Ya no ruge el León
A Santa Fe se lo lleva la corriente porque sus dirigentes perdieron el rumbo después de los últimos títulos, que llegaron cuando con valentía se reconstruyó el club, en medio de tormentas, asediado por periodistas que recalcaban su ingreso a la Lista Clinton, por la influencia de sus propietarios fantasmas.
Supo la dirigencia, en su momento, ponerse el overol para sofocar la crisis, pero luego prefirió, en el frenesí de la victoria, cambiar la agenda por otra paralela, con desbordes en sus ambiciones personales.Transfirieron a los ídolos, relevados por futbolistas sin clase, sin renombre, rebeldes, parranderos, lesionados, o aprendices sin vuelo.
Nunca hubo explicaciones claras sobre el destino del dinero que entraba a sus cuentas.Fue cuando los partidos los jugaron los empresarios y se empezó a perder el respeto a la institucionalidad, tan amada por sus seguidores.
La vida de Santa Fe siempre ha estado emparentada con el sufrimiento. Sus triunfos han sido luchados, nerviosos y difíciles.
Cuando su calidad desaparecía, la fuerza del espíritu lo empujaba. Era un ejemplo, aferrado a sus valores, siempre en plan de lucha inquebrantable. Santa fe jugaba con el alma.
Pasaron los tiempos. Hoy cualquiera es directivo. Cualquiera es entrenador y cualquiera se pone su camiseta.
Como si la memoria no existiera. Como si se hubiesen olvidado los bullicios propios de las victorias celebradas, con sus nueve estrellas, su título suramericano, sus banderas gigantescas y sus llantos no reprimidos como en el último triunfo en Superliga hace solo dos años.
Ya no ruge el león y el claxon esta de luto, por la muerte del más leal de sus seguidores, Hernando Ramirez. Al sepelio, con insensibilidad extrema, no fueron los directivos ni los futbolistas profesionales. El dolor de ser hincha.