“Yo entrené a Ronaldo, al verdadero, no a este”, dijo José Mourinho hace días en una gira con Chelsea por Estados Unidos. Eran tiempos de bajo perfil. Bajo la sombra de Bobby Robson, luego de Louis Van Gaal, Mou se hacía de un nombre en FC Barcelona, ávido de adquirir experiencia. En el plantel tuvo al ‘Fenómeno’, crack desde entonces. También lo acompañaban estrellas de la magnitud de Luis Figo, Laurent Blanc y alguien que marcaría su futuro: Josep Guardiola.
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Lucía sonriente en la fuente de Canaletes, “Visca el Barca”, gritó cuando levantaron el título español de 1998. El muchacho de Setúbal conquistaba el mundo y su carisma lo volvía especial. Era el momento de volar solo, empezar desde abajo sin conocer su techo.
La independencia
La primera oportunidad le cayó del cielo. Jupp Heynckes abandonó Benfica en 2000 y Mou se hizo cargo de las Águilas. Envuelto en un clima político, abandonó Lisboa por desavenencias con el nuevo presidente tras disputar solo nueve encuentros. Su futuro era Leiria. El humilde club de la ciudad, Uniao, lo contrataría para la temporada 2001-02. Respondiendo a la confianza, José alcanzaba el histórico quinto puesto al club que hoy está en segunda, en grave crisis económica. A mitad de camino abandonaría el barco para hacerse cargo de Porto.
El Dragón llevaba tres años sin ser campeón, una sequía importante para el club más laureado del país lusitano. Mou cambiaría todo. De golpe conseguiría la Liga, pero no conforme con eso, se llevó la Copa UEFA ante Celtic. Ya José Mourinho no era un personaje inhóspito, todo el mundo hablaba de él.
Mourinho era feliz en Porto, con el 'Dragón' tocó la cima del mundo
Su apellido se agigantó al año siguiente. El pequeño Dragón renacería de las cenizas y conquistaría Europa, pasando por equipos como Manchester United, Deportivo La Coruña, Lyon y en la gran final ante Mónaco. En la ciudad era nombre sagrado. Sin embargo, la danza de millones de Chelsea, lo enfiló hacia tierras británicas.
The Special One
En el verano de 2004, José Mourinho se transformó en el entrenador mejor pago del mundo. Recibiendo 4.2 millones de euros anuales, la humildad se ocultó bajo la alfombra e inició la etapa del Mou arrogante. El imperio que habían consolidado Arsenal y Manchester United fue desmoronado enseguida por el renovado Chelsea. Drogba, Lampard, Carvalho, Ferreira y otros nombres del momento, llegaron al nuevo rico y el amor con Mourinho fue a primera vista. Hoy todos estos jugadores hablan maravillas de él.
“Por favor, no me llamen arrogante solo porque digo la verdad, pero soy campeón europeo y pienso que soy un tipo especial”, diría el lusitano una vez pisó Stamford Bridge, por lo que para la prensa quedó bautizado como “The Special One”. Su expresión, acompañada de una catarata de triunfos, puso en jaque a los entrenadores más encumbrados del momento, Arsene Wenger y Alex Ferguson, lo que provocó rencillas con ellos.
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Sin embargo, el entrenador de Chelsea también buscaba rivales por fuera de Inglaterra. Barcelona eclipsaba a Europa con su juego vistoso, liderado por la magia de Ronaldinho Gaucho. En octavos de Champions League, la diosa fortuna los pondría en el camino y Mou saldría triunfador, colgándose asimismo la medalla del némesis del fútbol desplegado por el conjunto culé.
El camino al título continental no acabaría de la mejor manera. En semifinales, con un gol que hasta el día de hoy sigue siendo polémico, Liverpool dejaba en el camino a los Blues y Mourinho se compraba un nuevo rival, el español Rafael Benítez. Desde ese momento, Mourinho no perdía oportunidad para tratar de “mediocre” al ibérico, siempre que se acercaba un encuentro ante los Reds.
