Por: @jcmentefacto
Hugo Ospina chasquea los dedos tres veces. “Así. En segundos podemos bloquear el país”. No se sonroja, lo dice sin pretensiones. “Estoy dispuesto a asumir el riesgo que sea”.
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Este hombre nacido en Medellín hace 49 años dice tener la capacidad para organizar rápidamente un bloqueo en todo el territorio nacional.
“Lo único que podría generar una reacción de esa magnitud es que el doctor Germán Vargas Lleras legalice Uber y Uber X. Le garantizo que si eso pasa hay un paro gigantesco. Pero no creo que el vicepresidente se vaya atrever a violar la ley”.
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No es la primera vez que ‘Piraña’, como le dicen sus compañeros taxistas, enfila baterías contra el Vicepresidente de la República y hace una advertencia de esta magnitud.
Hace unas semanas, durante una manifestación de taxistas que llegó hasta el Aeropuerto El Dorado, Ospina reaccionó con contundencia luego de que Vargas Lleras asegurara en diálogo con la FM que “Uber iba a ser regularizado”.
Esa noche Ospina convirtió un taxi en una especie de atril político.
“Declaramos al señor Germán Vargas como una persona no grata para nuestro gremio hasta que no rectifique sus palabras (…) sus declaraciones son irresponsables, irrespetan la dignidad del gremio de los taxistas”.
Luego de pedir silencio a los aplausos y arengas de los presentes, puntualizó: “Quiero agradecerle a los compañeros del servicio intermunicipal que para el próximo paro nacional del transporte, se van a vincular con el gremio de taxistas para parar el país hasta que nos respeten nuestro trabajo”.
Aquella protesta nocturna tuvo un efecto casi que inmediato. Germán Vargas Lleras llamó a Ospina.
“Tan pronto hice esa declaración, Vargas Lleras me llamó y me dijo: ‘Señor Ospina buenas noches. Yo soy un muy buen gallo de pelea. ¿Vamos a pelear o vamos a trabajar?’ Le respondí: Señor vicepresidente si usted va a legalizar a Uber con carros particulares y blancos para prestar servicio de taxi, yo también soy un buen gallo de pelea”.
Y no fue una advertencia. Días después este gallo de pelea que preside la Asociación de Propietarios y Conductores de Taxi, se metió en otra gallera.
“Hoy arrancan 52 bloques de búsqueda para bajar a esos pasajeros ilegales en esos vehículos. Ya nos organizamos, no vamos a hacer violencia, pero vamos a hacer respetar nuestro trabajo”.
La advertencia no fue buen bien recibida por nadie. Ni por el distrito, ni por la policía, ni por los usuarios que expresaron su rechazo en redes sociales.
"Recordarle con toda tranquilidad a Hugo Ospina que Colombia es un Estado Social de Derecho, Bogotá es una ciudad de derechos humanos y por supuesto acá no hay lugar a ejercicios de justicia privada, quiero invitarlo a que desista del anuncio que hizo pomposamente ante los medios de comunicación", dijo el secretario encargado de Gobierno de Bogotá, José Cuesta.
“La única autoridad del Estado es la Policía Nacional, aquí no vamos a permitir que esos famosos bloques de búsqueda, como lo ha denominado él, vayan a generar violencia como la han venido generando y no vamos a permitir que unas personas dejen a otras heridas, muertas, vehículos deteriorados”, dijo el comandante de la Policía de Tránsito de Bogotá, coronel Juan Francisco Peláez.
Y en redes sociales muchos compararon el comportamiento de Ospina con el de un paramilitar.
Durante el día, Ospina recibe llamadas de taxistas, ministros de gobierno, candidatos políticos, entre otros.
Dos semanas después de esa declaración, Ospina dice, ya con la cabeza un poco más fría, en diálogo con
KienyKe.com: “Quizá el término (bloques de búsqueda) fue equivocado. De pronto por mi poca preparación tanto académica o profesional dije lo que dije. Son cosas que le salen a uno de improvisto”.
Ospina sabe que su declaración generó polémica y por eso no la reversa del todo. Más bien la matiza.
“Eso está contemplado, no como bloques de búsqueda, pero sí como colaboración ciudadana. Está en la ley 105 de 1993 en su artículo tres, numeral cuatro”.
Rápidamente abre la puerta de su carro, que desde hace un año no es un taxi, saca una torre de papeles que aunque parecen en desorden, tiene claramente identificados. Esculca y enseña una especie de cartulina blanca con orejas (doblado en las puntas).
