Yo soy Sofía Gaviria, hermana del asesinado gobernador Guillermo Gaviria. Mi hermano es el alcalde de Medellín. Mi padre es el hoy vilipendiado Guillermo Gaviria Echeverry, asediado por criminales y una justicia que no actúa, cuando él está por arribar a los 90 años.
Toda una vida pagando impuestos, creando miles de empleos, defendio los canales democráticos, creando desarrollo, invirtiendo en tierras para no dejárselas a los bandidos y entregarle la zona a quienes amenazaban, extorsionaban, secuestraban, mataban y hasta masacraban. ¿Mejor hubiera sido sacar esos dineros y meterlos en un banco suizo o invertir en inmuebles en el exterior?
Nuestra historia es una más de las miles de colombianos que nos empeñamos en trabajar el campo. Víctimas, revictimizadas por todos los actores violentos de este país durante ya tres décadas de dolor, nunca pensamos que el victimario postrero fuera quien más nos debía proteger, la justicia colombiana. No en vano dijo Baudelaire: “No hay peor crimen que la injusticia cometida por quien debe impartir justicia”.
A fines de septiembre de 1983 llegaron unos 10 tipos armados a la finca y se llevaron a mi madre. En esa época, el secuestro era un drama excepcional y mi madre era la primera de una lista de secuestros demasiado larga.
Tenía 13 años. En medio de la angustia después de dos meses de secuestro, me cuelo en el baño de mi padre y encuentro una carta que aun hoy cuando la recuerdo me hace daño: “…y si no nos da 50.000.000 de pesos (5 mil millones de hoy), la cortaremos viva en pedacitos y la tiraremos en una bolsa de plástico a una basurera para que ni usted ni ninguno de sus 8 hijos, la vuelvan a encontrar”. La carta destilaba odio, un odio irracional.
Era solo el principio de la expresión de esa irracionalidad que arrasaría con muchas vidas. Los nombres de los actores violentos cambiaría, de EPL a Farc pero su patrón de irracionalidad seguiría hasta niveles tan absurdos como masacrar a 11 personas indefensas, entre ellas prohombres como Gilberto Echeverri Mejia y Guillermo Gaviria Correa, mi hermano mayor y Gobernador de Antioquia, secuestrado en una marcha por la paz y la no violencia, después de caminar 5 días con más de 1000 personas. Vidas tan valiosas como las de la educadora y mecenas Gabriela Withe y sus dos adorados hijos: Félix y Bernardo (madre y hermanos de la exministra Cecilia María Velez). Visionarios que llevaron el primer ordeño mecánico a Occidente. También vendrían Virgilio Diez, empresario que por no seguirle el paso a los guerrilleros lo torturaron hasta la muerte como a Gabriela, sin consideración de que eran casi octogenarios. Alejandro el veterinario y a Jorge Villa, nuestro administrador y ahijado de mi madre. Campesino que dejó una viuda y 3 hijos entre 2 y 5 años. La lista sigue… los actores cambian.
Mi padre, en palabras de un periodista que pretendía hacerle daño y defendía el secuestro como arma legitima de la guerrilla, se refirió a él sarcásticamente como: “Próspero Patricio de la Antioqueñidad”. Y yo le digo sí, eso es lo que es mi padre y esperamos que siga siendo. Próspero y mucho. Afortunadamente para las casi 5 mil familias, que viven con un salario justo, estable y bien remunerado en alguna de las empresas que mi padre ha creado con su trabajo arduo, su inteligencia y honestidad. Patricio: por supuesto pues mi padre siempre ha descollado como gran hombre de virtudes entre a sus conciudadanos y de la Antioqueñidad pues ciertamente, y a mucho orgullo. Este hombre que siempre ha sido ejemplo y báculo para quien se le ha acercado con disposición a aprender o a construir patria; no heredó nada, no le regalaron nada. Nacido en una familia modesta de Frontino pero con gran inclinación a la educación, se pagó sus estudios de ingeniería civil y de minas, parte como profesor y parte por las becas que como estudiante brillante ganó.. Una vez graduado con honores el gobierno Francés le otorga una beca y allí perfecciona sus estudios de minería.
De vuelta y ya como contratista, tiene la oportunidad de hacer la pavimentación de la carretera al mar, y se enamora de Urabá, al punto que el dinero ganado en dicho contrato lo invierte en su primera finca La Chinita. La región ya tenía algunas zonas sembradas de banano pero básicamente pertenecían a personas o empresas extranjeras. El convencimiento de que había que erigir una comercializadora 100% de capital colombiano que permitiera crear riqueza y desarrollo para la zona, lo llevó a fundar junto con otros visionarios la comercializadora mas importante de frutas de Colombia que es Uniban. El gran crecimiento económico y la generación de empleo masivo que generó la industria del banano, fue la bendición y maldición de Uraba de ahí en adelante. La fuerte migración en busca de oportunidades de mucha gente de bien se mezcló con el oportunismo y el resentimiento primero de grupos guerrilleros, después de paramilitares y ahora de las bacrims.
El empresariado bananero no solo fue respetuoso sino que apoyó y posibilitó la participación política del nuevo partido Esperanza Paz y Libertad. Prueba de ello, es que durante 20 años las principales ciudades del eje bananero han alternado alcaldes que en su mayoría son dirigentes de Sintainagro. El sindicato más grande y fuerte del sector agropecuario y cuyas cabezas siguen siendo esos desmovilizados del EPL.
