Enrique Peñalosa llega de nuevo a la Alcaldía de Bogotá. Pudo hacerse creíble como el representante del cambio en una ciudad que le daba menos del 25% de aceptación a la administración Petro. Y logró posicionar la idea de que encabezaba un equipo para recuperar la ciudad de la improvisación y la falta de gerencia pública. Con ello, minimizó la incómoda presencia de Cambio Radical en la trastienda de su campaña. Y con el puntillazo final de la adhesión de Antanas Mockus, el más fiel de los alcaldes cívicos que haya tenido el país.
No deja de ser paradójico que con esas banderas haya vencido a la izquierda bogotana. Porque esta corriente política es la histórica representante en el país y el mundo de las ideas de transformación social. Quienes somos herederos de la modernidad política asociamos siempre la izquierda con las reformas, los cambios revolucionarios y el progreso. Con la bandera del cambio, Peñalosa le ganó la Alcaldía a Clara López, la más cara al Polo y a su proyecto político de izquierda. Quizás, el que se mantuviera hasta el final una candidatura claramente calificable de derecha y respaldada por el expresidente Uribe, como la de Pacho Santos, ayudó a situar a Peñalosa en el imaginario ciudadano más al centro del espectro político, a pesar del apoyo del partido de Vargas Lleras y de Marta Lucía Ramírez.
En su condición de alcalde electo, Peñalosa parece estar acompañado de un ambiente de renovado optimismo en sectores de opinión. Y ha empezado a actuar en los más diversos temas de la agenda pública. Algunos anuncios aciertan en una perspectiva de avanzada. Ha dicho que en su gobierno no apoyará las corridas de toros. Se pronunció en favor de más jornadas sin carro, y sabemos que trabajará por el desestímulo del vehículo particular, el fortalecimiento del transporte público y el incentivo al uso de medios alternativos de movilidad, como la bicicleta. Sería conveniente que mantuviera y profundizara la agenda social que ha permitido un significativo descenso de la pobreza en los últimos doce años, recogiendo muchas de las propuestas de otras campañas y que promoviera un consenso de la ciudad alrededor de los temas ambientales cruciales para una ciudad sostenible y sustentable.
Peñalosa debe enfrentar en su primer año dos discusiones que marcarán el rumbo de su gobierno: El Plan de Desarrollo y la modificación estructural al Plan de Ordenamiento Territorial. Ambos asuntos requieren de un clima favorable en su relación con el Concejo de la ciudad. Han sido de buen recibo sus primeros encuentros con el presidente Santos y el Gobierno Nacional. Ahora debe enviar mensajes de despolarización y el establecimiento de una relación transparente, propositiva y constructiva con el Concejo. Ello permitiría que la elección de los órganos de control ocurra con independencia y que el trámite de los proyectos de acuerdo necesarios para su gobernabilidad transite adecuadamente. No se trata de convertir el Cabildo Distrital en un comité de aplausos del Alcalde. Se trata de que el control político se haga responsablemente, sin oposiciones irracionales y sin extorsiones, como ocurrió en muchas ocasiones en este cuatrienio que termina.
El futuro de la primera línea del metro hay que abordarlo como un asunto estrictamente técnico, como lo ha dicho el propio Alcalde electo. Es una obra que no da espera, y la ciudad ya superó la patria boba de Transmilenio versus metro, con el concepto de multimodalidad del Sistema Integrado de Transporte Público. De nuevo, el debate sobre el modelo de ciudad estará al orden del día con las modificaciones estructurales al Plan de Ordenamiento Territorial. Como también se impone una reingeniería a la política de seguridad y unos compromisos de la ciudad con la paz y el postconflicto. Aunque suene trillado, son cuatro años cruciales para las próximas generaciones. No para las próximas elecciones.
Los retos de Peñalosa
Mar, 03/11/2015 - 14:29
Enrique Peñalosa llega de nuevo a la Alcaldía de Bogotá. Pudo hacerse creíble como el representante del cambio en una ciudad que le daba menos del 25% de aceptación a la administración Petro. Y