Es cierto que la nueva administración de la capital de la república lleva tan solo 15 días y el comandante de la Policía Metropolitana igual. Pero no lo es menos que los bogotanos llevan 12 años sometidos al abandono y a la falta de autoridad -paradójicamente en medio del autoritarismo de Gustavo Petro durante los últimos 4-, que obliga a una actuación inmediata por parte del nuevo comandante de la Metropolitana, el general Hoover Penilla, en un claro y obligado obedecimiento a lo que el alcalde Peñalosa viene expresando desde campaña, una vez electo, y después de tomar posesión del cargo: dar debido y oportuno ejercicio a la autoridad de policía en la defensa del interés general. Alienta que el general Penilla exprese que ¨vamos a recuperar la autoridad¨. Lo que confirma que en la ciudad que recibe el nuevo alcalde mayor impera la falta de autoridad.
Sin pretender excusar con ello el mal y reprochable comportamiento ciudadano de algunos bogotanos, es pertinente destacar que uno de los factores que genera la mayor invitación al desorden y desatención ciudadana es el mal ejemplo y la falta del ejercicio debido y oportuno de la autoridad. No es un secreto que los bogotanos venimos observando y padeciendo el mal ejemplo de los últimos tres alcaldes de la ciudad y la relajación en casi todos las áreas por parte de las autoridades de policía en las localidades. Alcaldes que actuaron -cada uno a su manera- en función de sus egoístas apetitos burocráticos, económicos y electoreros. A diferencia de su antecesor, Enrique Peñalosa practica lo que predica. Sus discursos sobre los modos alternativos al vehículo particular para transportarse son una realidad en su vida diaria -incluso como alcalde-: camina, utiliza las ciclorutas y el Transmilenio. Su compromiso con el ambiente y la igualdad social, es una realidad palpable desde su primera administración y no un simple discurso demagógico con propósitos egoístas y electoreros. La reconstrucción de la ciudad que empieza, consistirá en la generación de condiciones y políticas reales de ciudad que ofrezcan oportunidades que beneficien a todos. La Policía Metropolitana desde su comandante y hasta le último de sus auxiliares bachilleres, debe obedecer al alcalde Peñalosa, como su comandante máximo en la ciudad de Bogotá. La primera y mejor manera de hacerlo es dando ejemplo de un debido comportamiento, atendiendo las normas y ejerciendo respetuosa y efectivamente su autoridad para que los ciudadanos las acaten. Es urgente actuar sobre quienes utilizan ilegalmente Transmilenio, sobre la inseguridad en las ciclorutas y parques, sobre los conductores que estacionan en zonas prohibidas generando monumentales trancones e invasión de zonas peatonales, sobre los motociclistas -incluidos los mismos policías- que circulan violando el Código Nacional de Tránsito y poniendo en riesgo sus vidas y las de otros, sobre los escoltas de altos -y no tan altos- funcionarios del Estado y sobre ellos mismos, sobre los conductores que no respetan a los peatones, los semáforos, las cebras y los cruces, sobre los taxistas abusivos, y sobre los miembros de la Policía Nacional que además de no ejercer su autoridad resultan siendo infractores al igual o peor que los mismos particulares. * Los vehículos de escoltas oficiales con policías a bordo siguen infringiendo las normas de tránsito, y los policías de tránsito siguen haciendo retenes en calles barriales a conductores que no han violado norma alguna -puede ser el ejemplo del ¨cajero electrónico¨ de que habla el cuestionado coronel Otaín Rodríguez -. Lo anterior, en franca desatención y contradicción a lo que públicamente ha señalado -yo diría ordenado- el alcalde Peñalosa. @RFelipeHerreraLa Policía debe obedecer al alcalde Peñalosa
Vie, 15/01/2016 - 14:13
Es cierto que la nueva administración de la capital de la república lleva tan solo 15 días y el comandante de la Policía Metropolitana igual. Pero no lo es menos que los bogotan