Las conferencias de prensa pasaron de ser un espacio para debatir sobre conceptos tácticos, a ser un campo de tiro, donde el portugués disparaba munición gruesa sobre sus colegas. En la cancha también se veía la nueva imagen de Mou. Durante el partido ante Barcelona por Octavos de Champions nuevamente, José mandó al vasco Asier Del Horno a que le hiciera una marca personal al por aquella época joven argentino Lionel Messi. A pesar que el ‘Barça’ salió airoso aquel 7 de marzo, 'La Pulga' quedaría lesionado para el resto del campeonato.
El desgaste de la relación que Mourinho sostenía con el magnate ruso propietario de Chelsea, Roman Abramovich, hizo que el entrenador dejara el club inglés en 2007. Entre lágrimas de sus dirigidos, el nuevo reto del DT iba a ser Italia, donde el desafío sería sacar a Inter de Milan campeón de Europa tras más de cuatro décadas.
La cima
Inter es tal vez el pico más encumbrado de la carrera de José Mourinho. En la liga local no tuvo rivales, mientras que en Europa tendría un tropiezo inicial en la primera temporada, pero en la segunda volvería a saber que se sentía ser campeón continental, derrotando a Bayern Munich en la final disputada en Madrid.
Sin embargo, todo el mundo recuerda la semifinal de aquella edición 2010. El rival, otra vez Barcelona, que por ese entonces era el monarca. En el banquillo se encontraban estilos opuestos: Pep Guardiola y Mourinho. El partido de ida acabó 3-1 en la ciudad de Milán, mientras que la vuelta en Camp Nou quedaría 1-0 a favor de los locales, algo que no alcanzó. La prensa española tildó a Mou como el ‘Anticristo’ de los culés, por lo que Real Madrid lo contrató enseguida.
El ‘puto amo’ de la Casa Blanca
La consigna para Mou era una sola, derrotar a Barcelona. Desde la asunción de Guardiola el equipo catalán se había hecho con el trono español, algo que incomodaba al Real Madrid. Utilizando un juego totalmente distinto, los Merengues consiguieron hacerle oposición al Barça durante esa primera temporada arrebatándole la Copa del Rey. Las palabras de José buscaban amilanar el fútbol culé, entonces Pep explotó: “Le regalo su Champions particular fuera del campo. En esta sala (de prensa), el es el puto amo”.
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Las declaraciones fueron antes de la semifinal de Champions League 2011. El fuego cruzado acabaría con el triunfo de los blaugranas, con posterior coronación. La dicotomía continuó por la siguiente temporada, en la que Mourinho arrebató a Barcelona el título liguero a pesar de quedarse una vez más ad portas de la consagración continental. Días después, Guardiola dejaba el banquillo de Barcelona.
La debacle
La partida de Pep también afectó el ego de Mourinho. Su reemplazante, Tito Vilanova, no manejaba el perfil que tanto había enfrentado José, menos cuando padeció una recaída en un cáncer de garganta detectado hace tiempo. Los enemigos de Mou empezaron a surgir en el seno madridista. Una disputa con el capitán Iker Casillas derivó en la suplencia del guardameta. Luego, tras la eliminación de Champions League a manos de Borussia Dortmund, sucedió la explosión.
Mou y Pep, un crudo enfrentamiento que se diluyó en 2012
Pepe, un abanderado de la gestión Mou en Real Madrid, salió a defender a Iker Casillas, desde allí fue tachado de la alineación. Cristiano Ronaldo, la máxima estrella del club, entraba en la zozobra de si renovar o no, cuando decidió quedarse, fue víctima de José. El 4 de junio se hizo efectivo el regreso de Mourinho a Chelsea.
La Casa Blanca entró en paz. Sin embargo, el entrenador no perdía ocasión para arremeter contra su anterior club. “Yo no escupo en el plato que como”, le diría CR7 a Mourinho luego de la comparación con su homónimo brasileño. Aquel que inició vistiendo los colores que despreciaría, que se hizo grande en su natal Portugal, conquistó Inglaterra e Italia, hoy deja enemigos sobre su andar ¿Quién será el siguiente?
La transformación de Mourinho
Mié, 14/08/2013 - 06:39
“Yo entrené a Ronaldo, al verdadero, no a este”, dijo José Mourinho hace días en una gira con Chelsea por Estados Unidos. Eran tiempos de bajo perfil. Bajo la sombra de Bobby Robson, luego de L