Coronavirus y confinamiento social

Mar, 24/03/2020 - 09:31
Entrevista a la psiquiatra Dra. Ana Millán

“El que no espera lo inesperado no lo encontrará”, esta frase del filósofo griego Heráclito de Éfeso (540 a.C – 470 a.C) me ha acompañado desde hace muchos años y hoy en estos difíciles momentos, cobra mucha utilidad a propósito de la oscura amenaza del coronavirus que afecta al planeta. 

Todos los colombianos necesitamos una dosis muy fuerte de resiliencia y esperanza, y esta máxima bien entendida junto con una actitud realista, disciplinada y paciente, nos puede ayudar a adaptarnos al actual confinamiento nacional decretado en forma sensata por el Presidente Iván Duque, pues al parecer el aislamiento personal y social es una de las medidas más efectivas para lograr bajar la curva de infecciones causadas por el COVID -19.

Esperar lo inesperado significa que no siempre lo que planeamos desde nuestra estrategia inteligente se puede lograr, pues en ocasiones estas metas y objetivos a los cuales le hemos dedicado casi todo nuestro tiempo y energía para conseguirlos, pueden fracasar dejándonos agotados y frustrados. Nos gustaría creer en una existencia más segura y estable, pero la vida es dinámica y estamos expuesto a cambios inesperados que no podemos controlar.  

Alguna de las formas para afrontar las crisis de la existencia es la de aprender a moderar el egocentrismo y ejercitar la virtud de la paciencia, debido a que muchas veces ante las tragedias personales debemos ser humildes y aprender a pedir ayuda a los demás, especialmente a un Poder Superior para sobrevivir y tomar aliento, con el fin de continuar superando los obstáculos.

Cuando algo tan inesperado (quizás nunca imaginado por todos) sucede, nos abruma el miedo y la ansiedad al no poder controlar los eventos que nos ocurren en la vida. Eso me recuerda las tres “C” que se mencionan en algunos grupos de apoyo de la comunidad terapéutica ante los desbordes emocionales de los alcohólicos o codependientes: yo no lo Cause, yo no lo puedo Controlar y yo no lo puedo Curar. 
 

En mi opinión, el coronavirus es el resultado de muchos malos inventos y errores de la globalización económica que alientan al consumismo frenético en las personas y que como se demuestra en las actuales circunstancias, no sirve para nada. 

Esta pandemia es la gota que rebosa la copa de una sociedad cansada de sí misma y con grandes vacíos interiores, los cuales se reflejan en la urgente necesidad de un cambio sustancial hacia un nuevo sentido de vida para volver a hacer las cosas bien y de esta forma, erradicar el rol social de fingir que se es feliz y que “todo está muy bien”. Es entendible, que, en medio de tantas mentiras, terminemos enfermándonos. 

En el fondo, muchos de nosotros intuíamos la actual crisis social, esperábamos un nuevo amanecer para reaccionar y así despertar de este sueño aparentemente “lúcido”, pero que se está convirtiendo en una interminable pesadilla compuesta de vanidad, apariencia, manipulación, discriminación social, obsesión por el dinero, adicción al trabajo y la prelación por la explotación de los recursos del planeta junto con el exterminio de las especies naturales. 

Ante esta locura generalizada, era de esperarse que el mundo colapsara de esta manera. Este “surmenage” del término francés que significa “demasiada carga”, es al parecer la única forma de detener esta carrera absurda y tratar de sobrevivir a nuestra propia destrucción, construyendo nuevos paradigmas basados en el bienestar comunitario de una existencia sencilla en donde la sanidad mental, el sosiego espiritual y el deseo de solidaridad planetaria son las principales premisas.

Los efectos psicológicos del confinamiento

Con el fin de ofrecer a los lectores una orientación profesional e idónea ante la compleja situación de salud física y mental que está generando el COVID-19 en nuestro país, entrevisté a la Dra. Ana Millán Camargo, médica cirujana de la Universidad Nacional y médica psiquiatra de la Universidad del Bosque con maestría en filosofía, también de la Universidad Nacional de Colombia. La Dra. Millán, se ha desempeñado entre otros importantes cargos como jefe de psiquiatría de la Fundación Santa Fe y psiquiatra de planta de la Clínica Monserrat. En su consulta privada, es especialista en el manejo y resolución de las crisis emocionales. 

