Bogotá necesita del voto útil para el cambio

Jue, 22/10/2015 - 15:56
Uno de los aspectos que afectan de manera significativa la gobernabilidad y efectividad de los mandatarios es la escasa votación con la que resultan electos. Si bien les alcanza para acceder al cargo
Uno de los aspectos que afectan de manera significativa la gobernabilidad y efectividad de los mandatarios es la escasa votación con la que resultan electos. Si bien les alcanza para acceder al cargo público para el cual han competido por el favor popular, es altamente preocupante la insuficiencia que ello tiene para liderar y concretar con determinación las propuestas de cambio que la ciudad requiere. Situación que se vuelve aún más crítica cuando la elección carece de la posibilidad legal de llegar a una segunda vuelta, como sucede para el caso de la elección de alcaldes. Bogotá ha padecido, como ninguna otra ciudad, las consecuencias de esta situación, no obstante que los cambios estructurales que la ciudad capital requiere son apremiantes. Los egos de algunos de los candidatos, o de parte de su equipo de asesores, los intereses que estos manejan, la falta de claridad en sus planteamientos, en fin, múltiples razones, han mostrado en el pasado, que aún cuando existan muchas coincidencias programáticas entre unos y otros, los candidatos que pocas opciones tienen de ser elegidos se abstienen de dar oportunamente el debido paso al costado para lograr que las mayorías requeridas se concentren a favor del gobernante que procura con efectividad el cambio deseado. Es por eso, en hora buena, que frente a similar situación hoy, los ciudadanos tenemos la oportunidad de hacer la diferencia al momento de elegir, aplicando de manera responsable el concepto de VOTO ÚTIL. Especialmente cuando se trata de lograr verdaderos cambios en la ciudad. Para 2003, el Polo Democrático Independiente con Luis Eduardo Garzón obtuvo el 46,29% de los votos, y candidatos como Juan Lozano, María Emma Mejía, Eduardo Pizano de Narváez, Jaime Castro, Harold Bedoya, Miguel Ricaurte y otros, se distribuyeron el 53,71%. En 2007, el Polo Democrático Alternativo con Samuel Moreno Rojas obtuvo el 43,70% de los votos, y candidatos como Enrique Peñalosa, William Vinasco, Antonio Galán, Juan Carlos Flórez y otros, se distribuyeron el 56,3%. Para 2011, el caso más crítico de Bogotá, Progresistas con Gustavo Petro obtuvo el 32,22% de los votos, y candidatos como Enrique Peñalosa, Gina Parody, Carlos Fernando Galán, David Luna, Jaime Castro y otros, se distribuyeron el amplio 67,78%. Resulta absurdo lo ocurrido en las elecciones de 2011 en las que fuera electo el alcalde Petro con un escaso 32,22% de los votos, cuando el mayoritario 67,78% de aquellos, de manera por demás notoria, buscaban un rumbo muy distinto para Bogotá al que impusieran equivocadamente los malos gobiernos anteriores de Samuel Moreno y Clara López. Por ello, si los bogotanos -todos los colombianos que vivimos y votamos en la Ciudad Capital- no aplicamos el concepto de VOTO ÚTIL, mañana podremos continuar siendo gobernados por las mismas y malas administraciones de Samuel Moreno y Gustavo Petro, en cabeza de Clara López, o de cualquier otro candidato con inocultable, a estas alturas, cercanía al Petrismo. Las encuestas de la última semana previa a las elecciones del próximo domingo 25 de octubre de 2015, dan cuenta hasta ahora de una mayoría a favor de la propuesta del exalcalde Enrique Peñalosa, quien sin lugar a dudas es quien podrá lograr ese cambio. Ahora, más allá de los resultados de las tan cuestionadas encuestas, es un hecho inocultable que el deseo de cambio de los bogotanos es real y aquellas no pueden determinarlo. Hoy o mañana, puede salir una encuesta que favorezca o no a Enrique Peñalosa, y ello no podrá desconocer que él es el candidato del cambio. Hoy más que en las elecciones de 2003, 2007 y, especialmente, 2011, Bogotá puede llegar a seguir siendo dirigida por la candidata del continuismo -entonces fórmula presidencial con Gustavo Petro y secretaria de gobierno de Samuel Moreno-, o de otro candidato que tímidamente ha hecho distancia de los intereses políticos de los responsables de la ciudad desbarajustada que tenemos hoy. Frente a la inexistencia de una segunda vuelta para la elección del alcalde mayor y siendo un clamor ciudadano el deseo de cambio, dejar de votar por Enrique Peñalosa es votar indirectamente por Clara López y/o directamente por otro candidato que encarna un compromiso político con el Petrismo. La invitación respetuosa para quienes quieran lograr un verdadero cambio en la administración de Bogotá, es votar este domingo 25 de octubre por Enrique Peñalosa y hacer que el voto por Bogotá sea más que útil en el propósito de lograr un cambio que interrumpa el continuismo en el Palacio Liévano, que ha sido nefasto en los últimos 12 años para la Ciudad Capital. rfhc@icloud.com
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