica y científica, que prepare al agro para superar las crisis y los desafíos que supone la agricultura sostenible.
En Colombia el sector agrícola ha adquirido un rol más que protagónico por su papel fundamental en la trilogía economía, sociedad y medio ambiente. Desde la innovación, la ciencia y el aprovechamiento de las tecnologías está cambiando la forma de pensar los procesos productivos, y al tiempo impulsa la realización de notables alianzas estratégicas para incidir en la creación de ideas que agreguen valor.
Un ejemplo de lo valiosa que llega a ser la empresa privada frente a este tema lo constituye el “Centro de Innovación de la Floricultura Colombiana” de Asocolflores, Ceniflores.
Gracias a sus acciones, los floricultores han sido pioneros en articular los recursos de investigación como un factor esencial para fortalecer los aspectos clave en la competitividad y el trabajo interinstitucional en el país, e incluso en el exterior.
A nivel local, el denominado “Triángulo de la Innovación” integrado por Ceniflores, corresponde a un trabajo conjunto y articulado entre el gobierno, la academia y las empresas representadas por Asocolflores, para identificar retos comunes, generar ideas y transformarlas en realidad.
Así se desarrollan acciones puntuales para implementar desde lo público privado, investigación en fitosanidad, transferencia de tecnologías, y en general, líneas de investigación en beneficio del sector y de la agricultura nacional.
A nivel internacional, Ceniflores también realiza importantes esfuerzos para impulsar la investigación y el desarrollo científico. La reciente publicación de la American Floral Endowment (AFE) sobre el manejo de plagas en los cultivos de Crisantemo es uno de ellos y es digno de ser mencionado.
El anterior estudio fue posible gracias a la unión de organizaciones de diferentes países, entre ellas Asocolflores en representación de Colombia, que contribuyeron con fondos para impulsar el desarrollo científico, buscar alternativas para controlar sosteniblemente las plagas, responder a los requerimientos fitosanitarios internacionales y transferir lo aprendido.
Como en la floricultura, son muchos los gremios y las empresas del país que día a día se esfuerzan por hacer de la agricultura colombiana un ejemplo mundial, y que benefician con seriedad a cientos de miles de personas que derivan su sustento de este sector.
Finalmente es importante reflexionar acerca de lo que significa la sostenibilidad de la agricultura nacional. Además del compromiso y de un trabajo serio de las empresas privadas del sector por alcanzar los ODS, claramente también implica impulsar su tejido empresarial, reconocer su importancia frente al desarrollo de nuestras zonas rurales y brindarle condiciones serias y seguras para que adelante de la mejor manera sus actividades de producción, investigación, comercialización y exportación, según sea el caso, haciendo de esta una actividad rentable desde lo económico, lo social y lo medioambiental.
Como en la floricultura, son muchos los gremios y las empresas del país que día a día se esfuerzan por hacer de la agricultura colombiana un ejemplo mundial, y que benefician con seriedad a cientos de miles de personas que derivan su sustento de este sector.
Finalmente es importante reflexionar acerca de lo que significa la sostenibilidad de la agricultura nacional. Además del compromiso y de un trabajo serio de las empresas privadas del sector por alcanzar los ODS, claramente también implica impulsar su tejido empresarial, reconocer su importancia frente al desarrollo de nuestras zonas rurales y brindarle condiciones serias y seguras para que adelante de la mejor manera sus actividades de producción, investigación, comercialización y exportación, según sea el caso, haciendo de esta una actividad rentable desde lo económico, lo social y lo medioambiental.