El sueño europeo, la versión del viejo continente del “american dream”, es hoy por hoy la razón de una de las crisis humanitarias más profundas del mundo. Hasta por cientos de miles, se cuentan los migrantes que esperan llegar a la Unión Europea desde países del Medio Oriente (algunos sumidos en guerras de años), con la esperanza de un futuro mejor. Sin embargo, casos como el de la frontera entre Polonia y Bielorrusia resultan de especial atención, sobre todo cuando se baraja la posibilidad de que estas personas estén siendo utilizadas con fines políticos.
Esta zona del mundo es desde hace varios años escenario de la confrontación fría entre los intereses de la Unión Europea y Rusia, aliado de Bielorrusia, país que en 2020 fue el centro de una polémica global tras el triunfo presidencial de Aleksandr Lukashenko, mismo líder que ha gobernado este país de Europa Oriental desde 1994. Comicios que, por cierto, fueron calificados como fraude por una buena parte de la comunidad internacional y que incluso derivaron en sanciones de la UE contra el Gobierno bielorruso.
Precisamente de ese proceso se deriva la situación actual: 38.800 intentos ilegales de cruzar la frontera en lo corrido de 2021, así como más de cuatro mil migrantes esperando en la frontera polaca-bielorrusa, la mayoría de ellos aparentemente escoltados por las fuerzas de Lukashenko y apoyados para presionar el cruce de la frontera con la promesa de llegar a territorio europeo. Eso es, precisamente, lo que denunció en diálogo con Kienyke.com el embajador de Polonia en Colombia, Pawel Wozny.
De acuerdo con el diplomático, “el régimen de Alexander Lukashenko, con el apoyo de Rusia de Vladimir Putin, está tratando de forzar a la Unión Europea a eliminar esas sanciones y para conseguirlos está utilizando a los migrantes”.
La mayor parte de estos migrantes, según los datos recopilados por Polonia, provienen de países de Medio Oriente como Irak, Siria, Irán, Afganistán o Turquía. Más allá de las causas de una migración natural, lo que preocupa a este país es que estaría demostrado que Bielorrusia está financiando vuelos desde estos destinos a su territorio, asegurando a los viajeros que luego podrán ingresar a Polonia con su ayuda.
No obstante, la realidad dista mucho de esa promesa. Según Wozny, una vez aterrizan, estas personas quedan atrapadas en un limbo en los bosques del lado bielorruso de la frontera, impulsadas a cruzar desde el territorio de Lukashenko y bloqueadas del lado polaco, que además tiene sobre sí la presión de Europa para no permitir un flujo migratorio masivo y desordenado.
“Son personas de países en su mayoría de Medio Oriente donde el clima es diferente y pues han sido atraídas a esta parte donde el clima es bastante frío, sobre todo en esta época del año que es cuando empieza el invierno en Europa (...) Están sufriendo, sin duda están sufriendo porque viven en condiciones precarias y no están preparadas para este frío tan fuerte”, asegura.
El papel de las aerolíneas en la crisis
Pawel Wozny se refiere a la situación con Bielorrusia como “una guerra híbrida lanzada por Lukashenko contra Polonia y la Unión Europea”. Una estrategia en la que las aerolíneas han jugado un papel fundamental, ya que estas han sido las que han transportado a un gran número de migrantes desde distintos territorios hacia Bielorrusia (presuntamente con financiación de este Gobierno y con beneplácito de Rusia).
“Estamos observando ahora cierta disminución de los migrantes varados en la frontera, porque países como Irak, Turquía o Yemen, se dieron cuenta de que sus ciudadanos están siendo utilizados por el régimen de Lukashenko. Ellos están tratando de facilitar el transporte de sus ciudadanos de vuelta de Bielorrusia”, señaló el embajador polaco.
Sumado a ello, aseguró que las aerolíneas están empezando a abstenerse de ayudar con este procedimiento, aunque resulta un esfuerzo realmente complicado cuando hay aerolíneas rusas como Norwind que “recientemente abrieron vuelos desde Moscú a la ciudad bielorrusa de Grodno, justo en la frontera de Bielorrusia con Polonia”.
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Organizaciones como Human Right Watch han calificado este episodio como lamentable y han acusado a ambos países de jugar con la vida de los miles de migrantes que yacen en la zona fronteriza. Por su parte, el embajador Wozny responde ante ello que “la responsabilidad por esta situación tan difícil la tiene el gobierno bielorruso porque justamente está utilizando a estas personas como herramientas políticas”.
“Está tratando de chantajear a Europa hablando con cierta hipocresía sobre las condiciones tan duras y precarias que están sufriendo estos migrantes y del por qué Europa no los está dejando entrar”, denuncia, agregando que el Gobierno polaco ha evidenciado cómo algunos migrantes son dotados de diferentes objetos contundentes y hasta de equipos militares para enfrentar a sus fuerzas.
Lejos de eso y de toda la desinformación que pueda existir alrededor de este tema, si hay algo claro es que lo importante es poner el foco en las afectaciones humanitarias de una confrontación como esta y que podrían llegar a ser todavía más graves si Bielorrusia utiliza otra carta que le queda que es la amenaza de cerrar el paso del gasoducto entre Rusia y Alemania, amenazando la autonomía energética europea. Razón por la cual el llamado del embajador es a un pronunciamiento de la comunidad internacional, Colombia incluida, sobre esta situación que pone en entredicho los Derechos Humanos de miles de personas que han terminado en el vaivén de una pelea ajena.