No más Escobares, ¡por favor!

Lun, 17/11/2014 - 12:42
No sé si un asesino como Al Capone tuvo en su época tan buena prensa como Pablo Escobar pero la literatura colombiana contemporánea parece alimentarse exclusivamente del mundo narco en el que “El
No sé si un asesino como Al Capone tuvo en su época tan buena prensa como Pablo Escobar pero la literatura colombiana contemporánea parece alimentarse exclusivamente del mundo narco en el que “El Patrón” brilló como una estrella fulgurante y eliminó todo lo que le pudo hacer sombra. A fuerza de contar cada uno de los detalles de la vida de ese mafioso, terminará por convertirse en un hito en nuestra historia. Dentro de varias décadas una persona que investigue los hechos de finales del siglo XX encontrará en las narconovelas y narcobiografías una cantera de información distorsionada sobre lo que nos pasó. Serán Escobar y los carteles los que trascenderán como personajes y no sus víctimas que serán contadas apenas como cifras en la larga lista de atrocidades cometidas por eso asesinos. Ya otras veces me he quejado de la persistente obsesión por hacer novelas, telenovelas y seriados sobre sus vidas y del entusiasmo morboso por seguirlas como si se trataran de una saga de noble estipe; pero como la moda persiste, me siento obligada también a persistir en mis críticas, así sienta a veces que es como predicar en el desieto. Nuevamente el hijito de Escobar que ya antes intentó promocionar una línea de merchandaising con el nombre de su padre, vuelve a Colombia a lanzar con bombos y platillos el libro biográfico de semejante basura humana que fue ese matón capaz de los más insólitos actos de barbarie. Y lo peor es que nuestros medios lo entrevistan como a un super star que sin el menor rubor cuenta “su historia” repleta de olvidos y verdades a medias sin importar que cuando la vivió fuera un imberbe rodeado de lujos y extravagancias o que sus compañeros de juegos y de vida fueran los sicarios a sueldo de Escobar o que estuviera inmerso hasta la coronilla en ese mundo sin valores o mejor con un único valor, el de la plata mal habida. Lo que dice se convierte de repente en verdad por ser precisamente eso, hijo de Escobar, como si los hijos pudieran tomar distancia para mirar con objetividad la historia que los rodeaba. Mucho más complicado que ser objetivo frente a la propia realidad es su postura ética en la que ni critica, ni condena a su padre, sino que como el mismo reconoce simplemente “cuenta lo que vivió” que terminan siendo justificaciones porque no hay neutralidad posible cuando las cosas se ven bajo la óptica del amor filial y las lealtades mafiosas. Para no quedarse atrás de Escobar, aparece el hijo de Gilberto Rodríguez Orejuela y lanza también su relato auto biográfico del Cartel de Cali. Seguramente vendrán muchos relatos más y habrá muchas editoriales listas a recibir esas obras que ni siquiera fueron escritas por los propios protagonistas sino por escritores a sueldo que dicen lo que les pongan a decir. No tiene nada de raro que aparezcan también los hijos Marulanda, del Mono Jojoy, del Cura Perez o de Mancuso. Es que no importa la trinchera desde donde se  haya disparado, ni el número de bajas que se hayan causado, lo que parece importarle a las editoriales y a los medios es que los anti héroes tengan un abultado prontuario lleno de atrocidades para convertirlos en protagonistas de la nueva literatura. Ah, por supuesto, habrá que esperar también libros sobre los héroes de Interbolsa o DMG, tan bandidos y estafadores que se han ganado su sitial en las estanterías de nuestras librerías. La historia contada por los malos vende más, dirán las editoriales sobándose las manos por las jugosas ganancias que recibirán. Duele, y mucho, esta tendencia que parece exclusiva de nuestra patria boba. Hasta donde sé ni Pinochet en Chile, ni Videla en Argentina, ni el Señor de los cielos en México venden biografías exitosas en sus países, como sí lo hacen en Colombia nuestros asesinos. Lo que debería hacerse es ignorarlos. Que los herederos de esos emporios del mal se retiren a trabajar como lo hace la gente decente,  porque hasta donde entiendo ninguno es escritor,  ni historiador, ni mucho menos intelectual, son hijos de matones y eso debería darles vergüenza, nunca orgullo. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus/
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