“En 2014 el general Guatibonza y la secretaría de Gobierno me dieron este diploma por colaborar con la ciudadanía cuando evitamos el secuestro de un ciudadano extranjero.
Es una contradicción que me cuestionen por el tema de bloques de búsqueda. A nosotros nos capacitó la Policía Nacional como cooperantes de la red de apoyo”.
Por momentos Hugo Ospina actúa como si estuviera en campaña. Apretón de mano para los hombres, beso en la mejilla para las mujeres; saludo por aquí saludo por allá.
Sin que le pregunten, le dice a quienes se va encontrando en el camino. “Es que me están haciendo una entrevista sobre el tema de Uber. Y sobre quién es Hugo Ospina”.
Para responder esa pregunta. Cuenta una anécdota de tipo histórico.
“Mi señora madre, Josefina Agudelo de Ospina, que tiene 83 años, me cuenta que la abuela de ella trabajaba en la casa de Rafael Uribe Uribe, y que ella tuvo un hijo bastardo que se llamaba José Domingo Agudelo, tuvo que ser Uribe si lo hubieran reconocido”.
Hugo Ospina sospecha que es bisnieto del caudillo liberal Rafael Uribe Uribe, asesinado en 1914.
A propósito de otro Uribe, Álvaro, Ospina, a quien se le dificulta responder puntualmente las preguntas, dice, después de soltar una carcajada, que aprendió una vieja maña del expresidente, y actual senador del Centro Democrático. “A él le aprendí a salirme por las ramas. Escriba eso”. Se ríe de nuevo.
“Dicen que yo tengo un BMW, que tengo no sé cuántos millones en la cuenta -ahorita debo tener como $200.000-, que soy dueño de un montón de taxis. Nada de eso es cierto. Vivo modestamente en arriendo en una casa en el Tejar, la lucha solo me ha dejado pobreza”.
Un parte que le cambió la vida
Hugo Ospina empezó a manejar taxi en 1983. Para la época había cursado hasta segundo de primaria. Diez años después le hicieron un comparendo que califica de “injusto”. La amonestación cambió su vida.
“Tenía un chevetico modelo 84 y en la calle 13 con carrera 30 cuatro tipos me sacaron la mano y se subieron siete. Cuando me di cuenta que se subieron siete y no cuatro, no arranqué y les dije que con sobrecupo no podía andar, me ofrecieron más plata y les dije que no era por eso, simplemente no podía llevar sobrecupo, se bajaron, me trataron mal y tiraron la puerta durísimo.
Cuando fui a arrancar casi tumbo una moto de tránsito. El policía me paró y me puso la multa por sobrecupo, no me creyó, no entendió que los había bajado precisamente para no andar con sobrecupo.
Le preguntó a los usuarios y ellos, como estaban bravos porque no los había llevado, le dijeron: ‘nos trae desde Santa Librada y antes nos cobró el doble’, me puso comparendo”.
Después de que le sacaron ese comparendo empezó a darse cuenta que no era el único taxista que sentía que le habían vulnerado los derechos.
“Comencé a preguntar y a todos les había pasado lo mismo. Nació esa necesidad de saber ¿quién nos defiende?”.
Ospina, que tiene en su mano derecha una manilla de la Policía Nacional que le regaló el general Palomino, recuerda que para la época vivía en la casa de la mamá de un personero local de Bogotá, “el doctor Marcos Valderrama. Yo no sabía ni qué era la personería. Solo sabía coger mi taxi y salir a trabajar”.
“Un día se le presentó una emergencia a la mamá del doctor Valderrama. Cogí mi carro y salí despelucado a llevarla al médico, le salvé la vida a esa señora. Él, agradecido, se me presentó y se ofreció en lo que pudiera colaborarme”.
Los dientes frontales que tiene Hugo Ospina son postisos. Los originales se los tumbó un cachazo de una pistola un escolta.
“Solo porque le eché pito. Se bajó y me pegó con su arma”.
Ensangrentado, desde la estación de policía en la que lo señalaban de secuestro, llamó a Marcos Valderrama. Él, según cuenta Ospina, lo salvó y “hasta hizo que me pagaran la dentadura (…) costó $700.000 que en esa época era una cantidad de plata”.
Impresionado de como ese “doctor” lo había defendido, Ospina empezó por temas normativos y legales. Manejaba taxi y compraba libros sobre leyes.
