En un momento crítico, cuando la sociedad demanda con mayor urgencia una prensa libre y plenas garantías para ejercer derechos fundamentales como la libertad de expresión, Colombia enfrenta en 2024 un alarmante retroceso en este ámbito. Esta preocupante situación exige una reflexión profunda y un llamado de alerta.
Como es evidente para la opinión pública, el periodismo ha sido blanco de constantes y cada vez más agresivas acciones y discursos que buscan minar estos derechos esenciales. Resulta especialmente grave que estas actitudes provengan, en muchos casos, de quienes deberían ser los principales garantes de tales derechos, particularmente desde el Gobierno Nacional. Esto configura, sin lugar a dudas, una amenaza directa a la democracia.
No se trata de una mera percepción. Los hechos hablan por sí mismos: los indicadores de libertad de prensa muestran un deterioro significativo, mientras desde las instituciones se lanzan señalamientos incendiarios y generalizaciones irresponsables que tienen repercusiones graves en la esfera pública, especialmente en redes sociales. Según la Fundación para la Libertad de Prensa, los casos de amenazas a periodistas han aumentado un 24% entre 2023 y 2024, mientras que Colombia ha descendido cinco puestos en el Índice de Chapultepec, que mide la libertad de prensa en América, alcanzando apenas 40.34 puntos de 100.
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A esto se suma un ambiente que facilita el control político del periodismo y promueve regulaciones destinadas a institucionalizar la censura.
Esta problemática no afecta únicamente a quienes viven en las ciudades, sino también a las comunidades de las zonas de conflicto, donde el Estado está cooptado por grupos ilegales. En estos lugares, el día a día oscila entre el silencio impuesto por el crimen organizado que ha logrado silenciar a medios locales y el constante riesgo que enfrentan los periodistas que, con valentía, denuncian y defienden el interés público. Crear un ambiente de desconfianza y rechazo hacia el trabajo periodístico solo favorece a quienes recurren a la violencia.
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En este contexto, y ante el cierre del año 2024, un periodo propicio para reflexionar, es fundamental hacer un llamado a los colombianos a defender activamente sus derechos a la libertad de expresión, el acceso a la información y la libertad de prensa. Esto requiere rechazar toda forma de intimidación, acoso o estigmatización contra el periodismo plural e independiente, así como cualquier intento de censura o violencia contra quienes ejercen esta labor vital para la democracia. De igual manera, se debe combatir los discursos de odio y desprecio hacia el trabajo periodístico, que investiga, denuncia y cuestiona al poder, independientemente de su origen.
Finalmente, la invitación es a consumir información de manera libre, sin presiones ni apasionamientos, guiándose por criterios de interés y curiosidad intelectual. Solo así se puede formar una opinión fundamentada y tomar decisiones sensatas, basadas en diversas fuentes de información. Proteger la libertad de prensa es, en esencia, proteger un pilar fundamental de todas las libertades y de la construcción de una sociedad democrática y en paz.