Mientras en Venezuela al buenazo de Antonio Ledezma, Alcalde Metropolitano de Caracas, lo maltrataban más de cien agentes del Sebin, armados hasta los dientes, en un desmesurado operativo en el que allanaron y destruyeron su oficina para sacarlo con violencia y sin orden de captura por ser un opositor a la dictadura impuesta por los Castro y conducida de manera brutal por Maduro y sus secuaces, en Colombia presenciamos un incidente que nos trae muy malos presagios.
Al finalizar un debate entre los precandidatos a la Alcaldía de Bogotá, el representante de la oposición Francisco Santos extendió su brazo para despedirse de la representante del oficialismo Clara López quien, con un gesto de rechazo -que si no fuera porque lo vimos y escuchamos por muchos medios difícilmente lo creeríamos- le dijo: “¡No joda!”.
Cosas de la vida. De repente, sin que lo hayamos podido comprender, se invirtieron las cosas de la política en nuestra querida América Latina: desde hace unos años la oposición la hacen quienes se inclinan a la derecha mientras que el poder lo detentan los que se inclinan a la izquierda. Eso, en países civilizados como Estados Unidos o Francia, se resume en que quienes logran una mayor votación gobiernan y los derrotados en las urnas ejercen la oposición sin que sean reprimidos.
¿Qué está ocurriendo en nuestro vecindario? Maduro, Presidente de Venezuela -aunque usted no lo crea-, califica a Antonio Ledezma como “el vampiro” acusándolo de “delitos cometidos contra la paz”. ¿Será la misma paz de su querido amigo Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia - aunque usted tampoco lo crea-, quien acostumbra calificar a la oposición como “enemigos de la paz”? Tal vez la tal paz, mencionada por este par de camaradas, esté a buen resguardo en Cuba porque por Venezuela y Colombia ni se asoma. Con ese cuentico cualquier forma de maniqueísmo del pasado quedará resumida en que quienes son amigos de la tal paz son los buenos y los enemigos son los malos. Se podrá prescindir de la ya insípida y desabrida diferencia entre izquierda y derecha que nunca entendimos con la suficiente claridad ocurriéndonos lo que a los niños pequeños que se tardan años en saber cuál es su mano izquierda y cuál la derecha.
Para todos quedará muy claro e inscrito en la historia política del mundo que en pleno clímax del Castrochavismo, del Socialismo del siglo XXI y del Foro de Sao Paulo se ha impuesto un nuevo régimen político, el Estalinismo Bananero cuya bandera es la paz. Ni Marx aspiró a tanto.
Y esa paz se expresa con “¡No joda!” por aquí y “¡No joda!” por allá. Francisco Santos, por el contrario, es el del “¡No más!” Con ese lema encabezó una marcha de más de cinco millones de personas que se manifestaron contra el secuestro.
A quienes afirmamos que la claudicación de los colombianos al terrorismo no traerá sino una supuesta paz como la de Cuba, y eso en el horizonte más optimista porque me temo que las cosas serán mucho peores de lo que podamos imaginar, nos responden con un “¡No joda!”. Así de sencillo, ellos tienen previsto hacer lo que les venga en gana con nosotros, con nuestro país, con la región y con el mundo. Dos armas terribles estarán a su libre disposición, la del terrorismo y la de la droga.
En este momento crucial nos queda el “¡No más!” Ahí radica la diferencia, o nos callamos ante lo que nos quieren imponer para evitarnos sufrimientos como los que les infringen a los opositores venezolanos en las terribles cárceles de Ramo Verde y La Tumba o decimos un enérgico ¡No más! antes de que nos lleve el diablo.
Todavía estamos a tiempo pero cada día que pasa nos vamos acercando al precipicio en el que cayó Venezuela. Como lo dijo Francisco Santos en la pasada campaña presidencial: ““Otros cuatro años de Juan Manuel Santos y nos estrellamos contra el suelo”. ¡Ojo! ya se nos fueron seis meses de Santos en el poder.
Lo que va del ¡No más! al ¡No joda!
Mié, 25/02/2015 - 13:50
Mientras en Venezuela al buenazo de Antonio Ledezma, Alcalde Metropolitano de Caracas, lo maltrataban más de cien agentes del Sebin, armados hasta los dientes, en un desmesurado operativo en el que a