Amylkar D. Acosta M[1]
Si por algo se han caracterizado los precios del crudo es por su gran volatilidad, ello explica el amplio rango de oscilación, que va desde los US $2 el barril de 42 galones, que fue el más alto precio al que se cotizó hasta octubre de 1973, hasta los US $148.50 al que se trepó a mediados del mes de julio de 2008, en vísperas de que la economía global entrara en barrena arrastrada por la crisis hipotecaria que se precipitó en los EEUU. Entre los determinantes de los precios, además de los fundamentales del mercado, la oferta y la demanda, hay otros factores muy influyentes como lo son el comportamiento de la cotización del dólar, que es la moneda en la que se transa, la geopolítica y la especulación. La combinación de todos ellos son los que en última instancia presionan al alza o a la baja los precios.
Presión al alza
Aunque la especulación ha perdido protagonismo últimamente, a raíz de las limitaciones impuestas por la Reserva Federal de los EEUU (FED) luego de la debacle propiciada por el abuso con los derivados en el sector financiero[2], sigue gravitando a su alrededor. Prueba de ello es que en 2013 los intercambios financieros por el petróleo sobrepasaron en 8 veces las transacciones reales, en físico, del mismo, superando con creces las 5 veces en 2005.
Esta vez los fundamentales del mercado han sido los preponderantes, la sobreoferta de crudo en el mercado, atribuible en gran medida a la revolución de los esquistos en los EEUU, fue el detonante de esta caída tan abrupta de los precios. Estos pasaron de US $115.19 el BRENT y US $107.95 el WTI el 16 de junio del año pasado a US $63.70 y US $59.85 del día de ayer, respectivamente, el más bajo precio desde el 2009. El desplome del precio del barril de crudo llegó hasta los US $45.8 el BRENT y US $45.34 el WTI en enero de este año, una destorcida de más del 60% con respecto al precio de hace un año.
Merced al empleo de la tecnología del fracking (estimulación hidráulica) para la extracción del crudo y el gas atrapado en los esquistos (rocas compactas, de baja permeabilidad y a grandes profundidades) los EEUU incrementaron sus reservas una barbaridad. En menos de 5 años (2002-2007) multiplicó sus reservas por cuatro, pasando de los 22.446 millones de barriles a 43.000 millones, 4 veces las reservas de México. Ello le ha permitido a los EEUU entrar pisando duro al mercado del petróleo, elevando su producción a niveles que sólo había alcanzado en la década de los 70´s cuando tocó techo.
Ahora EEUU con una producción de 9.7 millones de barriles/día, como lo afirma el Director General de la BP Bob Dudley, “ha superado a Arabia Saudita y Rusia como primer productor mundial de petróleo, por primera vez desde 1975”[3]. Según el reporte publicado en el Statistical Review of World Energy por la petrolera BP, esta es la primera vez en la historia de la industria petrolera que un país consigue aumentar su oferta en más de 1 millón de barriles/día durante tres años consecutivos. Y claro, esto le ha significado a EEUU también una sensible baja en sus importaciones de crudo, reduciéndolas en un promedio de 3 millones de barriles/día (esta cifra es mayor que todo el volumen de exportación de crudo por parte de Venezuela) en la última década. Es decir, que esta incursión de EEUU en las grandes ligas de la industria petrolera repercute en los dos componentes de la ecuación, tanto del lado de la oferta con su mayor producción y del lado de la demanda al reducir no sólo sus importaciones sino también su consumo, pues de 21 millones de barriles diarios que consumía en 2007 ahora sólo consume 18, 3 millones de barriles menos (¡!).
A la mayor producción de EEUU se vino a sumar la de Nigeria, Rusia, Irak, Noruega y Libia, este último normalizó su producción que había caído dramáticamente después de ser depuesto su Presidente Muamar el Gadafi. Según la publicación periódica de la BP, la oferta mundial creció como nunca en 2014, 2.1 millones de barriles/día, de los cuales 1.6 millones fueron por cuenta de EEUU. Cada vez hay más petróleo y menos apetito para consumirlo, esto último en razón de la ralentización del crecimiento de la economía global a partir de la gran crisis de 2008 y la lenta recuperación de la economía estadounidense, amén de la recesión en que se sumió la economía de la Unión Europea. Y los países emergentes, encabezados por la China y la India, que habían logrado desacoplarse de la economía global y seguían creciendo a tasas altas, terminaron por ver desacelerado su crecimiento del PIB y por consiguiente redujeron su demanda por materias primas. Esta contracción del mercado le puso fin a la espiral alcista de sus precios que perduró por casi una década y dio pié a la destorcida de precios que sólo amaina pero no cesa[4].
