Activistas de las áreas de la salud impulsan una iniciativa para que la Organización Mundial del Comercio (OMC) pase por alto las patentes médicas relacionadas con la covid-19 mientras se supera la pandemia.
Kienyke.com habló con dos conocedores del tema: el doctor Germán Casas, presidente de Médicos sin Fronteras para América Latina, y el químico farmacéutico Jhonathan Venegas, coordinador encargado de la filial colombiana de Universidades Aliadas por los Medicamentos Esenciales (UAEM).
Una condena de bolsillo
Los activistas opinan que la protección de patentes sobre moléculas es la causa de situaciones de inequidad y ponen en peligro las vidas de personas inocentes. Eso sí, están de acuerdo en que el punto no es forzar a la industria farmacéutica para que regale sus fórmulas, sino pedir que las compartan temporalmente mientras la emergencia sanitaria se controla.
El doctor Casas suma un ejemplo a la discusión: la tuberculosis resistente. La bacteria, que aún es una de las principales causas de muerte en el mundo, se hizo inmune a los medicamentos más comunes para tratarla y condenaba al paciente a una muerte horrible. Sin embargo, algunos otros medicamentos fueron desarrollados con la más alta tecnología para hacerle frente a la enfermedad y ofrecían la oportunidad de sobrevivir… al paciente que estuviera ubicado donde los vendieran y, además, pudiera pagar los 35 dólares que costaba cada pastilla, cuya fórmula estaba protegida por una patente y no podía ser vendida de forma genérica.
Por ese motivo murieron personas en India, Sudáfrica, Lesotho y otras partes del mundo donde las personas del común no podían pagar ese costoso y largo tratamiento. De acuerdo con el relato de Casas, Médicos Sin Fronteras ayudó a crear conciencia de la situación en la sociedad civil. Así se creó la presión suficiente para exigir a las empresas farmacéuticas que liberaran las patentes en los países con situación más crítica. “No era que regalaran su patente ni mucho menos, ni que regalaran su trabajo, pero había países que definitivamente no podían pagar y había gente muriendo porque no tenía plata para comprar el tratamiento, mientras había otros países en donde la gente sí se mejoraba”, señala.
Venegas usa un ejemplo simple para que se comprenda la diferencia entre un bien de consumo cualquiera, sobre el cual hay variedad de opciones y espera, y un medicamento, cuya disponibilidad inmediata podría ser la determinante entre una buena vida o una mala muerte: “tú puedes escoger qué carro te compras. Si tú quieres y tienes la plata para un Spark o para un Maserati, los compras. Con los medicamentos no es igual: los necesitas o los necesitas”.
Para una vacuna no hay “sálvese quien pueda”
El propósito de una vacuna es combatir una enfermedad contagiosa a la que todos son susceptibles, sin importar su raza o capacidad económica. “Si nosotros pensamos que la vacuna es individual y yo me voy a inmunizar porque tengo plata y me siento feliz porque puedo comprarla, estoy pensando erróneamente el principio de la inmunización. Esta no es para protegerme a mí, sino para vencer la covid-19”, sostiene el doctor Casas.
Es un comentario que vale la pena revisar con detalle porque justamente es lo que está ocurriendo en el marco de esta pandemia. Lo cierto es que, si solo se vacuna a algunos, no se vacuna a nadie: el virus podría mutar e infectar a alguien que ya había sido inoculado, lo cual resulta especialmente delicado en un mundo globalizado.
Pese a saber esto, es el egoísmo el que puede estar ganando la batalla: mientras la corrupción hace de las suyas en algunos sitios donde ya inició la vacunación contra la covid-19, las poblaciones vulnerables de países en desarrollo apenas pueden aspirar a vacunarse pronto si tienen la suerte de participar en un ensayo clínico —salvo, por supuesto, que les toque una dosis placebo—.
Vale la pena revisar un caso pasado. Una de las dos enfermedades infecciosas que el hombre erradicó exitosamente fue la viruela. Desde los tiempos antes de Cristo, los brotes de viruela diezmaban las poblaciones y la gente solo se resignaba a morir, quedar ciega o vivir con las cicatrices que dejaba ese virus a su paso. Las comunidades étnicas sufrían las pérdidas más agresivas.
La versión conocida de esta historia, la corta, es que la vacuna contra la viruela fue divulgada por el científico inglés Edward Jenner al final del siglo XVIII, todo el mundo se vacunó en el siglo XX y en 1980 se pudo declarar como un virus erradicado, que solo se conserva como muestra en algunos laboratorios.
La versión más larga es un poco más compleja. Europa y Estados Unidos consiguieron controlar las epidemias entre finales del siglo XIX y principios del XX gracias a campañas agresivas de vacunación que implicaban visitas de casa en casa y jornadas de vacunación a las personas de bajos recursos —a quienes, por alguna razón difícil de entender, se acusaba de esparcir el virus—. Mientras eso pasaba, los habitantes de países del tercer mundo todavía padecían con la viruela.
Entonces, desde la Unión Soviética enviaron una solicitud a la OMS para que iniciara una campaña mundial de vacunación contra la viruela. Con la buena voluntad de políticos y fabricantes se logró inmunizar a toda la población viva de ese momento.
Hay un detalle más que aclara el doctor Casas sobre el éxito de la campaña contra la viruela: en aquel entonces, la OMS era la determinadora de las reglas internacionales sobre vacunas y llegar a un acuerdo como el que ahora se busca era apenas una cuestión de diplomacia. “Hoy en día esto es una aberración, porque lo que manda la inmunización —que es un derecho universal a la salud— es la OMC y no la OMS. Nos toca ir a rogarle a la OMC que libere las patentes porque las vacunas se convirtieron en un bien de consumo y no lo que deben ser, que es un bien de salud”, añade el médico.
Pero parece que hay aún más motivos para relajar las patentes. Jhonathan Venegas señala el elefante blanco que se metió en las farmacéuticas que habían firmado acuerdos bilaterales desde el año pasado: ya son evidentes los retrasos con las entregas. “No existe una empresa o unas empresas que puedan suplir la manufactura mundial de algún producto. Ellos mismos están diciéndonos que no han podido satisfacer la demanda. Si ya les están quedando mal a Europa y Estados Unidos, insistir en no compartirlas sería un caso de egoísmo sin precedentes”.
La iniciativa
En el mes de marzo, durante la próxima reunión de la OMC, se presentará la solicitud colectiva para que las patentes se relajen mientras la pandemia termina. De acuerdo con el doctor Casas, unos 110 países han mostrado su aprobación hacia esta idea, entre ellos, Sudáfrica e India —dos países productores de vacunas—. Aunque el Gobierno de Colombia no ha firmado oficialmente la declaración, también se ha visto interesado en que se liberalice el acceso a las vacunas.
Asimismo, ellos invitan a la sociedad civil a que se una a la iniciativa a través de su firma electrónica. Más de 80.000 han firmado y, si le interesa, usted puede hacerlo también desde este enlace.