Armando Martí: Dra. Ana Millán, gracias por aceptar esta entrevista que estoy seguro nos aumentará la luz al final del túnel que hoy ante esta pandemia mundial todos los colombianos estamos buscando. Desde su óptica como psiquiatra, ¿cómo ve la globalización del miedo y la ansiedad?   

Dra. Ana Millán: Armando, usted lo acaba de mencionar con el término “globalización del miedo” y efectivamente lo grave del coronavirus es que es una infección de muy rápido contagio internacional. Además, por medio de la globalización se ha extendido a más de 181 países. 

También, es importante tener en cuenta, que hoy en día en la era de la digitalización, conocemos los datos y la opinión de los demás en un instante, lo cual genera que la ansiedad se dispare en la población. ¿Por qué? Pues no nos encontramos preparados mentalmente para manejar esa cantidad de conocimiento real pero muy impactante para nuestro sistema nervioso. 
No debemos negar la realidad, sin embargo, es el exceso de información “rápida” lo que hace que las personas entren en ansiedad y angustia. Por eso, considero que estamos frente a dos pandemias: una biológica (coronavirus) y una psicológica (estrés y ansiedad). 

Armando Martí: ¿Qué efecto tiene en la mente humana esa inmediatez de la información?

Dra. Ana Millán: En la crisis de epidemias anteriores, la información se demoraba en llegar debido a que las personas tenían que navegar grandes distancias y los sistemas de comunicación eran precarios, lo cual les permitía procesar los datos y la realidad. 

Así como uno come y hace una digestión física de la comida, de igual manera, cuando recibimos información, debemos darle un proceso psicológico, es decir, “metabolizarlo mentalmente” para poder mantener la vida con unos montos de angustia razonables. 

En realidad, todos nacemos, crecemos y morimos sin saber cómo ni cuándo. Con tanta información recibida terminamos por afectarnos negativamente de varias maneras. Por eso, los datos deberían ser conocidos y manejados por los expertos en la salud o en otras áreas gubernamentales, para no propiciar una especie de “estampida social”. Les aconsejo a las personas que mantengan la calma para moderar y filtrar a través de pausas sensatas, toda la información que reciben.
 

Armando Martí: Después de esta pandemia, ¿se puede generar un efecto colateral que desemboque en un estrés postraumático en la población?

Dra. Ana Millán: Ya se están disparando los trastornos de ansiedad generalizada y enfermedades mentales, las cuales aumentarán cuando empiecen a registrarse pérdidas en Colombia, pues el país está hasta ahora en su fase inicial. 

Armando Martí: ¿En este caso la realidad supera la ficción y nunca pensamos ser los protagonistas de esta especie de película de terror? 

Dra. Ana Millán: Exactamente, nunca nos imaginamos esta situación la cual se sensibiliza todavía más con el exagerado uso de la tecnología y la virtualidad. Recordemos que ante todo somos seres vulnerables biológica y emocionalmente, por eso nos afecta todo lo que pasa al exterior desde nuestra situación económica laboral y social. Cuando cualquiera de estos aspectos es alterado las defensas psicológicas se debilitan.  

Como sociedad debemos reaccionar para colaborarnos entre todos. Es el momento de apoyarnos, pues si uno cae, podemos ayudarlo a levantar, asumiendo con valor y madurez estás consecuencias. De ahí que lo que antes parecía ciencia ficción, hoy es una realidad, ojalá como en algunas películas, con un final feliz, todo depende de nuestra solidaridad y conciencia social.

Me parece importante resaltar la necesidad de tomarnos con responsabilidad esta terrible pandemia y acatar las medidas de protección de las autoridades competentes, cuidando especialmente de las personas mayores y aquellas que están indefensas.  

Armando Martí: ¿Cree que la humanidad se olvidó de su propia esencia interior por estar buscando un ilusorio mundo de comodidades materiales y exageradas distracciones que a la postre le dejaron más vacía el alma?

Dra. Ana Millán: Considero que esta pandemia nos va a traer muchas lecciones, pues debemos entrar en una profunda reflexión para valorar lo que realmente es importante y fundamental en la vida. No todos tenemos defensas ante la cantidad de virus y bacterias en el planeta, el cual, dicho sea de paso, nunca volverá a ser el mismo y nosotros tampoco. 

Por ejemplo, la movilidad global de viajes aéreos, marítimos y terrestres aumentó la gran velocidad de la propagación del virus COVID-19. De modo que cuando para algunas personas lo primordial son los lujos, las vacaciones, la belleza y tantas otras cosas inútiles, se distraen de lo esencial creyéndose invencibles desde su inmadura arrogancia y se olvidan de que fundamentalmente somos seres biológicos absolutamente frágiles. 

