María Fernanda Mora, directora y productora del premiado mediometraje animado “Rose”, se ha consolidado como un talento extraordinario en el mundo audiovisual. Su capacidad de liderazgo, creatividad y perseverancia no solo dieron vida a una obra reconocida internacionalmente, sino que también hicieron posible la realización de un documental que captura la esencia y los retos vividos durante la producción.
Según Maria Fernanda, el documental nació como una necesidad de registrar la experiencia única de dirigir y producir “Rose”. Como ella afirma, “concluir la producción fue un logro increíble, pero sentí que había momentos y aprendizajes, tanto técnicos como humanos, que merecían ser documentados. Este tras escena no solo nos permite reflexionar sobre el proceso, sino que también destaca la importancia de los desafíos que enfrentamos y el crecimiento que logramos como equipo”.
Desde el inicio, el desafío no solo era grande, sino que requeriría de un esfuerzo extraordinario. Por eso se propusieron alcanzar los más altos estándares de calidad en cada fase del proceso, y fue precisamente esa exigencia la que guio todo el trabajo. “En la preproducción, bajo la dirección de Diego Gómez, nos centramos en afinar cada detalle, planteando preguntas clave que nos permitieran avanzar de forma precisa y coherente en la historia. La planificación rigurosa del rodaje y la coordinación de un equipo altamente capacitado fueron esenciales para garantizar que cada tarea se cumpliera con eficiencia y excelencia”, resalta.
La postproducción, sin embargo, fue el mayor desafío. Maria Fernanda trabajó incansablemente junto a su esposo y compañero de proyectos, Juan David Bernal, para cumplir con los altos estándares que se habían propuesto. Con horas de material, el reto no era solo contar una historia, sino hacerlo de una manera que cautivara y emocionara al espectador, manteniendo la coherencia narrativa y los altos estándares visuales.
“En ese momento, Juan David, mi mano derecha en cada proyecto, y yo nos sumergimos en un proceso de edición intensivo, trabajando sin descanso durante largas horas. Cada corte, cada ajuste, cada decisión tenía un propósito: garantizar que la historia no solo fuera contada, sino que fuera memorable. El esfuerzo fue enorme, pero ver el producto final, con todos los objetivos alcanzados, nos llenó de satisfacción”, recuerda.
El cansancio se desvaneció porque sabían que habían entregado lo mejor de ellos, con una calidad que reflejaba dedicación y pasión. No obstante, el desgaste físico y mental fue otro obstáculo importante, pero Maria Fernanda encontró formas de enfrentarlo. “El café fue nuestro mejor amigo, aunque también recurrimos a energizantes en momentos críticos. Aprendí que para resistir jornadas tan largas necesitas pausas activas, mantenerte hidratado y comer de forma ligera y regular. También tomábamos pequeñas siestas de no más de 90 minutos en el sofá o en una silla, para asegurarnos de no dormirnos profundamente y perder el ritmo. Fue difícil, pero funcionó”, apunta.
Para asegurar la calidad del documental bajo tanta presión, esta colombiana dividió el trabajo en tres pilares: historia, audio y color. La primera era la base de todo, así que siempre mantuvo una agenda con observaciones clave y se aseguró de discutir con el director lo más relevante de cada grabación. El audio fue otro desafío, buscando que fuera lo más limpio posible y que la musicalización complementara la narrativa. Por último, el color debía alcanzar la calidad que habían visualizado desde el rodaje, y cada paso que daban era aprobado para avanzar con seguridad.
El éxito de “Rose” y su documental no habría sido posible sin el trabajo en equipo, algo que ella destaca con orgullo: “cada miembro del crew tuvo un papel crucial. Su dedicación y esfuerzo fueron esenciales para alcanzar el nivel de calidad y autenticidad que buscábamos. Este proyecto es un testimonio del poder del trabajo en conjunto”.
Las nominaciones y premios obtenidos por Rose en Estados Unidos han marcado un antes y un después en la carrera de María Fernanda Mora. “Cuando trabajas en un mediometraje animado, sabes que no será fácil distribuirlo ni recuperar la inversión. Pero nuestra recompensa ha sido la experiencia, el aprendizaje y la reputación que hemos construido en festivales. Ver a “Rose” ser reconocido internacionalmente es una sensación indescriptible”.
Actualmente, esta talentosa colombiana está inmersa en la postproducción de un documental sobre Bogotá Gospel, el festival de música cristiana más importante de Colombia, y planea explorar en el futuro la influencia del worship en esta generación. “Me emociona seguir contando historias que inspiren y conecten con el público. Este es solo el comienzo”, concluye.