No en vano se es hijo de Eduardo Caballero Calderón, sobrino de Klim y hermano de Luis Caballero, la agudeza en la pluma de Antonio Caballero tiene sus fuertes raíces. Su manera fina de unir texto e imagen hace que todo lo que escribe y dibuja tenga un inmenso atractivo.
Mil palabras por una imagen es como titula su columna en la revista Arcadia. Con ella nos muestra cómo de una sola imagen brotan mil palabras para fortuna del lector. En esas cuestiones es muy hábil Antonio Caballero y de esa habilidad hace despliegue en sus artículos publicados por la revista Semana.
En su más reciente desde el título, 'El fantasma del comunismo', atrae nuestra atención. Al leerlo pensamos que por fin alguien nos va a hablar con claridad sobre una cuestión, casi esotérica, que nos causa angustia y terror. Desde hace un siglo esa figura espectral anda rondando por nuestra pobre patria, amenazante y siempre oculta como el coco con el que nos asustaban de niños.
Pero según parece, para Caballero, lo aterrador no es ese fantasma que gravita sobre Colombia desde hace casi un siglo, como lo demostró el periodista e historiador Ricardo Puentes en una conferencia en Miami el pasado mes que recomiendo a los lectores, eso no es lo que debe aterrar a los colombianos sino “los enemigos de la paz” que pretenden “dinamitar el proceso de paz con la guerrilla de las FARC”. Parece que los terroristas ahora somos quienes vemos con preocupación los pasos dados para llevar a Colombia al comunismo y “la entrega del país al castrochavismo” que, según el afamado escritor, es un “engendro” que no existe como si lo que se vive en Cuba, Nicaragua, Bolivia, Venezuela y en otros países, en mayor o menor medida, escapara a su clarividencia. O como si El Foro de Sao Paulo fuera un invento de las mentes siniestras de los ultraderechistas, y no la estructura con la que pretenden imponer el comunismo en la región.
Nos aclara Caballero que el castrismo de Cuba y el chavismo de Venezuela existen por separado y no junticos. Uno y otro, en sus propios términos, son solamente “ineptitud burocrática”, “control policial”, “populismo corrupto”, “militarización de la sociedad” y “pauperización de los países” pero no comunismo… ¡Cómo si el comunismo fuera otra cosa!
Para Svetlana Alexiévich, el cadáver del comunismo está vivo. La nobel de literatura llega a una figura mucho más poderosa que el débil fantasma que propone el escritor colombiano para guardarlo en el armario como si fuera solamente una sábana. El cadáver del comunismo está vivo, de eso no hay duda pero necesitábamos de la genialidad de la escritora bielorrusa para verlo de frente. No lo reduce a la ineptitud de tiranos y burócratas, no señor Caballero, ella padece en su propio país el poder aniquilador de ese cadáver que para usted es un fantasma de feria de pueblo.
Y como acá se toma todo a la ligera y nos califican, a quienes prevenimos del inmenso riesgo que corre el país de caer en las garras del comunismo, de paranoicos al borde del delirio y la locura que no entienden, como lo explica Caballero en su columna, que no hacen falta castrochavistas, que “para corruptos, y para burocráticos, y para ineptos y para populistas, nos basta con los anticomunistas de aquí.”
A Juan Manuel Santos es a quien trata de sacar del fango Caballero con su columna con tan triste resultado que termina hundiéndolo mas al pretender convencernos de que ese personajillo no ha sido un inepto burócrata, un populista corrupto y el causante de la pauperización de sus compatriotas, sino simplemente y por gracia de los dioses tan solo un “oligarca donde los haya y derechista más que probado”, un “oligarca histórico”, un oligarca por derecho propio. “Juan Manuel es además derechista probado: ministro de Comercio Exterior en la apertura neoliberal de Gaviria, ministro de Hacienda del regresivo gobierno de Pastrana, ministro de Defensa para la guerra sin cuartel de Uribe…”
Ya podemos estar tranquilos, Juan Manuel Santos no es un comunista, no señor, ni es un castrochavista, de ninguna manera, el es un bendecido por la rancia aristocracia que puede jugar a ser comunista un día si y el otro no. Alguien capaz de entregar el país para luego irse a vivir a Londres como un feliz aristócrata de vacaciones.
Ni los notables talentos de Caballero pueden convencer a los colombianos de taparse los ojos ante lo que presencia a diario: la claudicación ante el comunismo, que es la entrega del país a las FARC, a la que está llevando al país Juan Manuel Santos, el comunista aristócrata y oligarca que ilegítimamente es el presidente de Colombia.
¿Será necesario recordarle a Antonio Caballero que la FARC no es un fantasma, que sus balas matan y sus bombas destruyen? No nos venga a hacer conejo con sus escritos mientras los terroristas lo hacen con las armas.
El espectro del comunismo
Mié, 16/03/2016 - 16:44
No en vano se es hijo de Eduardo Caballero Calderón, sobrino de Klim y hermano de Luis Caballero, la agudeza en la pluma de Antonio Caballero tiene sus fuertes raíces. Su manera fina de unir texto e