Johan Arango: Otro juguete roto.
Su repertorio es variado. Delicado su golpeo, por la sensibilidad de su pie. Talentoso. Tan pretendido, como descartado. Dueño de la pelota, de los goles… Y de las farras.
Salta de un equipo a otro, haciendo añicos los deseos de quienes en el confían. Interminables son sus juergas con escándalos, las exhibiciones provocadoras en redes, con mentiras repetidas, para justificar sus pecados. Otra vez a la calle y ya van diez. Esta vez de Santa Fe. Enésimo equipo en el que se ahoga, con aires de rebeldía. En el fútbol colombiano tantos como él que fueron del éxito al fracaso, con una botella en la mano en el fulgor de las parrandas. ¡Que derroche!
Pinto y punto.
No hace el ridículo Pinto con sus equipos en la cancha. Millonarios no es la excepción. Actúa con fidelidad a sus maneras, con destreza táctica, mucho coraje y batiendo el corazón. No seduce con su técnica, pero rinde con sus números. Es cuestión de actitud y dinámica, de firmeza en la presión, con juego simple, sin perfume, con bombeo profundo y poca elaboración. Sus futbolistas actúan desatados, poniendo el alma en cada balón, sin permitirse renuncias o concesiones.
Ese orden pragmático ha despertado la euforia entre tribuna y tribuneros, que lo ven campeón. Pero, aunque tenga vuelo para aspirar, aún hay terreno por recorrer. Incierto es siempre el fútbol.
El rey no come caviar.
Atlético Nacional busca, en su afán por reinventarse, jugadores y técnicos, como golpes de opinión, si importar la calidad que portan. Es la consecuencia de su incomprensible depresión, por las debilidades de manejo. La anatomía de sus crisis tiene variados componentes, ampliamente analizados, que conducen a su complejo presente deportivo, económico y administrativo. Es el ruidoso derrumbe de un grande, acostumbrado a consumir caviar. De bandazo en bandazo trascurre su alocada vida, entre el desespero de los suyos y el placer de sus rivales. Presiona la hinchada, ahogan los resultados y los mandos no encuentra la tecla apropiada para el clic que de la solución. No se sabe que es peor, si el empoderamiento a los hinchas, los futbolistas sin alma, o los técnicos y directivos sin capacidad para conducir.
Palmadas te da la vida.
Salida en Falso de Gamero en el descontrol de la derrota. Escupa al piso y palmada a su colaborador, con vuelta viral en el mundo del balón. No es la manera de desmarcarse de una amarga derrota. Es Gamero uno de los mas humanos entrenadores que se paran en la raya. Otros tan arrogantes, tan posudos, tan zalameros. Por eso sorprendió. Dice el agredido que solo fue una broma, para maquillar el asunto. Ni era el lugar, ni el momento, ni la acción. ¿Muertos de la risa, como afirma, en la caída? El mundo del fútbol al revés. O la Realidad manipulada.