Armando Martí: ¿Cuáles son esas necesidades fundamentales de la especie humana?

Dra. Ana Millán: Básicamente, es la conservación biológica de la especie como base de la vida, pues somos una estructura de DNA que si no la cuidamos nos morimos y extinguimos. ¿Qué se necesita para lograr esto? El ABC de la vida que es: comer bien, dormir bien, hacer ejercicio, tener afecto y dar amor. Este último punto es esencial, para aquellas personas que desafortunadamente no cuentan con nadie en sus vidas y que por la pandemia tienen que aislarse. Si no generamos afecto y compasión ¿quién los podrá ayudar? ¿La seguridad social?

La base de la especie humana es que no somos seres gregarios, por el contrario, somos mamíferos que “sobrevivimos en manada” y si no tenemos un grupo solidario llamado familia nos desgastamos, pues esa interrelación es vital para la existencia ya que, a la larga, la seguridad social responde de manera técnica y no con afecto por nadie. 

El concepto de cuidado primario nace en la familia como núcleo. Esta crisis nos ayuda a replantear los verdaderos valores del ser humano: la afectividad, la ayuda del otro, la responsabilidad con el cuidado biológico y también con el planeta. 

Armando Martí: Sin duda esta pandemia derrumbó a las clases sociales y a todos los poderes económicos, políticos y religiosos con una inusitada rapidez, ¿qué opina al respecto?

Dra. Ana Millán: Opino que todos los distintos grupos sociales, económicos y políticos quedaron relegados a un segundo plano ante la angustia de la amenaza de una posible muerte física, lo que dispara el instinto de supervivencia.  Debemos concentrarnos en desarrollar defensas adecuadas para este combate viral, pues sin ellas no sobreviviremos al coronavirus o a cualquier otra epidemia en el futuro. 

En estos momentos el aprendizaje que vamos a tener como cuerpo médico, psicológico y terapéutico para sobrellevar esta crisis, va a ser bastante grande. Una ley de la vida es que todo aprendizaje viene acompañado de la pérdida, entonces probablemente lleguemos a tener pérdidas de amigos, familiares y seres queridos, las cuales nos van a enseñar nuevas formas de vida, rutinas, comportamientos y solidaridad.

Armando Martí: Dra. Millán desde el sentido común ¿qué elección debemos hacer para sobrevivir? 

Dra. Ana Millán: Ahora mismo, la elección es apostarle a la vida, es decir, a la prevención de toda enfermedad que pueda afectar la conservación de la especie, pues los otros factores son aleatorios. En el coronavirus hay una horizontalidad y un frente común que todos debemos enfrentar a nivel económico, social y emocional. 
 

Armando Martí: En esta cuarentena nacional, cuando no es posible acceder a los distractores comunes que usan algunas personas para fingir que son felices dentro de su negación existencial como el alcohol, las compras, la adicción al trabajo, el sexo y muchos otros, ¿cree usted que en esta sociedad de adicciones aparecerá el síndrome de abstinencia con sus correspondientes efectos? 

Dra. Ana Millán: Sin duda alguna. Nuestra sociedad es altamente adictiva y al no acceder a los distractores usuales para “soportar” la existencia, se puede generar un síndrome de abstinencia caracterizado por la aparición de las neurosis de angustia o neurosis noógena (sentirse sin raíz ni pertenecía existencial).

En los momentos de crisis podemos utilizar todos los recursos conscientes o inconscientes para no confrontar los problemas ni tampoco resolverlos. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿qué hace el ser humano frente a la soledad de su alma cuando no puede compartir sus sentimientos ni expresar sus emociones con los demás?

La persona debe tener los suficientes recursos intelectuales, físicos y emocionales para poder sobrevivir, de ahí la importancia de cultivar la salud mental para generar un estado en donde la persona pueda estar disfrutado de espacios sanos de soledad, viviendo la sensación natural de la calma y el sosiego interior sin necesidad del alcohol, las drogas, el juego patológico o de cualquier otro distractor externo, y nutrir al ser de una fuerza espiritual para lograr la estabilidad interior que regule sus disfuncionalidades.  

Ese sin duda es uno de los grandes retos del individuo bajo este contexto. Por ejemplo, en los campos de concentración se comprobó que aquellos que tenían una rutina y un propósito, fueron los que más sobrevivieron. 

