Pardo y Pacho la tienen clara

Los resultados de las encuestas en los últimos meses en Bogotá han puesto de presente que sus ciudadanos quieren el cambio y que la gran mayoría prefiere un candidato que prometa recuperar la capital y les permita soñar con la ciudad bonita que fue e hizo parte del orgullo bogotano. Las mediciones indican que definitivamente Enrique Peñalosa puntea en todas las encuestas porque los bogotanos no quieren más improvisaciones ni de parte de los electores ni de los dirigentes que de una u otra forma facilitaron el triunfo de la izquierda, la cual ya había dado un duro golpe a la ciudad con los carteles de la corrupción de Samuel Moreno y después volvió a dar otro con la ineficiencia de Gustavo Petro, que para los efectos prácticos es lo mismo, o peor. Las firmas encuestadoras evidencian que la mayoría de los bogotanos se arrepienten hoy de no haber votado hace 4 y 8 años por Enrique Peñalosa por cuanto la historia les ha demostrado con sangre, sudor y lágrimas que en ambas ocasiones el remedio resultó peor que la enfermedad. Si los bogotanos querían lograr equilibrios sociales, para lo cual le dieron el chance a la alternatividad política, lo que lograron comprobar fue que la izquierda en el poder puede ser peor que la derecha, que la corrupción no tiene ideología y que la ineptitud administrativa no tiene sello de clase. Un camino tortuoso que amenaza la ciudad con aparentes soluciones para pobres y espejismos populistas que han dejado a Bogotá en graves problemas de sostenibilidad. Los bogotanos saben que no deben votar por candidatos que tomen la alcaldía como un trampolín para la presidencia porque eso no permite la gobernanza sino que su acción se convierte en una tarima de campaña para su próxima contienda, como hizo Petro. En este caso hay que celebrar que la candidata conservadora Marta Lucía Ramírez no se haya metido en el juego de la alcaldía porque sabe que no es serio, si su aspiración real es la presidencia. Esto no pasa con Rafael Pardo ni con Pacho Santos, que a sabiendas de que no ganaban se metieron a hacer taquilla, pero lo que logran en la práctica es ponerle palos en la rueda a la aspiración de Peñalosa. Tienen claro que sus votos favorecen a Clara López pero la suerte de Bogotá no es la que les interesa. Pero ese juego les saldrá caro frente a los colombianos. El resto del país no les perdonará que hayan puesto en riesgo el triunfo de la recuperación de Bogotá. Es probable que los uribistas prefieran que gane Clara porque eso les permite ejercer la oposición, escenario que les parece atractivo para las presidenciales. Pero están jugando con candela y, sobre todo, van a perder definitivamente lo poco que tienen en la capital. Pero el caso de Pardo es imperdonable. Que no quiera que se favorezca la candidatura presidencial de Germán Vargas Lleras vaya y venga, pero no a costa de Bogotá. Tal vez Cesar Gaviria, a quien le gusta jugar a cuatro bandas, piense que si gana Clara va a tener juego, pero si es así, ya está dando muestras de decrepitud política. En ese sentido resultan ejemplares quienes reconocen sus errores y los rectifican. La última elección en la que ganó el alcalde Gustavo Petro, se produjo por un craso error de David Luna y de Carlos Fernando Galán, al generar división en las filas del centro por ceder infantilmente a sus apetitos personales. Ellos, esta vez demostraron gallardía y capacidad de enmienda, aunque el presidente Juan Manuel Santos haya caído en el juego de debilitar a Peñalosa al nombrar a Luna como su ministro. Era el guiño de Santos a Clara López, agradecido porque le sacó las castañas del fuego en las presidenciales que estuvo a punto de perder con el candidato uribista. Él también sabe que al final la pelea es entre Peñalosa y Clara y no vaciló en tomar partido. La disyuntiva es cambiar o seguir con lo mismo de los últimos 12 años. Pardo y Pacho la tienen clara pero ellos no van por la alcaldía. Sus esfuerzos se dirigen a que pierda Peñalosa, no importa si le hacen el juego al Polo, a sus carruseles y a Petro. La ruleta de los expresidentes no es menos perversa. El futuro de Bogotá no está por encima de sus mezquindades políticas y rivalidades enfermizas. El expresidente Uribe le apuesta a Clara al insistir con Pacho. El expresidente Gaviria le apuesta a Clara al insistir con Pardo. Y el expresidente Ernesto Samper le apuesta a Clara, de frente, por su amigo Samuel Moreno y su mano derecha, Yuri Chillan, hombre clave en la alcaldía del carrusel. La grandeza y la nobleza no los obliga. Ellos tambien la tienen clara. Es contra Peñalosa. Por eso No tiraremos la toalla como nos sugiere Antanas Mockus. El enemigo es grande y pisa fuerte. Las encuestas le dan la razón a la cordura, pero hay que pelear hasta el último minuto. El triunfalismo hoy es el enemigo principal de Peñalosa. Nadie que quiera recuperar a Bogotá puede quedarse sin votar. Todos son votos muy útiles. Los demás aceitan sus maquinarias, la distrital y la de la mermelada en Bogotá. Saben ganar a toda costa y con el todo vale. Los bogotanos serios tienen que salir a votar y dar una lección contundente. Deben que redoblar esfuerzos y vigilancia y no dejar espacio a la inercia. Se trata de derrotar también a los expresidentes, que con su arrogancia y su majestad cuasi monárquica, están dispuestos a llevarse de calle a Bogotá y de paso a Colombia. Recomendaciones finales Que lleguen las mujeres jóvenes y luchadoras al Concejo de Bogotá: Lucía Bastidas de Alianza Verde; Ángela Garzón del Centro Democrático; Gloria Díaz del Partido Conservador; María Fernanda Valencia de Cambio Radical. Angelita por andar de uribista no votará por Peñalosa pero es demócrata y capaz de hacer un buen concejo. Las demás, batalladoras por su género, demócratas y honestas, están ubicadas, son Peñalosistas. Y las buenas gentes uribistas ganarán en Medellín con Juan Carlos Vélez Uribe. Es un hombre serio y trabajador y de seguro seguirá con esa racha de alcaldes buenos que trae la ciudad de la eterna primavera. Buena elección paisa.