“Me empecé a formar como líder. Cuando había problemas los compañeros me llamaban y yo solucionaba todo. Ponía denuncios a quien se lo merecía. El mismo doctor Valderrama me sugirió crear una asociación. Fue así como el 18 de noviembre de 2002 cogí el radioteléfono, reuní la gente y creamos la asociación. Creamos la Asociación de propietarios y conductores de taxi, Asoproctax, y desde ahí hemos venido luchando”.
Solo fue hasta 2010, gracias a un programa de la secretaría de movilidad, que Ospina logró terminar el bachillerato.
“En un año lo logré terminar. Reconozco que en un año uno no se forma completamente”.
Y pese a que no se ha formado “completamente”, Hugo Ospina le ha ganado un par de batallas jurídicas al distrito, la más reciente, dice, es la que más lo hace sentir orgulloso.
“Tengo una batalla jurídica ganada a la administración distrital. Denuncié a los de la Secretaría de Movilidad por cobrar comparendos prescritos. Con esa demanda se beneficiaron más de 170 mil conductores”.
Y pese a que no se ha logrado formar “completamente”, se echó al hombro una de las batallas jurídicas que más países en el mundo están peleando al mismo tiempo: Uber.
“No tenemos temor a competir. Les hago un llamado. Creen empresa de taxis y vengan compitamos en igualdad de condiciones. Pero invito a que respeten el ordenamiento jurídico en Colombia.
En Colombia Uber fue declarado ilegal. Como fue declarado el narcotráfico, el hurto de vehículos. Y a toda persona que no cumpla debe caerle la ley. En Colombia eso no pasa.
Aceptamos las críticas, bienvenidas sean, y sabemos que hay que mejorar. En todas las instituciones grandes del país, como la nuestra, hay malos elementos. En la Fiscalía, el Ejército, en todo lado hay malos elementos que hay que depurar”.
El taxista que quiere demandar al presidente Santos
Entre la montaña de papeles que guarda en su carro con un celo profesional envidiable, por el tema Uber, Ospina tiene demandas contra el Ministerio de las TICS, el Ministerio de Transporte, la Procuraduría y ahora, contra el mismo presidente de la República.
Esa demanda, dice, “es el trabajo de mi vida”. Ospina indica que es el propio presidente el que tiene que decidir definitivamente qué va a pasar con Uber.
“La sentencia c-066 de 1999 en donde la Corte Constitucional declaró la inexequibilidad sobre un artículo del Código Nacional de Transito que dice que la única autoridad de transporte en Colombia es el Ministerio de transporte. No es cierto. La Constitución política nacional en su artículo 189 y en el 150 dice que la única autoridad de transporte es el señor Presidente de la República y que él delegará al Ministerio de Transporte para hacer los decretos y normas de ley necesarias para la armonía de la sociedad. Pero esto no es una rueda suelta”.
Para Ospina, el tema Uber es una obsesión. Poco habla de los boleros que le gustan, de lo mal bailador que es o de la tarea de su hija menor que se le coló entre los papeles en los que tiene referenciados con marcador verde artículos, decretos y leyes.
“El gobierno nacional mediante la circular 013 del 9 de julio de 2014 y las circulares 024 del 30 de diciembre de 2014, ordenó hacer operativos a todos los vehículos de Uber. Producto de esa declaratoria del gobierno nacional, van más de tres mil carros inmovilizados de Uber y UberX”, insiste.
Ante la arremetida de críticas, cada vez más comunes y fuertes, defiende a su medio.
“El taxista da su vida por colaborar con la ciudadanía, los taxistas han regresado plata, ayudamos a recuperar carros, servimos de ambulancia, servimos hasta de paño de lágrimas de nuestros pasajeros”.
No todos los taxistas lo apoyan. Del propio medio, del que dice “todos quieren ser líderes”, le llueven críticas por cosas como esta: “He pedido que se saque una Ley en la que se exija que para ser taxista, como mínimo pidan: ser bachiller, capacitaciones de todo tipo: manejo defensivo, temas normativos, legales, servicio al cliente, y seguridad social”.
A Ospina el tema de la política lo seduce. “Quiero ser alcalde de esta ciudad”.
“Lo primero que haría sería concentrarme en la movilidad. Nosotros tenemos una fuerza disponible de 100 mil personas ayudando a cuidar la ciudad. Para la movilidad hay que empezar a chatarrizar los carros viejos particulares, como el mío, para la matricula de un carro nuevo”.
Dice que todos los aspirantes a la Alcaldía de Bogotá le han ofrecido que se sume a sus campañas. A todos les ha dicho que no, aunque reconoce que Clara López es amiga suya.