Paola Ramírez, madre de los pequeños Susan y Santy Beltrán Ramírez, quienes fueron brutalmente asesinados por su padre Darwin Felipe Beltrán en un hecho desgarrador ocurrido en el barrio Engativá, Bogotá, rompió su silencio por primera vez, compartiendo el dolor y la incredulidad que siente tras perder a sus hijos de 7 y 4 años.
La tragedia, que ocurrió hace un mes, dejó una marca imborrable en la comunidad bogotana y conmocionó al país entero. En una emotiva entrevista con Citynoticias, Paola relató con lágrimas en los ojos el amor que sentía por sus hijos y cómo, hasta el último momento, nunca imaginó que su expareja pudiera llegar a cometer tal crimen.
Un crimen inexplicable
El 29 de octubre de 2024, la vida de Paola Ramírez cambió para siempre cuando su exesposo, Darwin Felipe Beltrán, asesinó a sus dos hijos en su hogar. Los pequeños, Susan y Santy, de 7 y 4 años, fueron encontrados sin vida en su vivienda, dejando atrás una tragedia sin precedentes.
A pesar de que Beltrán había sido descrito como un padre cariñoso y sin antecedentes de violencia, aquel día en particular su comportamiento fue extraño, y sus palabras finales, “Váyase, que usted me altera”, marcaron el último contacto entre Paola y sus hijos antes de que el horror ocurriera.
En sus declaraciones, Paola expresó la devastación que siente al recordar la esencia de cada uno de sus niños: "Susan siempre tenía solución para todo, y Santy, con su inocencia, era el más pequeño. Me hicieron inmensamente feliz", recordó, visiblemente afectada. El dolor por la pérdida de sus hijos es indescriptible, pero la madre subraya que, por más que revisa el pasado, nunca pudo imaginar que su expareja, a quien confiaba el cuidado de los niños, pudiera hacerles daño.
El rostro de la violencia doméstica
Este caso pone nuevamente en evidencia la importancia de abordar el tema de la violencia doméstica y cómo, en muchas ocasiones, los agresores logran esconder sus intenciones hasta el último momento. Paola Ramírez señaló que su expareja nunca mostró comportamientos violentos ni hacia ella ni hacia los niños.
"Se supone que debía cuidarlos, velar por el bienestar de ellos, al igual que yo", afirmó, lamentando no haber detectado señales de alerta que pudieran haber evitado el trágico desenlace.
El asesinato de los pequeños ha dejado una profunda huella en la comunidad de Engativá y en el país, evidenciando lo vulnerable que puede ser la infancia ante actos de violencia en el hogar. En un gesto de solidaridad, vecinos y familiares de los niños realizaron un homenaje a los pequeños con un mural que captura sus rostros, un recordatorio visual de la vida que les fue arrebatada de forma tan brutal. Además, se celebró una eucaristía en la que oraron por el descanso de Susan y Santy, buscando de alguna manera brindar consuelo a la madre y a la comunidad.
La búsqueda de justicia
En medio de su dolor, Paola Ramírez hizo un llamado enérgico por justicia. Asegura que, a pesar de la pena y el sufrimiento que está atravesando, no permitirá que la muerte de sus hijos quede en la impunidad. "Espero que mi dolor no quede en vano", manifestó, pidiendo que se haga justicia para sus pequeños, quienes fueron asesinados por la persona que, se suponía, debía cuidarlos y protegerlos.
Por su parte, las autoridades están llevando a cabo las investigaciones correspondientes. Darwin Felipe Beltrán, el autor del crimen, fue detenido poco después del asesinato, y se prevé su traslado a la prisión de alta seguridad de 'La Tramacúa'. La comunidad está pendiente de su juicio, y los fiscales continúan recopilando pruebas para asegurar que Beltrán enfrente las consecuencias legales por el atroz asesinato de sus hijos.
Reflexión sobre la protección infantil
El caso de Susan y Santy ha reavivado el debate sobre la violencia intrafamiliar y la necesidad urgente de fortalecer los mecanismos de protección a los niños. En una sociedad donde muchos niños son víctimas de maltrato y abuso, este crimen resalta la vulnerabilidad de la infancia y la importancia de detectar a tiempo cualquier signo de violencia en el hogar.
El dolor de Paola Ramírez es, lamentablemente, un reflejo de la tragedia que muchas familias enfrentan en silencio. La historia de sus hijos debe servir como un llamado de atención para tomar medidas preventivas en contra de la violencia doméstica y para garantizar que ningún niño más sufra un destino tan trágico. En su dolor, Paola ha decidido alzar la voz y pedir justicia, no solo por sus hijos, sino por todos los niños que se encuentran en situaciones de riesgo.
Este caso es un recordatorio de la necesidad de una sociedad más consciente, vigilante y comprometida con la protección de los derechos de los niños.