Como en cualquier parte del campo colombiano a finales de los 80’s y en los 90’s, la población civil estaba a merced de los actores violentos. Y si, la población civil incluye banqueros, empresarios, hacendados. Cualquier persona o empresa que produjera dinero era susceptible de extorsionar y Grupo 20, la empresa de mi padre no iba a ser la excepción.
Ciertamente fuimos extorsionados, y la prueba de ello, es que hay recibos por valor de 15.300.000 pesos colombianos pagados en casi 3 años. Este dinero se entregó, después de evadir como siempre ha sido la política de mi padre, todo tipo de chantaje y presión por cualquier persona o organización al margen de la ley. Sin embargo, el peligro era inminente ya no solo para la infraestructura de la empresa, sino para nuestros empleados (casi 2000) y en particular para nuestro hermano de adopción Juan Esteban Álvarez. Gerente y brillante administrador que dejó de ir a la zona durante casi 6 meses, evitando un encuentro con dichos criminales que ya le habían mandado razones de lo buscaban.
Paralelamente al drama de Urabá, el ELN dinamita una mina de cobre que con grandes esfuerzos y después de años de negociación y trabajo, mi padre y otros socios logran montar en asocio con CEITO com, Compañía japonesa que trae la última tecnología en ese tipo de minas a Colombia. Esta mina genera el 99% de los empleos directos que hay en Carmen de Atrato en los límites entre Antioquia y Chocó. En esa ocasión, además de destruirla totalmente, secuestran a un ingeniero japonés. Solo el compromiso y tesón de mi padre, logra reconstruir la mina, ya sin ayuda de inversión extranjera, y en medio de peleas con las aseguradoras para sostener los empleos.
A mediados de los 90's mi padre se convierte en el director del Periódico El Mundo, y desde su editorial que es reconocido por varios expresidentes como el mejor de la prensa colombiana, escribe a favor de la extradición, y en contra de los carteles de Medellín. Recuerdo un fax que llegó a casa con amenazas que como siempre mi padre, en su afán de tranquilizarnos ridiculizaba y le restaba importancia. Sin embargo, en el 1998 la Policía desactiva un carrobomba que pudo haber desaparecido el periódico y con él varias manzanas.
Llegamos al nuevo siglo, mi hermano Guillermo es asesinado por el Frente 34 de las Farc el 5 de mayo de 2003 después de 13 meses de secuestro y angustias. Secuestrado durante una marcha por la paz y la reconciliación.
Ese mismo año Mancuso, Baez y compañía entran al Congreso de Colombia y son recibidos como héroes. Mi padre escribe un editorial que titula “Un día de vergüenza para la democracia colombiana”. Semanas después explota un petardo en su casa y solo alcanza a quebrar unos vidrios. Como de costumbre…mi padre no le da importancia y cena en la mesa donde aún hay vidrios.
En el 2006 a las 5 de la mañana entran los paramilitares de oriente a una finca que teníamos en La Ceja y asesinan al mayordomo. En septiembre de 2010 el paramilitar desmovilizado Emilio Hasbun, temeroso de que lo extraditen como a la mayoría de los jefes paramilitares, cambia su versión del 2008 y dice que en lugar de extorsionar como ampliamente había expuesto dentro del proceso de justicia y paz que se le sigue, dice que recibió dineros para financiación de paramilitares en Uraba de parte de todos los empresarios de la zona y entre algunos nombres menciona a mi padre. Esa declaración está llena de mentiras, generalidades e impresiones que se han demostrado ampliamente.
Hoy en día, después de 2 años y medio de iniciada esta pesadilla, después de dos medidas de aseguramiento tomadas arbitrariamente por la Fiscal 51 de Medellín, Fabiola Mejía Muñeton, no sabemos si por corrupta o por bruta. Después de que su superior le anula la primera y le rechaza la segunda.
Esperamos estar “at portas” de la preclusión de esta pesadilla. No obstante, el daño ya está hecho. Mi padre, con 89, ya no volverá a ser el mismo. Con mucha razón decía Jean de la Bruyere: “Una cualidad de la Justicia es hacerla pronto y sin dilaciones; hacerla esperar es injusticia”.
En este proceso, la única prueba que hay es la declaración de un paramilitar desmovilizado, un asesino reconocido que le ha mentido a la justicia, que ha incurrido en contradicciones. Es el testimonio de un delincuente frente a la vida y honra de un prohombre que ha sido reconocido nacional e internacionalmente como tal.
¿Qué pasa con la justicia en este país? Está politizada la justicia en Colombia? ¿Está infiltrada por la guerrilla? Por los paramilitares? Acaso los beneficios de la cacareada ley de justicia y paz no se basaban en que se dijera la verdad? Hay un cartel de testigos en la Fiscalía y aunque creo en el Fiscal General de la Nación… la tarea de limpiarla es tan titánica que tengo todas las dudas.
A pesar de que todos los actores violentos de Colombia nos han hecho daños irreparables, nunca nos sentimos tan vulnerados, tan inseguros. No tener justicia, no tener dónde acudir para que un árbitro imparcial te dirima los conflictos, es la ausencia total del Estado.
¿Está infiltrada la justicia por guerrilla y paramilitares?
Mar, 12/02/2013 - 01:06
Yo soy Sofía Gaviria, hermana del asesinado gobernador Guillermo Gaviria. Mi hermano es el alcalde de Medellín. Mi padre es el hoy vilipendiado Guillermo Gaviria Echeverry, asediado por criminales y