Después de un largo, dispendioso y agotador proceso con las Farc, algunos pensaron que la paz por fin había llegado, que Colombia transitaba hacia los caminos del entendimiento, que iniciaba una nueva época y turistas extranjeros podrían visitar nuestros lugares. Incluso, algunos celebraron el premio Nobel de Juan Manuel Santos como la consolidación de esa paz naciente, sin imaginar que ese mal acuerdo que al final nos tocó aceptar, un peor es nada, con el transcurrir de los meses se tornaría tan complicado: sin implementación, sin la JEP funcionando, dando como resultado miembros de las Farc haciendo política sin pagar por sus crímenes y sin contar la verdad; lo que ha generado una ola de ataques a sus miembros, algunos, motivados por algunas víctimas inconformes y otros por los políticos extremistas del Centro Democrático que pretenden conseguir votos con el odio. Un contexto oportuno para desencadenar un genocidio como el de la UP, algo que nadie quiere recordar en Colombia.
Total, todo salió mal, por el afán vitrinero de Santos quien cometió el error de englobar todo en la palabra paz, para complacer a la comunidad internacional. Todos sabemos que este país tiene muchos generadores de violencia que siguen actuando, 200.000 hectáreas de coca sembradas, que son el combustible para que la guerra se mantenga, y es ahí, donde aparece el ELN, copando territorios y recuperando armas, recicladas de las Farc, como se comprobó en el secuestro del avión en Aguachica.
Los elenos están de farra y quieren aprovechar su cuarto de hora de sangre y terror para presionar a un gobierno que ha demostrado debilidad al negociar. Por eso atacaron la estación de policía de Barraquilla y sacrificaron uniformados cumpliendo su deber; ahora decretaron un paro armado, tumbando puentes, atacando oleoductos e intimidando a la gente en zonas como el Catatumbo, el sur del Cesar y el sur de Bolívar, santuarios de sus demenciales prácticas.
¿Qué puede hacer Santos a pocos días de entregar la Presidencia y con una gobernabilidad tan baja? Muy poco. Los diálogos en Quito no han servido para nada, no se ha desescalado el conflicto, por el contrario, hoy el ELN posa como un grupo fuerte, revitalizado, con capacidad de alterar el orden público cada vez que le da la gana y con su arrogancia característica.
Además de que con ellos siempre será difícil negociar, por su estructura que no sigue un línea de mando unificada y su ideología, aún más extrema que la de las Farc. Intentarlo en este tiempo sería otra torpeza de Santos, apostarle a otra paz que nadie le cree. Lo que debe intentar es motivar a la fuerza armada, decepcionada por la negociación con las Farc, para que contenga la arremetida de estos bandidos del ELN y que el principal precepto sea la protección de la población civil, que hoy siente una amenaza latente y dejarle al próximo gobierno la posibilidad de iniciar diálogos pero con reglas serias y concretas para poder desarticular a este grupo que tanto daño le ha hecho a Colombia.
Y con el ELN ¿qué?
Mar, 13/02/2018 - 03:40
Después de un largo, dispendioso y agotador proceso con las Farc, algunos pensaron que la paz por fin había llegado, que Colombia transitaba hacia los caminos del entendimiento, que iniciaba una nue