En Madrid, en Barcelona, en Milán, en el Azteca, en Rio con Fla-flu, en el campin, en Medellín, en Boca o River. En Escocia. En Londres o Manchester.
El mejor, el de España. Por calidad, por difusión, por artistas, por morbo, por convocatoria mundial. El de Bogotá, el próximo fin de semana, sin fútbol, porque esa es la tendencia hoy. Sufrir sin diversión con Millonarios eliminado y Santa fe con perspectiva, metido en otros temas.
Al de Argentina, por copa, lo llaman el partido soñado. Por gambetas o patadas, por disposiciones tácticas rígidas, por tensión, por hinchadas siempre en guerra, por sus desbordes en la victoria, o por los lloriqueos de almas dolientes en la derrota. Por correr o pensar, por jugar o torpedear. Por su goles magistrales, elaborados o casuales. Por esa ferviente manera de vivir el fútbol, todo pasión, entrega, corazón.
Tienen los argentinos un fuego interior cuando compiten que los hace, tantas veces, invencibles. Como lo tiene Wilmer Barrios o lo tuvo el Chicho Serna.
Se acerca el clásico argentino, con su valentía y su ritmo, su picardía y su pasión. Su fútbol musculoso sin lucidez, dominado por la urgencia del resultado por encima de aquel estilo embriagador del pasado cuando gobernaban cinturas en movimiento, requiebros, recursos y arte en el manejo del balón. “El mejor clásico del mundo”, porque lo dicta el marketing, porque lo ordena la copa.
Los clásicos…
Dom, 04/11/2018 - 05:15
En Madrid, en Barcelona, en Milán, en el Azteca, en Rio con Fla-flu, en el campin, en Medellín, en Boca o River. En Escocia. En Londres o Manchester.
El mejor, el de España. Por calidad, por dif
El mejor, el de España. Por calidad, por dif