La exposición que se abrió el pasado miércoles 23 de noviembre de David Manzur en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, tiene como título Ciudades Oxidadas. Esas tonalidades corroídas por el tiempo nos hacen pensar en su primera etapa abstracta que buscaba acercarse al informalismo español.
Lo cuadros expuestos tienen la peculiaridad de ser siempre demasiado… Demasiada técnica, demasiado dibujo, demasiado mundo, demasiados territorios, demasiados caballos, demasiadas Meninas -en un homenaje a Velázquez -demasiados lugares, demasiadas ciudades, demasiados quijotes desvencijados.
Cierto e interesante es la propuesta metafísica que logra en su pintura pero queda uno fatigado de tanta información visual. Relatos de occidente donde suceden cosas dentro de una luz opaca.
Los caballos, como lo fue la serie de San Sebastián, las monjas o las naturalezas muertas, muestran la capacidad de pintar una y otra vez la misma historia casi de una forma obsesiva. Las imágenes pierden el interés porque llevan la vida a cuestas. Siempre es más importante su técnica que su representación. Siempre salta la agilidad que la profundidad, queda la pintura restringida por la habilidad técnica.
Si apaciguara el rabioso sentimiento barroco, podríamos pensar en una pintura limpia. Pero ¿a qué se enfrenta el espectador? Sus ciudades oxidadas tiene las siguientes condiciones y puedo correr el riesgo de quedarme corta en la descripción: un homenaje a Velázquez con historias sagradas, pedazos del Quijote de la Mancha, una revisión de la pintura de Zurbarán, un paso obligado de lo metafísico a lo Giorgio de Chirico, un estudio de los caballos de Rubens entre otros. Y, después, como si fuera poco vienen los miles de espacios, objetos y todos sus personajes.
Los territorios urbanos guardan una correlación con los objetos precarios de una primera ciudad en la parte superior del cuadro que predica lo precaria que es la pobreza. Ya en un segundo plano vienen cubos modernos que tienen la función de telón de fondo moderno con escaleras lisas y rectangulares y en las esquinas vienen las Meninas donde además, por su geometrización, es un homenaje a Malevich. Después y como protagonistas vienen caballos platinados que muestran la capacidad de trabajo que Manzur tiene para crear imágenes que están tan cerca de la realidad y donde también entonces nos podemos acercar a la corriente hiperrealista.
Nos falta mucho para terminar el recorrido por un cuadro, pero nos vamos acercando. Queda el jinete casi descolgado, partido, desvencijado en pedazos que lleva su armadura de dolor puesta. No faltan unas líneas dibujadas con pulso de relojero. Líneas que muestran la eficacia de un pincel, no el talento de un maestro.
La geometrización del Barroco
Dom, 27/11/2011 - 01:22
La exposición que se abrió el pasado miércoles 23 de noviembre de David Manzur en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, tiene como título Ciudades Oxidadas. Esas tonalida