Los goles de Falcao son su desahogo personal y la celebración apasionada de un país, que madura la opción de ir al mundial; una realidad, para tantos, inminente.
Su lesión paso de viacrucis a oportunidad, la que reanima los sueños colombianos. Oportunidad que no dilapida el Tigre, cada vez que implacable acciona su olfato para los abrazos de gol de todo un país.
Verlo con James, en conexión continua, extrayendo de la memoria un manual de juego ya ensayado, ya visto y ya celebrado, que expone debilidades defensivas de los rivales hasta zarandearlos, amenaza a los porteros e ilusiona con los resultados, cambia la expresión insegura de los aficionados y los convierte en incondicionales al servicio, con su apoyo, de la causa nacional de la selección.
Pero, en estado reflexivo, vale la pena considerar si Colombia, como ya se vio en episodios del pasado, está o no elaborando juego colectivo, con toque entusiasta, demoledor por vértigo, precisión y efectividad.
O si lo ha relevado con movimientos cansinos e inseguros en el trasteo del balón, debilidades defensivas, atasco en la salida, esporádica exploración de las bandas, líneas contenidas y fútbol de lucha y choque por encima de las calidades técnicas siempre reconocidas. Intensidad en retaguardia y en ataque que han disminuido.
Sin duda se podrá jugar mejor, cuando haya verdadera autocrítica. Cuando se evalúen el resultado y el juego, el camino elegido, las formas y los procedimientos y no solo la envoltura. La simpleza del análisis trae consigo conformismo y retroceso.
¿El tigre y 10 más?...No señores. El tigre, James, Sánchez, David y los demás. Y, en medio de todo, ¿Qué paso con Cuadrado?
El juego o el resultado
Lun, 11/09/2017 - 02:33
Los goles de Falcao son su desahogo personal y la celebración apasionada de un país, que madura la opción de ir al mundial; una realidad, para tantos, inminente.
Su lesión paso de viacruc
Su lesión paso de viacruc