El escritor Ricardo Silva Romero lanzó esta semana su última creación, El libro de la envidia, una novela histórica que reconstruye un día de 1896 en el que un suicidio queda desmentido para pasar a ser un homicidio. Nada más ni nada menos que el del célebre poeta colombiano José Asunción Silva.
El escritor cuenta cómo nació el libro, habla de otros escritores colombianos, su método de trabajo y a través de Gabriel García Márquez cuenta porqué somos un país huérfano que despidió a su escritor más célebre con idolatría.
¿Cómo nació el libro?
Es el resultado de una serie de buenas suertes. Primero, la recomendación, por parte de mi papá, de un libro de Enrique Santos Molano, El corazón del poeta, una biografía monumental de José Asunción Silva que termina con la hipótesis de que el poeta no se suicidó, como nos han hecho creer, sino que fue asesinado. Fue un libro que leí hace unos 15 años. También me rondaba un personajes caricaturizado por José María Espinosa a mediados del siglo XIX, se llama el Loco Cacanegra, en el apartamento donde viví cuando niño había una reproducción de él. Hace unos tres o cuatro años pensé que el Loco Cacanegra podría ser testigo del asesinato de Silva para darle fuerza a la hipótesis de Santos Molano.
¿Qué puede esperar el lector de la novela?
Lo que va a vivir es un día, el 31 de agosto de 1896 en Bogotá, debe esperar pasear por Bogotá un día entero de ese año. Es una trama policíaca que involucra a uno de los más grandes poetas colombianos y prueba, demuestra, pone en evidencia, recuerda que el móvil principal en nuestra sociedad es la envidia.
¿Qué es lo más difícil de hacer una novela histórica?
Escribí una novela que sucede en 1982 y otra en 1994. No importa que sea 1896 0 1982, un narrador juicioso que haya tenido la suerte de pasar por el periodismo tendrá el reto o la necesidad de reconstruir ese tiempo, poner las calles de ese tiempo, su es 1982, reproducir los comerciales de televisión. Es la dificultad y la necesidad de hacer creer al lector de que lo que está leyendo es verdad.
¿Por qué escogió la trama policíaca?
Todas las tramas de cierta manera son policíacas. Ponen al lector a pensar cómo van a terminar. Todos los libros son un ejercicio de interpretación, el lector de literatura descifra. Esta novela entra en esa rama, la idea es averiguar quién es el asesino, como ocurre en otra novela que escribí, El hombre de los mil nombres. También es un retrato de una serie de personajes. Desde Cacanegra hasta Silva. Lo policíaco sirve como pretexto para que el lector esté pendiente, pero también va sucediendo un retrato que es un enigma a resolver.
¿Cuando usted termina un libro empieza de inmediato otro proyecto?
Necesito estar escribiendo un libro. Se ha perdido de vista que escribir un libro es lo que hace un escritor. No es tan extraordinario escribir un libro. Debo decir que me he tomado esto como un trabajo casi de oficina. En mente tengo ideas que se van a cumulando, una le va ganando a la otra y para mí es difícil escoger con qué libro voy a seguir. Siempre tengo un proyecto por empezar. Me hace bien desde lo psicológico a lo personal estar haciéndolo.
¿Existe presión de las editoriales para que usted produzca más rápido?
No. Si las ventas fueran las de Harry Potter, o el mismo Gabriel García Márquez, la gente de las editoriales estaría más necesitada de contar con un libro mío. La gente de las editoriales es mucho menos fría y cínica que la gente de la televisión, menos asustada y necesitada. Es una industria en la que se invierte menos dinero y se pierde menos en caso de que a uno le vaya mal. Hay algo todavía más romántico en el trabajo de hacer un libro. Esa presión se quita cuando se sabe que el público lector es menor, mucho menor, pero fiel para hacer mover una industria como la editorial.
Hablando de García Márquez, ¿qué es lo que más le aprendió a él?
Uno lee esos libros y, aparte de la alegría de leerlos, son una clase de cómo no perder al lector en el aburrimiento y la repetición. Tiene una cosa muy musical. Sabe hacer girar sus historias de tal manera que su lector ni se aburre, se confía, ni se pierde. La capacidad de síntesis que tiene en los primeros párrafos. Lo bien construidas que están las novelas para llegar a la última línea como lo está hecha la poesía. Él lo lleva a uno a pensar que hay que leer poesía para ser un buen narrador literario.
Lea también
El día que conocí a Gabriel García Márquez
¿Cuál es su libro favorito de García Márquez, fuera de Cien Años de Soledad?
No creo que el mío sea Cien Años de Soledad. Para mí el mejor es Crónica de una muerte anunciada. Es contundente, clarísimo, apasionante. Presenta una sociedad frustrada, supersticiosa, en busca de un gran héroe. Una sociedad que se ha visto reflejada en los funerales de García Márquez. Lo han despedido con gestos similares a la idolatría, que parece de huérfanos. En el libro está muy bien pintado lo trágico, que es muy importante para él desde los griegos.
¿De los escritores activos en Colombia a quiénes admira?
Hay una generación de escritores hecha de varias generaciones, que es difícil que se repita con frecuencia. Antes de Gabriel García Márquez hay escritores extraordinarios que se han perdido por nuestra incapacidad de reseñar y descubrir la literatura. Hay una lista como de cincuenta personas en las que hay que reconocer que son buenos, notables y decorosos, y eso es de estudiar. Que en un país tan horrendo desde tantos puntos de vista haya un montón de gente contándolo para mantenerlo mentalmente sano.
¿Qué libro le gustaría escribir?
Me encantaría una novela gráfica, pero está muy lejos en la agenda. Un libro que no he intentado y me gustaría sería una historia directa sobre mi familia. De capítulos cortos, sin muchos malabares poéticos, pero de tal manera que a la gente le interese leerlo. Es una familia normal pero hay personajes que me gustaría que no se olvidaran.
¿Quién sería el héroe de esa novela?
Mis papás.
¿Por qué en Colombia son tan comunes las sagas familiares?
Es un género que también se da en otros países. No sé si es más bien latinoamericano y se da por la necesidad de construir una identidad que no es tan clara de momento. El olvido que seremos tiene algo de saga familiar. A uno le sirve leerlo porque sí hace un retrato del país que hace falta. Este es un país tan cargado de noticias diarias, tan abrumador, que el relato simple de una familia es de por sí casi una aventura de superación personal. En un país en que se mata por tan poco hay algo de reivindicación en una saga familiar.
Ricardo Silva Romero: “No es tan extraordinario escribir un libro”
Dom, 27/04/2014 - 05:44
El escritor Ricardo Silva Romero lanzó esta semana su última creación, El libro de la envidia, una novela histórica que reconstruye un día de 1896 en el que un suicidio queda desmentido pa