El jueves pasado en pleno paro nacional y cuando la oposición en Colombia acababa de recibir de parte del establecimiento un golpe de una magnitud tal que ni siquiera el ilegitimo gobierno de Maduro se ha atrevido a infligir a sus opositores, el llevar a prisión sin justificación clara a Luis Alfredo Ramos, uno de los candidatos del Centro Democrático, caminé por una de las vías del Transmilenio junto a miles de bogotanos que con el estoicismo que los caracteriza se fueron a sus casas a pie. Personas de todas las edades enfrentaban esta situación sin amargura aparente.
Cuando se iniciaron las marchas y los cacerolazos comenzaban a hacer un gran ruido salieron los vándalos a entorpecer las señales de protesta de un pueblo hastiado con el presente gobierno. Nos preguntamos quiénes estuvieron detrás de la violencia que se desató para renovarnos el trauma del 9 de abril que impide que el pueblo se movilice por el temor de que de nuevo los bandidos arrasen con la ciudad y con el país.
Mi meta era llegar a un bar en la 84, no a beber y olvidar sino a escuchar a personas interesadas en sacar al país adelante. Jóvenes con Pacho convocó a una reunión para escuchar a Francisco Santos y a Alejandro Arbeláez.
Pacho saludó de la mano, aunque con la mirada esquiva, a cada uno de los sesenta jóvenes que asistieron, a pesar de ser jueves y día de paro, y a las personas mayores que los acompañamos. Alejandro Arbeláez entabló un contacto inmediato con la audiencia y habló de su vida pública y su compromiso político como director del Centro Democrático.
Por su parte Pacho relató la historia de sus inicios inesperados en la política que lo llevo a ser un activista. En uno de los aciagos días de 1989 preguntó en una reunión familiar: “¿Cuándo vamos a enterrar al primero de nosotros?” Presentía que en una situación como la que vivía la nación una familia como la suya, propietaria de un periódico, corría un riesgo inminente. Al poco tiempo enterraron a su cuñado quien murió en el atentado al avión de Avianca perpetrado por Pablo Escobar.
Un año después fue secuestrado y se salvó de milagro. Cuando entrevistó a Popeye en la cárcel, este le dijo que estaba viendo un fantasma confesándole que cuando fue secuestrado estaba 99,9% muerto. Al ser liberado pudo irse del país pero decidió quedarse y escribió la columna Carta a un secuestrado con la que dio inicio a País libre, una fundación contra el secuestro en un momento en que muchos colombianos eran victimas de ese flagelo. Luego organizó multitudinarias marchas que sacudieron a un país aletargado por el Proceso 8.000, promoviendo la resistencia de la sociedad civil y las protestas contra secuestros y actos terroristas.
En octubre de 1999 organizó el movimiento ¡NO MÁS! y convocó a la Primera Gran Marcha Nacional por la Paz, la más importante movilización ciudadana que se había registrado en Colombia. Salieron a las calles más de doce millones de personas en todo el país exigiendo a la guerrilla no más secuestros, no más desplazamientos, no más atentados, etc.
No es de extrañar que su campaña venga acompañada de vallas y de gestos como el que en su momento ingenió junto a Antanas Mockus contra los atentados a las torres de energía al proponerle a la ciudadanía un apagón para enviarle a la guerrilla un mensaje: si apagaban al país ya no se podría encender de nuevo.
Fueron tantas las amenazas y el riesgo que corría su vida que en el año 2000 decidió dejar el país pero regresó a acompañar a Álvaro Uribe como su Vicepresidente.
Pacho se siente políticamente un hijo de la violencia y por ello aprendió a acercarse a la gente y a sus sufrimientos haciendo de su vida una vocación de entrega. De política no sabía nada y aprendió a la fuerza en un país destrozado del que su muy joven auditorio conoce poco. Se considera “un colombiano que decidió quedarse en el país y luchar” y vio como Colombia se trasformó en ocho años tomando una buena ruta. Por desgracia ha venido en caída libre en los tres últimos años. “Otros cuatro años de Juan Manuel Santos y nos estrellamos contra el suelo”, advierte al auditorio.
Como fundador del Centro Democrático dice que no le vamos entregar el país a esa izquierda que se ha tomado la mayor parte de América Latina, porque lo acabará de un plumazo. Lo suyo es de una convicción profunda y de corazón. Si pudiera tendría a Álvaro Uribe 24 horas a su lado. “No hacerlo sería como si un director técnico despreciara a Messi”, afirma sin dudarlo un instante.
Al final de su charla manifiesta: “Ya saben lo que le pasó a Luis Alfredo Ramos y me puede pasar a mí. Enfrentaremos lo que sea. Todos tenemos que dar la pelea. Es una toma de consciencia”.
Al fondo del salón alguien dice: “Sus enemigos lo tachan de loco. Ojalá el país tuviera mil locos como usted”.
Enfrentaremos lo que se venga
Mié, 04/09/2013 - 02:28
El jueves pasado en pleno paro nacional y cuando la oposición en Colombia acababa de recibir de parte del establecimiento un golpe de una magnitud tal que ni siquiera el ilegitimo gobierno de Maduro