Armando Martí: Precisamente el término de la neurosis noógena fue acuñado por el psiquíatra Viktor Frankl después de permanecer confinado casi cuatro años en el campo de concentración nazi de Auschwitz. Allí se vio enfrentado a su nueva realidad sin su familia ni influencia social y tampoco con sus recursos profesionales que como médico tenía, por lo cual empezó a ser dominado por un gran vacío existencial ante su desesperada situación. 

Sin embargo, con el transcurrir del tiempo y debido a su propio autoanálisis, va descubriendo que al no haber una raíz de pertenecía, la angustia crece rápidamente. En medio de esta crisis, también se da cuenta de que existe dentro de sí una fuerza espiritual que él denominó “logos”, la cual le ayudó a sobrevivir y superar esa difícil situación que después lo inspiró a escribir su maravillosa obra “El hombre en busca del sentido” y a ser el padre de la Logoterapia, una corriente que ha ayudado a rehabilitar a millones de personas en el mundo.

Dra. Ana Millán: Que estupendo ejemplo este que menciona dadas las circunstancias actuales de confinamiento social para detener el COVID-19. De hecho, algunas de las conclusiones de Viktor Frankl durante ese periodo fue percibir en medio de la crisis, la necesidad de proyectar un futuro y mantener la esperanza, pues precisamente ese vacío que genera el no poder realizar las actividades cotidianas, vuelca la mirada hacia el ser humano frente a qué va a hacer con su vida y quién es en realidad. 

En definitiva, la fuerza espiritual, la disciplina mental, la creatividad y la solidaridad son vitales para saber llevar el confinamiento con tranquilidad y esperanza. 

Cabe aclarar, que la existencia de la angustia va a estar desde el día en que nacemos hasta el día en que morimos, el tema es saber cómo regular los montos de angustia sin desbordes. Por eso es fundamental el rol de la esperanza, debido a que nos permite tomar conductas sanas mientras desarrollamos defensas y esperamos a que pase la crisis mundial, porque es la primera vez en la historia en donde se presenta una pandemia sobre la cual estamos informados de sus efectos de forma instantánea. 
 

Armando Martí: Dra. Millán, si Colombia hoy estuviera en su diván como paciente de estrés postraumático ante la batalla contra el coronavirus ¿qué tratamiento le sugeriría?

Dra. Ana Millán: La palabra paciente significa el ejercicio de la paciencia, la confianza y la empatía con el facultativo. Pienso que como país necesitamos ante todo recobrar la sensatez y organizarnos mentalmente, responsabilizándonos del tratamiento y acatando las normas de salubridad pública del gobierno nacional.

Los buenos hábitos, la higiene mental, el no escuchar de forma obsesiva las noticias y mejorar la comunicación en pareja y con los seres queridos evitando discusiones y reclamos desgastante, son factores que ayudarían a frenar los efectos del coronavirus.

Ante todo, y en eso hago énfasis, debemos aprender a cultivar nuestra esencia que sin duda es espiritual y desde allí se puede despertar a milagros inesperados. Como usted me decía antes de comenzar esta entrevista: “en la vida hay que esperar lo inesperado”. Yo agregaría: es necesario confiar en que la vida salva a la vida.

Mantengamos una actitud serena y esperanzadora, pues son la base de la unidad para resistir los ataques del coronavirus en nuestra salud integral. Tengan en cuenta que todos los profesionales de la salud estamos a disposición de la población en estos momentos de pandemia. 

Armando Martí: Finalmente, ¿Colombia necesita de más tratamiento farmacológicos o de un cambio consciente de actitud? 

Dra. Ana Millán: Los fármacos son muy necesarios en algunos casos con la debida supervisión profesional de su consumo, pues algunos medicamentos pueden causar adicciones. Sobre el tema de adquirir más conciencia para sentirse mejor, es una decisión que debe tomarse de forma comprometida y responsable frente a la vida. Si yo me cuido física, biológica y psicológicamente, puedo ayudar al otro. 

El Estado no puede hacer nada a partir de que el ciudadano no tenga una conciencia colectiva. Por eso, la gran medicina que necesita Colombia además de la investigación científica para la fabricación de la vacuna contra el coronavirus es una valiente actitud de solidaridad y responsabilidad ciudadana para asumir el cuidado de su salud y la de los demás.

Por: Armando Martí

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Por: Armado Martí
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