Ingrid Betancourt ha dejado abierta la posibilidad de volver al país. Y a la política. Ha dicho, en su reciente aparición en los medios de comunicación, que también examina cual puede ser el escenario indicado para que su presencia sea más eficaz. No es una decisión fácil para ella. Después de su prolongado y cruel secuestro decidió darse el tiempo necesario para sanar sus heridas y recuperar el sosiego que hoy exhibe. Y su familia, con toda razón, no apoya la idea de su retorno.
Algunos amigos suyos, le hemos pedido, que encabece una lista al Senado de la República. De la recién rebautizada Alianza Verde. Quieren verla en un escenario que ahora puede ser excepcional para la historia colombiana. Cierto es que para Ingrid el Congreso puede parecer cosa del pasado. Pero este que se elige el próximo 9 de marzo tendrá, si las negociaciones de paz terminan bien, la responsabilidad de diseñar la arquitectura institucional del post conflicto. Y allí, la voz de Ingrid en su condición de víctima tendrá una legitimidad insoslayable. Pero en todo caso, así no haya paz, el parlamento a elegirse puede adquirir un vigor democrático pocas veces visto. La llegada de Uribe en cabeza del Centro Democrático representando la derecha política, la bancada del Polo liderada por la respetable voz de izquierda de Jorge Robledo, el liberalismo liderado por la voz experimentada de Horacio Serpa, para solo citar unos ejemplos, prometen un escenario de excepcional debate político sobre los problemas del país. El regreso de Ingrid es una buena noticia también para el fortalecimiento de opciones independientes en la política colombiana. Ella escogió hace rato caminos distintos a la política tradicional. Son memorables sus batallas en el Congreso contra la corrupción y el clientelismo. Y tuvo el acierto, cuando las causas ambientales no producían réditos electorales, en crear el Partido Oxígeno Verde del que fuera su candidata presidencial cuando fue secuestrada por las FARC. Ahora que se abre la posibilidad de una Tercería comprometida con la transformación de las prácticas políticas, la conquista de la paz, la reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible y sustentable, el liderazgo de Ingrid encuentra un escenario colectivo que coincide con sus batallas de toda la vida. Su liderazgo puede jugar allí un papel estelar. Pero en lo que no existe ninguna duda es en el aporte que Ingrid puede hacer al proceso de paz. El momento crítico de los diálogos de la Habana y la posible iniciación de conversaciones con el ELN requieren voces que sean capaces de transformar el dolor de las victimas en actitud para la reconciliación. Que le reclamen al Gobierno y a las guerrillas no ceder ante quienes quieren malograr esta oportunidad para poner punto final al conflicto. Que movilicen a la comunidad internacional para rodear los diálogos y blindar los acuerdos. Que jalonen un pacto multipartidista por la paz que comprometa a las más diversas fuerzas políticas con el proceso y sus resultados. @AntonioSanguinoEl regreso de Ingrid
Lun, 14/10/2013 - 02:24
Ingrid Betancourt ha dejado abierta la posibilidad de volver al país. Y a la política. Ha dicho, en su reciente aparición en los medios de comunicación,