China, después de crecer al ritmo de 10.4% en 2010, este se descolgó de manera sostenida, pasando a crecer 9.3% en 2011, 7.7% en 2012 y 2013, 7.4% en 2014 y la meta para este año es del 7%, aunque la proyección del FMI sólo le da el 6.8%. Y recordemos que por cada punto menos de crecimiento del PIB de la China, esta reduce sus importaciones de materias primas en US $10.200 millones. Ello explica que, aunque la China desplazó a EEUU como el primer importador de crudo, con 7.4 millones de barriles/día, superándolo en 200 mil barriles/día, su demanda creció en 2014 sólo el 2.6%, después de un crecimiento promedio en los 10 años anteriores de 6.6%. De allí que para este mismo año la demanda total de crudo en 2014 creció en 800 mil barriles/día, 600 mil barriles/día menos que en 2013 (1.4 millones de barriles/día).
El precio: más cerca del piso que del techo
Se pensó y se especuló en un primer momento que esta caída estrepitosa de los precios del crudo obedecía a una soterrada guerra de precios desatada por Arabia Saudita para sacar del mercado la mayor producción de crudo de los EEUU proveniente de los yacimientos no convencionales que estarían inundando el mercado. El rumor cobró más fuerza después del fracaso de Venezuela, Nigeria e Irán en la Cumbre de la OPEP en noviembre pasado y más recientemente en la del pasado 5 de junio de este año, al tratar infructuosamente de acordar un recorte en la producción para detener la caída libre en que venían los precios. Los mayores productores, encabezados por Arabia Saudita, no compartieron esta estrategia, que resultó fallida en 1986, cuando un exceso de producción provocada por la irrupción de los crudos de Alaska y del Mar del Norte provocaron una caída intempestiva de los precios y por más que intentaron contrarrestarla recortando la producción no lo lograron. Los precios sólo reaccionaron 4 años después, en 1990, gracias a la invasión a Kuwait por parte de Irak y la crisis que desató. Ello llevó a decir a Alí al – Naimi, Ministro de Petróleos de Arabia Saudita que “no volveremos a cometer el mismo error”[5], de permitir que sus rivales llenaran el vacío que dejaba la OPEP con su merma de la producción.
Por distintas circunstancias, entre ellas la envestida del terrorista Estado Islámico (EI) en Irak y Siria, así como el conflicto en Yemen, la caída de los precios se detuvo sin alcanzar su piso y tuvieron un importante repunte, recuperando más del 37.5% con respecto al más bajo precio alcanzado en el mes de enero. Pero la sobreoferta se mantiene, esta llegó a los 2.54 millones de barriles/día en el primer trimestre de este año, debido en gran medida a que a pesar de una reducción del 49% desde octubre pasado a esta parte de la actividad en las plataformas de perforación en EEUU, su ritmo de producción no cede. Pero es que, además, la producción del cartel de la OPEP supera su propia cuota autoimpuesta de 30 millones de barriles/día y para marzo de este año se situó en los 30.79 millones de barriles/día. Los niveles actuales de existencias en inventario son un reflejo de ello, superando los 459 millones de barriles, los más altos en 80 años (¡!), de allí la gran presión de las empresas petroleras para que se les permita exportar sus excedentes de producción. Los tanques de depósito que almacenan este crudo se llenaron a un ritmo de 1.2 millones da barriles/día durante todo el mes de marzo. Bien dijo el Director de la BP que “las implicaciones de la revolución de los esquistos estadounidense son profundas”[6], con el agravante para el puñado de los demás países productores que el fracking llegó para quedarse y seguirán empujando hacia abajo los precios del petróleo. Por esta razón uno puede colegir fácilmente que los precios del crudo por encima de la barrera de los US $100 el barril son cosa del pasado.
Y, como si lo anterior fuera poco, con el Acuerdo al que llegaron los países de Occidente, liderados por EEUU, con Irán se levantarán las sanciones impuestas y ello le permitirá normalizar su producción y exportación de crudo. Recordemos que antes de dicha sanción Irán exportaba 2.5 millones de barriles/día y desde entonces sólo exporta 1 millón de barriles/día. De manera que es de esperarse que la mayor oferta de Irán, que cuenta con 30 millones de barriles de crudo almacenado, habrá de ejercer una presión adicional sobre los precios impidiendo que estos superen el límite de los US $65 el barril. Estamos en presencia de un nuevo escenario mundial de la industria petrolera y para ello deben prepararse los países productores y exportadores del oro negro.
[1] Director ejecutivo de la Federación Nacional de Departamentos
[2] Amylkar D. Acosta M. La destorcida de los precios del petróleo. Noviembre, 13 de 2014
[3] El Nuevo Siglo. Junio, 11 de 2015
[4] Ibidem
[5] El Tiempo. Junio, 02 de 2015
[6] El Nuevo Siglo. Junio, 11 de 2015
Los precios del crudo: bajos y oscilantes
Lun, 22/06/2015 - 03:38
Amylkar D. Acosta M[1]
Si por algo se han caracterizado los precios del crudo es por su gran volatilidad, ello explica el amplio rango de oscilación, que va de
Si por algo se han caracterizado los precios del crudo es por su gran volatilidad, ello explica el amplio rango de oscilación, que va de