James Rodríguez se convirtió desde hace dos años no solo en el jugador de fútbol más importante de Colombia, sino en una especie de producto nacional con el que los colombianos sacamos pecho o nos preocupamos como cuando el café tiene dificultades o baja su precio.
James llegó al mejor equipo del mundo, al más laureado de Europa, al que todos quisieran pertenecer, al que más fanáticos tiene en el planeta, al más mediático, y al que a su vez por lo mismo anterior, sus contradictores más quisieran ver derrotado y bajo tierra.
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James fue fichado por el Real Madrid por buen jugador, porque fue el goleador y marcó el gol más bonito del mundial de Brasil y también porque tenía solo 23 años con un futuro atractivo como su figura, algo que significa dinero en el merchandising y las campañas mediáticas del negocio del fútbol.
Se puede decir que sorprendió que no le costara brillar desde sus primeros partidos y que deslumbrara en su primera campaña siendo titular en medio de tantas figuras y con tantos años en el poderoso equipo blanco. Pero en el Real Madrid no hay tiempo para esperar a nadie y lo que pasó se lo exigían a él y a Florentino Pérez, el polémico presidente que se empecinó en llevarlo.
Pero por James Rodríguez se pagó un precio demasiado elevado producto de la habilidad de su empresario para aprovechar lo que acababa de hacer en el mundial, y esa sobrevaloración que en su momento lo elevó a la cúspide de los más grandes, es precisamente la que lo ha tenido en el último año con una espada adelante y otra atrás.
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Desde los medios españoles, cada que hizo un mal pase, o no jugó bien, o se rió o bostezó, o no se rió y estuvo serio, le hunden la espada o por atrás o por delante, pero podría decirse que no lo dejan ya ni respirar.
Hay que entender que para los medios periodísticos nunca será noticia lo que no es noticia y James siempre será noticia, porque vende, porque es una figura del fútbol, porque tiene todo un país siguiéndolo, y porque en definitiva es un jugador del Real Madrid que no es un equipo cualquiera.
Y también hay que reconocer que James ha ayudado para que eso sea así. Su inmadurez no le permitió asimilar todo lo bueno que se le vino encima, los goles y golazos que marcaba, los pases o asistencias que hacía, enloquecieron a los fanáticos pero también un poco a él.
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Su fulgurante debut lo hizo aparecer en todas las portadas de los principales diarios, recuerdo una en la que lo pintaron de dorado y lo pusieron en primer plano con el título: 'James de oro'. Algo exagerado pero producto de su misma cualidad mediática por la que lo compraron.
Pero peor fue que la principal estrella del equipo, Cristiano Ronaldo lo acogiera, lo mimara y lo invitara a rozar una élite que solo a él le permite tener callada a la gran prensa, porque casi que todo se le perdona.
James creyó que el también podía darse esos lujos, y empezó a mostrarse como si fuera Cristiano, conduciendo a 200 km, o asistiendo a fiestas recién operado, o dejándose ver una que otra vez en las noches madrileñas, o pidiendo aumentos inoportunos de sueldo, cuando todavía no se lo había ganado.
Y con todos los merecidos elogios por su estupenda primera temporada, se creyó una estrella intocable y después de una pésima copa América en Chile, decidió cumplir hasta el último día su tiempo de descanso cuando su principal defensor, Carlo Ancelotti, el que más se la jugó por él, había sido despedido intempestivamente y ya no estaría para conservarle el puesto.
El nuevo técnico armó su nomina sin él y se fue a la pretemporada sin contar con él. Ahí empezaron todos los problemas para James. No le costaba nada presentarse unos días antes y decirle al nuevo entrenador con humildad que ahí estaba y por eso no estuvo.
En Colombia empezaron a ver a Rafa Benítez como un enemigo nacional porque enviaba a James al lugar de los suplentes y la verdadera razón estaba en que James acababa de tener un aterrizaje forzoso al mundo de los que no tienen apellido Messi ni Ronaldo.
Y Cayó la prensa con todo a mostrar, a recalcar, a ensañarse con su bajo nivel, mostrando sus rabietas en el banco, y sus supuestas peleas con el entrenador y lograron el objetivo de calar en la hinchada y desde el Bernabéu empezaron a bajar los primeros silbidos que después se convirtieron en una sonora silbatina para el colombiano.
Llegó Zidane y no se puede olvidar que con el francés debutando en el banquillo, James fue titular en varios partidos y su bajo nivel lo hicieron insostenible.
A Zidane también lo hicieron enemigo público en Colombia, que era un bruto, que no sabía, que cómo prefería a éste o aquél, hasta se leían ridiculeces en las redes sociales como que Zidane tenía envidia de James porque ocupando su mismo puesto como jugador nunca había marcado tantos goles como él. Zidane triunfó con James de suplente, y sin utilizarlo ganó la undécima Champions para el Real Madrid, esa es una verdad indiscutible.
Después de una Copa América Centenario en la que vimos por raticos con la Selección al verdadero crack, incisivo, dinámico, enorme, pero también al del Madrid de los últimos tiempos, apático, lento, intrascendente, James prefirió entrenar en sus vacaciones con el Envigado que presentarse antes de tiempo a hacer lo mismo pero con su equipo en el que pese a todo lo vivido, había decidido permanecer. ¿Tenía derecho a su descanso? Claro que sí. Pero hay sacrificios en la vida que hay que hacer, que toca hacer, sobre todo si es en beneficio de uno mismo. Y lamentablemente James no piensa así.
Como el Chapulín Colorado; “¿y ahora quien podrá defenderme?" a Zidane lo tienen aburrido los periodistas preguntándole por James y no es él precisamente el que lo va a defender. En el primer partido oficial ante el Sevilla por la Super Copa de Europa, faltaban Kroos, Modric, Cristiano, Bale, Benzema y James fue suplente. Entró a los 72 minutos a agotar el último cambio. Nada más revelador y más diciente que para Zidane, James no cuenta ni contará, mucho menos cuando todos esos titulares vuelvan al equipo.
A James le ha llegado la hora de cambiar su decisión valiente de quedarse en el Madrid porque sencillamente no tiene puesto. Ni jugando bien, ni porque hubiera hecho el gol del título contra Sevilla (que estuvo cerca) lo va a tener. Simplemente está en la lista de los suplentes, y de los menos importantes para el técnico y eso hace necesario que se vaya.
Además, su divorcio con un sector de la prensa española es cada vez más fuerte y eso no va a cambiar. Solo la saña y el odio podrían explicar que le hayan publicado una foto bostezando en el banco y diciendo que ni siquiera había celebrado la consecución del título.
James es un jugador de una calidad enorme, tiene un talento de élite, pero para estar en el pedestal de los grandes tiene que jugar, de lo contrario se irá apagando injustamente hasta que se pasen sus mejores años.
James tiene toda la capacidad para ganarse un puesto como titular en cualquier equipo, pero en éste Real Madrid de Zidane, desafortunadamente no. Simplemente porque no va a jugar el tiempo que un jugador requiere para demostrarlo.
Los colombianos seguiremos pensando que James es mucho más jugador que Isco, Asencio, Lucas Vásquez y otros más, pero para Zidane no, y él es quien manda, ahora con muchos más derechos que cuando llegó, porque ya ganó… y sin James.
Lo mejor es que James se vaya del Real Madrid
Vie, 12/08/2016 - 04:47
James Rodríguez se convirtió desde hace dos años no solo en el jugador de fútbol más importante de Colombia, sino en una especie de producto nacional con el que los colombianos s