Bernardo Romero Lozano

Mié, 22/12/2010 - 00:00
Bernardo Romero Lozano fue actor de cine, televisión y radio, autor de obras originales y de adaptaciones de obras clásicas, director de grupos de teatro y de programas de televisión y sobre todo,
Bernardo Romero Lozano fue actor de cine, televisión y radio, autor de obras originales y de adaptaciones de obras clásicas, director de grupos de teatro y de programas de televisión y sobre todo, inventor del tele-teatro colombiano. La falta de salas aptas para el teatro y de una industria nacional del cine llevó a Romero Lozano a la idea del tele-teatro, que consistía en obras de teatro actuadas frente a una cámara y transmitidas por la recién estrenada televisión.  Porque a Romero Lozano le parecía que la televisión era un medio versátil que había que aprovechar, y estaba en desacuerdo con los que le daban un estatus menor al cine o a la radio. “Es como decir que el saxofón es inferior al violín sólo porque es más reciente”, argüía. De las cincuenta obras que adaptó y presentó en el tele-teatro están La muerte de un viajante, de Arthur Miller, El Proceso, de Franz Kafka, y el clásico griego Prometeo encadenado. Muchas veces lo invitaron a hacer teatro en vivo y de autores colombianos, pero Romero Lozano creía que no había aún en Colombia una cultura del teatro que lo permitiera. “No hay autores teatrales en Colombia-, decía-. Y la explicación la puedo dar a quien le interese”. Lastimosamente, la explicación no parece haberle interesado a nadie, pues no queda registro de ella. Sin embargo sí queda registro de su interés en hacer de la televisión un medio artístico rico y variado, a lo que colaboró no sólo con el tele-teatro sino con programas de televisión, tanto informativos como ficcionales, de muy alta calidad. Dentro de los ficcionales se destaca Chonta de 1950, con la inigualable Betty Ruth, y Arietta de farsa, de 1955. De los informativos el más memorable es Amanecer del éxodo, a cerca de la violencia en Colombia. El programa se filmaba en distintas localidades del país y consistía en obtener las historias cotidianas de la gente, que aunque son particulares, son comunes en espíritu a todos los colombianos. Entre las más asombrosas, Romero Lozano recordaba la de un tabernero de vereda que le dio cianuro a unos bandoleros que lo acosaban, y que lo confesaba sin vergüenza. A lo largo de esta activa carrera como realizador, Romero Lozano fue entrenando y educando los actores y los escritores que nutrieron la televisión de las siguientes dos décadas, e indirectamente las posteriores también. Por eso es que hoy, aunque lo recuerdan pocos, lo recuerdan con cariño y con mucha admiración.
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