La falta de voluntad para generar consensos por parte del presidente Gustavo Petro nos privó de una oportunidad crucial para mejorar, de manera colectiva, la atención en salud de los colombianos. Esta situación se ve agravada por las recientes intervenciones de las EPS Sanitas, Nueva EPS y EPS SOS, junto con la solicitud de Compensar para ser liquidada, lo que deja al sistema de salud en un estado crítico y de alta incertidumbre.
Frente a este panorama, es imperativo alcanzar acuerdos en dos direcciones claras. En primer lugar, es necesario tomar medidas urgentes para evitar el colapso total del sistema de salud en los próximos cuatro meses. Esto requiere un compromiso conjunto y coordinado entre el gobierno, EPS, pacientes, gestores farmacéuticos, clínicas y hospitales para implementar acciones concretas que alivien la presión sobre el sistema. Se deben evaluar técnicamente la suficiencia de la Unidad de Pago por Capitación (UPC) y la posibilidad de incluir indicadores de desempeño de las EPS en su cálculo, garantizar los pagos atrasados para evitar asfixiar a los actores del sistema y asegurar que el giro directo propuesto en los últimos días por el gobierno a EPS del régimen contributivo no afecte el control del gasto. Además, se debe garantizar que la priorización de los pagos a las IPS que resulte de este giro directo se base en criterios técnicos, no en favores políticos.
Por otro lado, es esencial abordar los aspectos que requieren reformas estructurales en el sistema de salud. La nueva reforma debe ser inclusiva y considerar las opiniones de todos los actores afectados por los cambios propuestos. Debe centrarse en una visión integral e intersectorial de la salud, reconociendo que diversos determinantes sociales influyen en el bienestar de las personas. Además, necesitamos encontrar un buen equilibrio con las tecnologías de alto costo en salud. Claro que debemos aprovechar estas innovaciones, pero también tenemos que asegurarnos de que se utilicen de manera eficaz, ya que pueden generar presiones en la sostenibilidad financiera del sistema y en los recursos disponibles para otras necesidades críticas de la población.
También se debe reconocer y abordar las complejas diferencias territoriales en el acceso a servicios de salud. Mientras el sistema actual funciona relativamente bien en las principales ciudades, falla en proporcionar atención adecuada en zonas rurales y dispersas. Por tanto, es necesario implementar un modelo de salud diferencial que fortalezca la red pública hospitalaria y las capacidades de los entes territoriales en estas áreas. Finalmente, la nueva reforma debe incluir propuestas para mejorar las condiciones laborales del personal de salud y promover la formación de nuevos profesionales para abordar la escasez de talento humano que enfrenta el país.
El sistema de salud colombiano presenta un desafío como nunca antes lo había vivido. Necesitamos trabajar conjuntamente para salvarlo; debe prevalecer la continuidad en los tratamientos de los pacientes, no la pugna política que hoy pone en riesgo sus vidas.
